La invención del “refugio” eterno, que se transmite de una generación a otra, tiene como objetivo servir como una de las herramientas para la destrucción de Israel. El liderazgo palestino no puede decir que quiere la paz con Israel mientras apoya el regreso de los refugiados.

DANIEL FRIEDMANN

Unos 650.000 árabes huyeron de los límites del Estado de Israel en la Guerra de la Independencia. Algunos fueron expulsados por las FDI, pero la mayoría fueron alentados a hacerlo por sus líderes o escaparon por temor (eran muy conscientes de lo que les sucede a los judíos capturados por miembros de bandas árabes). Muchos árabes, sin embargo, permanecieron en Israel, algunos de los que escaparon regresaron, e Israel incluso estuvo de acuerdo en el pasado para permitir que algunos refugiados regresaran.

Según cifras de la Oficina Central de Estadísticas, la población árabe en Israel en vísperas del reciente Día de la Independencia estaba compuesta por aproximadamente 1,85 millones de personas (incluida Jerusalem, algo más del 20 por ciento de los residentes de Israel.

Cuando se trata del aspecto legal y moral de la cuestión de los refugiados, Israel tiene respuestas decisivas. Los judíos que quedaron vivos en las tierras conquistadas por los árabes en la guerra de independencia -como la Ciudad Vieja de Jerusalem y Gush Etzion- fueron forzados a abandonar, y esas áreas permanecieron “libres de judíos”. Al mismo tiempo, cientos de miles de judíos fueron deportados de los estados árabes. La mayoría de ellos fueron recibidos por Israel y no se convirtieron en refugiados eternos.

Campo de refugiados palestinos en Yarmouk, Siria. Israel debe insistir en un arreglo para los “refugiados” en países árabes, donde recibirán todos los derechos (Foto: AP)

Además, después de la Segunda Guerra Mundial, los países de Europa oriental deportaron a residentes de ascendencia alemana. El número de personas expulsadas superó ampliamente el número de refugiados árabes. Los exiliados fueron absorbidos como inmigrantes en su nuevo país y no se convirtieron en refugiados. Lo mismo ocurrió cuando, después de la guerra indo-paquistaní, millones de personas se convirtieron en refugiados y fueron absorbidas como inmigrantes en los lugares donde llegaron durante años.

Los refugiados árabes de la Guerra de Independencia son un fenómeno único. Los estados árabes a los que llegaron (aparte de Jordania) se negaron a acogerlos, los mantuvieron en los campos de refugiados que aún existen y convencieron a las Naciones Unidas de crear una agencia especial para esos refugiados. Eso llevó a la creación de un sistema en el cual el estatus de “refugiado” se transmite de una generación a otra, produciendo “refugiados” que son hijos, nietos y bisnietos de los refugiados originales, y hay millones de ellos ahora. Todos fueron criados con el odio a Israel y su “derecho” a regresar a sus hogares (la mayoría de los cuales ya no existen). Así es como la diáspora de refugiados palestinos se convirtió en una fuente inagotable para reclutar combatientes a organizaciones terroristas.

La invención del refugio eterno, que se transmite de una generación a otra, tenía como objetivo, por supuesto, provocar a Israel y servir como una de las herramientas para su destrucción. Estos millones de “refugiados”, que han aprendido desde sus inicios que tienen “derecho” a regresar a Israel y esperan que eso suceda, se han convertido naturalmente en un obstáculo para la paz.

En cuanto a Israel, este es un problema existencial. Si estos “refugiados” vuelven a sus fronteras, conducirá a la destrucción de Israel como estado judío. En lo que respecta a los palestinos, esta es una demanda básica a la que no están dispuestos a renunciar. Esto crea, sin embargo, una contradicción interna: el liderazgo palestino dice que quiere la paz (lo que significa reconocer el derecho de Israel a existir), pero sigue apoyando el derecho de retorno (que llevará a la destrucción de Israel). En resumen, la paz con Israel y el derecho de retorno no pueden vivir bajo el mismo techo.

La cuestión de los “refugiados” seguía sin resolverse en los Acuerdos de Oslo. El lado israelí se debe haber engañado a sí mismo respecto a que los palestinos renunciarían al derecho de retorno. Eso no sucedió. A menudo nos hemos preguntado cómo Yasser Arafat rechazó la propuesta de paz de Ehud Barak y por qué la propuesta de Ehud Olmert se encontró con una negativa similar de Mahmoud Abbas. En mi opinión, la cuestión de los refugiados era su principal consideración. No estaban dispuestos a firmar un acuerdo de paz, por generoso que fuese, lo que les obligaría a renunciar al derecho de retorno.

La gente ahora habla de un acuerdo de paz regional, que incluirá a los estados suníes. Este tipo de paz debe implicar una solución al problema de los refugiados y una concesión del “derecho al retorno”. En este proceso gradual, tendremos que insistir en un arreglo inicial de los “refugiados” en los países árabes, donde recibirán todos los derechos concedidos al resto de los residentes. Esto requerirá incentivos económicos tanto para los “refugiados” como para los países que los toman. Los pasos de construcción de confianza en esta dirección, además de las medidas de construcción de confianza en el lado israelí, crearán un verdadero progreso hacia la paz.

El Prof. Daniel Friedmann sirvió como ministro de Justicia de 2007 a 2009.

Fuente: Ynetnews – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico