Enlace Judío México – La mezcla de una población inmigrante con una sociedad colectivista que fomenta la creatividad individual proporciona los cimientos de la Nación Startup.

INBAL ARIELI

Viendo las noticias desde mi sala en Tel Aviv me cuestionaba si la dicotomía de las culturas y sociedades, individualistas o colectivistas sigue siendo relevante.

Se nos ha enseñado que existen dos de culturas, individualistas o colectivistas, mientras que las sociedades se inclinan hacia una u otra.

Una cultura individualista es aquella en la sus miembros se preocupan de sí mismos y de su familia inmediata. En cambio, en una cultura colectivista, las personas se integran en grupos fuertes y cohesivos.

Los países de Europa Occidental y Estados Unidos suelen ser individualistas, donde los logros personales y los derechos individuales son fundamentales.

Países como Guatemala, China, Japón y Corea del Sur se encuentran en el otro extremo. Ahí, el comportamiento desinteresado, la importancia de la familia extensa y la cooperación son altamente valorados.

Sin embargo, una cultura es individualista o colectivista no elimina la tensión entre ambos valores que se deriva de la necesidad humana de pertenecer a un grupo y al mismo tiempo conservar la individualidad.

Esta tensión es fundamental para la experiencia humana. Nuestra autodefinición no se compone únicamente de actitudes, recuerdos y comportamientos idiosincrásicos que nos distinguen de los demás (nuestras identidades personales), sino también de actitudes, recuerdos y comportamientos colectivos extraídos de los grupos a los que pertenecemos (nuestras identidades sociales).

Las identidades de las personas son construcciones complejas tanto de su mundo cultural como de su personalidad individual. En culturas que son claramente individualistas o colectivistas, un valor tiende a existir a expensas de otro.

Curiosamente, la sociedad israelí es una mezcla de culturas individualistas y colectivistas. Ambos valores coexisten en armonía.

Gracias a este equilibrio, la expresión de la diferenciación individual y la pertenencia a un grupo tienen lugar simultáneamente. Esto se logra, por ejemplo, al maximizar la singularidad del grupo – cuando las personas se identifican con grupos que se distinguen de la corriente principal. Israel no tiene una sola corriente política, religiosa o cultural.

Las afiliaciones políticas y religiosas son tan diversificadas que el número de subgrupos es incontable. Paradójicamente, debido a que hay tantos subgrupos, al expresar lealtad a cierto colectivo, uno expresa realmente su individualidad.

Todos juntos

Tomemos, por ejemplo, la canción que niños de preescolar conocen de memoria, “Mi tierra de Israel” de Datya Ben-Dror:

Mi Tierra de Israel es hermosa y floreciente
¿Quién la construyó y quién la plantó?
Todos juntos!
Yo construí una casa en la Tierra de Israel
Así que tenemos una tierra
Y tenemos una casa en la Tierra de Israel.

Esta simbólica y esclarecedora canción expresa un aspecto único de la sociedad israelí: la tensión positiva que existe entre el grupo y el individuo. A lo largo de la canción, diferentes personas mencionan su contribución personal:

Planté un árbol …
Pavimenté una carretera…
Construí un puente.

Así que tenemos un país,
tenemos una casa,
Tenemos un árbol
Tenemos un camino

La respuesta a la pregunta: “¿Quién la construyó y la quién plantó?” es “¡Todos juntos!”

La creatividad y la cooperación de grupo están en armonía con la creatividad individual y la independencia. Esta tensión positiva también fomenta la creatividad, la innovación y la iniciativa que vemos en las empresas startup israelíes.

¿De dónde emana la tensión positiva? Yo diría que viene de la diversidad de los ciudadanos de Israel.

Israel es uno de los países más diversificados del mundo. Su población se compone principalmente de inmigrantes de todo el mundo. De hecho, en 2014, el 25 por ciento de la población judeo-israelí era inmigrante; 35% eran hijos de inmigrantes; Y otro 40% eran de segunda generación (sus abuelos eran inmigrantes).

La diversidad de grupos es un invernáculo para la creatividad y la innovación. A nivel nacional, la diversidad tiene una tremenda influencia positiva en la cultura y la economía de un país.

Según Forbes, el 40% de las compañías Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o sus hijos. Apple, Google, AT & T, Budweiser, Colgate, eBay, General Electric, IBM y McDonalds, entre otras deben su origen a un fundador que era inmigrante o hijo de un inmigrante.

Cuando la diversidad de grupos se da a nivel nacional, como lo es en Estados Unidos e Israel, se convierte en uno de los activos más valiosos de esa nación.

Existe una conexión entre la inmigración y la creación de una sociedad diversificada. Pero, ¿cuál es el vínculo entre los inmigrantes y el espíritu empresarial?

Casi por definición, los inmigrantes toman riesgos y son trabajadores. Han dejado sus países de origen para elegir su propio camino. Al llegar a una nueva tierra, los inmigrantes deben adaptarse a un entorno físico y cultural totalmente diferente a lo que conocen.

La capacidad para tomar riesgos, trabajar arduamente y aprender rápidamente son las bases de los buenos empresarios. La mezcla de una población inmigrante con una sociedad colectivista que fomenta la creatividad individual proporciona los cimientos de la Nación Startup.

Ahora, quizás lo que debemos hacer es mantener estos valores sólidos y trasmitirlos a nuestros hijos a través de esta canción, entre otras cosas.

Inbal Arieli fue teniente de la unidad de inteligencia de élite 8200 de las FDI y más tarde asumió puestos de liderazgo en el sector de la alta tecnología israelí. Es asesora principal de Start-Up Nation Central y co-directora general de Synthesis. Se ha destacado como una de las 100 personas más influyentes de la alta tecnología israelí. Actualmente está trabajando en una investigación de cómo la cultura israelí forma a empresarios desde temprana edad.

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