Al primer día del mes en hebreo se le llama Rosh Jodesh (inicio del mes). Reconocer este día y santificarlo fue la primera mitzvá (mandamiento) que le ordenó D-os a Moisés en Egipto. Es una práctica muy importante porque de ella depende el conteo de los días y por ende la santificación de las fiestas y el tiempo. Es la máxima expresión de cómo D-os da espacio al hombre para volverse socio del mundo con Él, ya que permite que sea el hombre quien observe los astros, de nombre y sentido al tiempo. Esto lo hacemos a través de contar los días y marcar el inicio del mes.

A diferencia de otras culturas nuestros meses y nuestros días son lunares. El día empieza al anochecer y el mes inicia con el nacimiento de la luna. Cada vez que nace la luna es Rosh Jodesh y santificamos el día. Sin embargo, no es tan sencillo como parece ¿cómo se daban cuenta los judíos de hace más de 2,000 años que la luna había vuelta a nacer? ¿quién determinaba el día exacto en que iniciaba el mes y en qué se basaba? Trataremos de responder estas preguntas.

Debemos partir del hecho que el día lunar es de 29 días y 12 horas, pero en un calendario funcional no se pueden contar medios días. Por lo cual había meses que se contaban como meses de 30 días, llamados malei jodesh (mes completo) y meses que se contaban como meses de 29 días, jaser jodesh (mes incompleto) ¿De qué dependía?, de que dos testigos vieran el nacimiento de la luna y lo registraran frente al Sanhedrín, la Asamblea de Sabios.

Antes de la diáspora, el cuerpo legal que gobernaba al pueblo judío era el Sanhedrín. Era una especie de Suprema Corte de Justicia de 70 sabios que tenían profecía divina y se encargaban de conservar la Torá, resolver juicios y legislar. Ellos eran los que determinaban cuándo empezaba el mes, cuándo se celebraban las fiestas y se encargaban de difundirlo.

Sabían de astronomía y hubieran podido fácilmente determinarlo unitariamente. Sin embargo, por halajá (ley judía) D-os los obligó a depender del pueblo judío. Para determinar que el mes había empezado, ellos necesitaban que dos testigos dieran testimonio de haber visto la luna crecer. El objetivo de esto era hacer que todo el pueblo judío estuviera a pendiente del transcurso de los días. Provocaba que cada individuo contará los días y viera la luna para saber en qué momento del mes se encontraban.

El sistema funcionaba de la siguiente manera: Rosh Jodesh se celebraba el día 30 del mes en todas las casas, empezaba desde la noche, al acabar el día 29 cuando el sol se había apagado. A la mañana siguiente el mismo día 30, el Sanhedrín salía al Beit Yaazeck, a un patio designado especialmente para esta celebración, y esperaba a los testigos con cuartos, comida y comodidades preparados para ellos. Era un gran honor ser parte de aquellos que daban testimonio al nacimiento de la luna.

Cuando los testigos tan esperados llegaban, se les hacía las preguntas correspondientes para verificar que no estuvieran mintiendo y si en efecto su testimonio era verídico, se le llamaba a ese día el primero del mes. Se anunciaba que el mes anterior había durado 29 días y el día que acaba de pasar había sido Rosh Jodesh.

Para difundir la noticia por todo el territorio de Israel se prendían antorchas y fuegos que eran vistos desde distintas torres para que cada región supiera que el mes había comenzado. Sin embargo, había meses de 30 días, meses en los que el nacimiento de la luna no era visible al ojo.

Cuando en el día 30 ni un testigo se había presentado frente al Sanhedrín, entonces esa misma noche (el inicio del día 31) la Asamblea de Sabios designaba que empezaba Rosh Jodesh y al día siguiente se hacía una comida celebratoria desde un punto alto, para que la gente supiera que el mes anterior había sido de 30 días y ése era el día primero del mes siguiente. La noche anterior, como no habían llegado testigos, no se habían prendido fuegos. Al no ver las luces, la gente sabía que las celebraciones continuaban y que la cuenta del mes empezaba en ese momento y no en el día anterior.

Es decir, en los meses completos (cuando no había testigos) la gente celebraba Rosh Jodesh dos días seguidos. Mientras que en los meses de 29 días, en los que se habían presentado testigos, Rosh Jodesh se celebraba un sólo día y los fuegos anunciaban el fin de las celebraciones.

Hoy vivimos en el Exilio, no tenemos Sanhedrín, ni Templo, ni testigos que nos avisen sobre el crecimiento de la luna. Sin embargo, el gran sabio Hillel, alrededor del siglo IV, previó la época en la cual los judíos caeríamos en la diáspora y estableció un calendario fijo que incluye los meses completos y los meses incompletos en su totalidad. Gracias a ello, aunque no tenemos nuestra tierra, podemos mantener nuestras tradiciones y santificar el tiempo. Hasta la fecha seguimos observando la luna y en su debido tiempo festejando dos días.