Hamás quiere que Israel le suministre electricidad “o ya verán lo que pasa”, pero no hay razón por la cual Israel deba someterse a la extorsión de Hamás. No es obligación de Israel satisfacer las necesidades de una población que continúa, a través de su apoyo actual a Hamás, buscando la destrucción de Israel.

PROF. EFRAIM INBAR

El liderazgo de Hamás en Gaza ha amenazado a Israel con “una explosión” si esta no suministra electricidad a Gaza a expensas de los contribuyentes de impuestos israelíes.

El chantaje es, por supuesto, parte del repertorio de Hamás. Una de las principales razones por las que lanzó miles de cohetes y envió terroristas a Israel por medio de túneles en el verano del 2014 fue para resolver su difícil problema económico. Hamás necesita electricidad para construir túneles terroristas y producir armas.

Voces en Israel y el exterior están defendiendo la “moderación” – queriendo significar capitulación – e insistiendo en que Israel no tiene interés en una escalada. Si bien Israel prefiere naturalmente la calma junto a sus fronteras, ceder a las demandas de Hamás y concederle una victoria sólo llevará a más demandas. Suministrar electricidad a Gaza a cambio de la promesa de que los gazatíes se abstendrán de disparar a civiles israelíes no es muy diferente a pagar dinero por protección a la Mafia.

No hay ninguna razón estratégica o moral por la que Israel deba suministrar electricidad gratis a Gaza.
Si bien Israel no desea una escalada de violencia, no tiene ninguna razón para temerla. Israel es la parte más fuerte. Además, la esencia de la guerra es una competencia para infligir dolor sobre el oponente a fin de cambiar modelos de comportamiento. El dolor tiene un valor positivo en que afecta las curvas de aprendizaje de las partes en guerra. Israel ha hecho uso de la fuerza para enseñar a los palestinos que la agresión contra Israel no reditúa y que el continuo apoyo para Hamás puede ser costoso.

Otra ronda de violencia – una que se cobre un alto costo de Hamás y los gazatíes – puede llevarlos a comportamiento más pacífico. Es cierto que es difícil influenciar los procesos de aprendizaje de grandes colectivos, pero de ninguna manera es sin precedentes. Por ejemplo, hizo falta mucho sufrimiento en la Primera y Segunda Guerra Mundial para transformar a Alemania en una sociedad menos militarizada y beligerante. Si bien no es políticamente correcto, tal tratamiento podría ayudar a convertir a los palestinos en vecinos pacíficos en el largo plazo.

En cualquier caso, no tiene sentido estratégico aliviar la situación de Hamás justo en el momento en que los estados árabes suníes han puesto a Qatar (el sostén de la Hermandad Musulmana, de la cual Hamás es parte) bajo sitio diplomático y económico. Aparte, EE.UU. parece apoyar las medidas tomadas por Arabia Saudita y sus aliados. La misma Autoridad Palestina (AP), que inició la crisis de electricidad al rehusarse a seguir pagando por el suministro de energía a Gaza como parte de la lucha interna palestina por la dominación, no está impresionada por las advertencias de un inminente desastre humanitario.

Hamás explota el sufrimiento de los gazatíes para extraer ayuda humanitaria y simpatía para su causa. Pero los gazatíes no pueden ser eximidos de responsabilidad por las consecuencias de las acciones de Hamás. Lamentablemente, Hamás sigue siendo popular en Gaza, y todas las encuestas muestran que los gazatíes apoyan la violencia continua contra Israel.

Los gazatíes, en resumen, no son buenos vecinos, y no merecen la simpatía de Israel. ¿Qué justificación moral existe que obligue a los israelíes a ayudar a gente que apoya a una organización enfocada a destruirlos?

Aparte, los planes para aliviar la situación económica en Gaza – ya sea suministrando electricidad y agua o construyendo un puerto – envían las señales equivocadas. Dicen a los palestinos que su liderazgo puede cometer errores graves, pero los extranjeros con buenas intenciones los sacarán de apuros. También señalan a Hamás que podría también continuar disparando a Israel. ¿Por qué no? Si Israel toma medidas militares en respuesta, los donantes llenos de misericordia repararán el daño una vez más.

Los miles de millones de euros transferidos a los palestinos durante las últimas dos décadas han sido despilfarrados a través de la ineptitud y malversados a través de la corrupción. Como muchos países del Tercer Mundo, Gaza carece de la infraestructura legal e institucional necesaria para la dispersión efectiva de la ayuda económica. Muy poca ayuda ha sido filtrada a la gente. El liderazgo de Hamás, sin embargo, continúa siendo enriquecido por medio de ella. Aquellos con armas siempre obtendrán el primer y mejor corte de la ayuda exterior enviada a los pobres. La ayuda humanitaria a Gaza es también desviada para construir mejores capacidades militares con las cuales combatir a Israel.

El gobierno autoritario de Hamás condena a los gazatíes a la pobreza continua, ignorancia y guerra prolongada con Israel. Los palestinos, particularmente en Gaza, no son educados para buscar la paz, sino para hacer sacrificios y martirizarse en una guerra santa contra el estado judío.
Israel no tiene más opción que rechazar las demandas de Hamás, aun si ese rechazo trae otra ronda de violencia que se sume al sufrimiento en Gaza. Incluso los amigos del movimiento nacional palestino deben darse cuenta que es tiempo de algo de amor duro para Gaza. Quizás un poco de oscuridad ayude a los gazatíes a ver la luz.

 

*Efraim Inbar, profesor emérito de estudios políticos en la Universidad Bar-Ilan y director fundador del Begin-Sadat Center for Strategic Studies (1991-2016), es un becario Shillman-Ginsburg en el Middle East Forum.

Los Diarios Perspectivas del BESA Center son publicados a través de la generosidad de la Familia de Greg Rosshandler.

 

Fuente: Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México