“Tengo miedo del día en que la tecnología vaya a sobrepasar a la interacción humana : El Mundo será una generación de idiotas”
Albert Einstein

 

Enlace Judío México.- Lo confieso: los avances virtuales me ponen nerviosa. No me gustan.

SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO

Todos esos laboratorios espaciales, la industria informática, los aparatos esos de tres dimensiones (¿o ya hay cuatro?), el poder percibir los olores en una película, sentirla como si estuvieras ahí dentro de la pantalla, etc. Todo se reproduce últimamente, y pienso que algún día se comercializarán los instrumentos que la hagan posible. Google y otras compañías ya han comenzado.

Un concepto que da miedo: Realidad Virtual. ¿Será un juego de palabras o es alguna filosofía metafísica como la religión budista en que algo que no es real… puede llegar a serlo?

Siempre me ha interesado saber ¿por qué tantos jóvenes en Israel y en el mundo entero estudian informática? Entre otras cosas, creo que para entregarnos cualquier día de estos una realidad virtual.

Imagínense. Podremos ponernos un traje especial, algo así como el de los astronautas, o un casco o audífonos, y aunque estemos en México, tendremos la posibilidad de sentir que estamos caminando en la ciudad vieja de Jerusalén sin que ningún terrorista ponga nuestra vida en peligro.

En la película “El hombre del traje blanco”, una comedia satírica inglesa de 1951, un joven químico inventa un tejido que no se desgasta nunca, y está feliz porque cree que es un invento maravilloso. Pero no es así. Todos lo persiguen. Los dueños de la fábrica de textiles porque ya no pueden vender y los trabajadores que quieren impedir que el nuevo invento se divulgue porque tienen miedo que las fábricas se cierren y se queden sin trabajo. Ideas maravillosas y que sin embargo tienen sus bemoles.

Las consecuencias del éxito o fracaso de lo virtual son fáciles de prever. Por ejemplo, ¿para qué voy a gastar dinero en un restaurante caro en París si puedo sentir lo que se come en el Maxim, el Hilton o las enchiladas suizas en Sanborns con solo ponerme un traje virtual?

Ustedes pensarán que esto es fantasía, pero pónganse a pensar. ¿Qué pasaría si se creara una máquina que hace reales todos los mundos posibles? Cuántas veces no le habrán dicho a uno de sus hijos, vamos a conocer la muralla china, y éste tal vez les haya respondido: “Ya la vi en la tele. Ya sé cómo es”. En nuestra propia casa podremos recorrer, con todas las sensaciones aparentemente reales, cualquier país, y hasta otros planetas.

No es por asustar, pero en este siglo los aditivos a los alimentos, por ejemplo, o los abonos químicos, la fumigación, han quebrantado la salud de millones, para que te sepa a dulce, para que te sepa a chocolate, para que te sepa a camarones si eres kosher. Se han desarrollado distintas enfermedades, sin mencionar esa terrible que empieza con c, y termina con r, y que una hipocondriaca como yo no se atreve ni a escribirla. Se han ido creando unas gigantescas industrias médico-quirúrgicas, para confrontar a las enfermedades cardiovasculares, ocasionadas muchas veces por alimentos casi virtuales. Alimentos de mentira. Así que imagínense lo que pasaría, las consecuencias para la humanidad, de nuevas realidades virtuales.

Los seres humanos somos curiosos y poco prudentes. Siempre queremos experimentar esto o aquello, y las drogas son cada día más peligrosas por múltiples razones. Pero no nos preocupemos, hay una realidad virtual esperándonos a la vuelta de la esquina.

Llegará un momento en que tal vez no sea necesario viajar a un campo de concentración para saber qué sintieron los que ahí murieron. Desde tu propia casa podrías tener estimulantes sensaciones con la realidad virtual, y sentirás el campo de exterminio de Auschwitz en el preciso momento en que se arroja el Zyklon B por las regaderas, o visitarás Babi Yar desde tu casa para poder sentir cómo se muere uno, o sentirás la sangre correr por tu rostro en la Inquisición, o experimentarás el dolor con las torturas durante la dictadura argentina.

Macabro, es verdad. Pero siempre hay gente que quiere experimentarlo todo.