Enlace Judío México.-Putin, Irán y Assad ponen a prueba a la administración Trump.

THE WALL STREET JOURNAL

Una presunción bipartidista ha sido que EE.UU. puede derrotar al Estado Islámico esquivando el conflicto en Siria, y ahora estamos descubriendo que esto puede no ser posible. El domingo, un avión estadounidense F-18 derribó a un bombardero sirio para proteger a aliados de EE.UU. que combatían al Estado Islámico. El lunes, en respuesta, Rusia e Irán amenazaron con atacar aviones de Estados Unidos.

El avión de combate estadounidense derribó al avión sirio SU-22 después de que la nave siria realizara su segundo bombardeo contra las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), aliadas de EE.UU, cerca de Taqba. El régimen estaba probando claramente si EE.UU. ayudaría a sus aliados en el terreno. Estados Unidos tenía que enviar un mensaje disuasorio o el presidente sirio Bashar Assad continuaría empujando su ofensiva a través de territorio controlado por las FDS.

El riesgo de escalada es real, pero ésta no es una escaramuza que EE.UU pueda evitar fácilmente. Assad y sus aliados en Moscú y Teherán saben que los días del ISIS controlando Raqqa en Siria están contados y quieren afirmar el control sobre tanto territorio como sea posible y eso significa aplastar a las FDS.

La amenaza rusa de atacar con misiles antiaéreos a cualquier avión estadounidense que vuele al occidente del Río Éufrates en Siria es parte de la misma estrategia de intimidación. Rusia también suspendió una línea caliente entre las dos fuerzas armadas diseñada para reducir el riesgo de un error militar. Irán, el cual arma y ayuda a Assad en el terreno, prometió más ataques del régimen sirio contra las FDS, casi retando a los aviones estadounidenses a responder en medio de la amenaza rusa.

El lunes, la Casa Blanca y el Pentágono reaccionaron con restricción llamando a una disminución de la tensión y abrir líneas de comunicación. Pero si Siria y sus aliados están determinados a escalar, EE.UU. tendrá que dar marcha atrás o preparar una campaña más concertada para proteger a sus aliados y ahora a los aviones estadounidenses.

Esta es la difícil situación en la que el Presidente Obama puso a EE.UU. cuando su abdicación siria creó una apertura para que interviniera. De haber establecido Estados Unidos una zona de no exclusión u otra zona segura para proteger a los refugiados, el Kremlin podría haber sido más cauto. Putin tomó el tiempo a Obama y apostó a que el ex presidente estadounidense protestaría y no haría nada. Él tuvo razón. Ahora el ruso está poniendo a prueba al Presidente Trump mientras todos maniobran para dar ventaja posterior al ISIS.

Como candidato, Trump apoyó “zonas seguras” para refugiados y fuerzas de la oposición. Pero él no ha mostrado ningún interés en un objetivo estratégico más grande que derrotar al ISIS. Ahora es el momento para pensar sobre tal estrategia porque Siria, Rusia e Irán saben lo que quieren.
Assad quiere reafirmar el control sobre todo Siria, no en un país dividido en partes: alauita, suní y kurda. Irán quiere un arco de influencia chií desde Teherán a Beirut. Putin se contentará con un puerto en el Mediterráneo y una demostración de que se puede confiar en que Rusia defenderá a sus aliados, mientras que Estados Unidos es poco confiable.

Nada de esto es del interés de Estados Unidos.

La alternativa sería demostrar que Assad, Irán y Rusia pagarán un precio más alto por sus ambiciones. Esto significa rehusarse a dar marcha atrás con respecto a defender a los aliados de Estados Unidos en el terreno y responder si la aviación o misiles rusos derriban aviones estadounidenses. Nuestra suposición es que Rusia no quiere un combate militar con EE.UU. más de lo que EE.UU quiere uno con Rusia, pero Rusia seguirá presionando para obtener ventajas a menos de que el Presidente Trump demuestre más firmeza que su predecesor.

 

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.