Si de repente apareciera la Nana Fan, el personaje principal de “La Niñera”, o a su madre Silvia Fan, como candidatas para presidente, ¿votarías por alguna de ellas? ¿Te gustaría verlas hablando con su voz chillona y su acento judío neoyorkino con el presidente de Inglaterra?, discutiendo la importancia del pan bien tostado; o proponiendo nuevas políticas de administración pública para que todos los ciudadanos se sientan cómodos en los asientos del Bingo. Aunque no lo creas esto estuvo a punto de suceder.

En las elecciones presidenciales de 1964 en Estados Unidos una candidata poco conocida se hizo presente: Yetta Bronstein. Era el típico estereotipo de la madre judía; buena ama de casa, obsesiva, sobreprotectora y excelente cocinera. Sus propuestas eran sencillas y claras incluían:

1) Remplazar los impuestos con juegos de Bingo nacional para financiar al gobierno.
2) Quitar el salario a los miembros del Congreso y hacerlos dependientes de comisiones.
3) Permitir la portación de armas en el país pero limitar la velocidad de la bala a un 95% de su capacidad.
4) Poner suero de la verdad en las bebidas del Senado.
5) Colocar la foto de Jane Fonda desnuda en las tarjetas postales para incrementar los ingresos a la Oficina de Correos

Ideas divertidas y buenas que tuvieron una difusión impresionante en todos los periódicos de Estados Unidos, pero que tenían un pequeño defecto: la candidata proponiéndolas no existía. Yetta Bronstein y su organización política “El Mejor Partido” fue la invención de los comediantes Alan Abel y su esposa Jeanne.

Todo parece haber sido muy sencillo. Primero construyeron al personaje, querían que fuera una mujer judía del Bronx, ama de casa, pasada de los 50 años que nunca hubiera trabajado en su vida, tuviera un carácter fuerte y una forma de ser sencilla. Después plantearon las propuestas e hicieron un par de frases pegajosas y eslóganes ambiguos como “Vote for Yetta and things would get betta” (“Vota por Yetta y las cosas mejoraran”), “Buscamos un abrigo de piel para cada closet” y uno de los más ingeniosos “Si quieres soluciones simple, tienes que ser simple tú mismo”.

Nada más faltaba una cosa: el póster oficial para difundir la campaña. En este punto encontraron un pequeño problema, Jeanne se había propuesto para representar al personaje de Yetta, pero contaba con poco más de 20 años, jamás podría pasar por una señora de cincuenta y tantos. Lo resolvieron fácilmente: recortaron una foto de la madre de Alan (básicamente la encarnación de su personaje), la pegaron en el poster y decidieron que esa sería la cara que la futura candidata daría a su audiencia.

Llevaron la biografía, la propuesta de campaña y el póster a la prensa. Ésta se comió la broma completita. A los pocos días Yetta aparecía en el radio, los periódicos, espectaculares, volantes y botones que se repartían por la calle. Nunca aceptó entrevistas en la televisión, pero le bastó con la reseña tan exitosa que le hizo el prestigiado periódico “The New Yorker” donde Yetta salía defendiendo la necesidad de “tener una madre judía en la Casa Blanca.”

Su punto climax llegó cuando el candidato a la presidencia Lyndon B. Johnson la invitó a participar en la convención del partido Demócrata en Atlantic City. Ella contestó en una carta, felicitándolo por su manera de cabalgar y diciendo que estaría dispuesta a aliarse con él en su campaña si le ofrecía la vicepresidencia, sobra decir que la propuesta fue rechazada. Como sabemos, Johnson ganó las elecciones de 1964 y Yetta no fue su vicepresidente. Sin embargo, a la sorpresa de varios obtuvo varios miles de votos de gente y su fama continuó.

No contenta con su derrota, tiempo después se postuló como candidata al Congreso de la Unión e intentó ser miembro del Parlamento Británico. No fue hasta un par de años después que Yetta tiró la toalla, salió de la escena política y la verdad se supo con un libro que publicaron los Abel titulado “La presidente que casi fui, por Yetta Bronstein” donde contaban toda la historia.

Sin embargo, la carrera de los Abel no empieza ni termina con Yetta, para el momento en que su candidata nació ya habían sido autores de varias bromas. Entre las más reconocidas se encuentra el SINA, (Society for Indecency to Naked Animals), una sociedad encargada de prevenir y reducir la indecencia animal. Recaudaba fondos para vestir a los animales callejeros y bestias del campo. Llegó a recolectar varias donaciones con su eslogan “un caballo desnudo no conoce modales” o su Sociedad de Lavatrastes, que intentaba ejercer presión social para que los comensales dieran propina a los lavatrastes en vez de a los meseros, entre muchas otras que siguieron.

Actualmente ambos viven una vida tranquila en su casa rural de Connecticut. Rebasan la edad de 85 años de edad y aún conservan la energía y el humor para seguir haciendo bromas.