En 1904, el pueblo ruso de Yekaterinaslov (ahora Dnepropetrovsk de Ucrania) marcó el nacimiento de una futura atleta olímpica llamada Fania Rosenfeld de unos padres que en breve trasladarían la familia a Ontario, Canadá para dirigir un negocio basura. Mientras trabajaba en una fábrica de chocolate de Toronto, Rosenfeld comenzó a romper expectativas y batir récords.

ZACHARY SOLOMON

A principios de la década de 1920, no trabajando aun en la línea de montaje del chocolate, Rosenfeld -que sería apodada Bobbie por su peinado- pasaba los fines de semana al frente de su equipo de baloncesto de la Asociación Hebrea de Jóvenes en los campeonatos. Y entonces empezó a generar titulares.

En un solo día en los campeonatos de atletismo de las Damas de Ontario en 1925, Rosenfeld se colocó primera en disco, lanzamiento de pesas, tiro de 220 yardas, vallas bajas, y salto largo. Y en los Juegos Olímpicos de Amsterdam de 1928, anotó más puntos para su país que ningún otro atleta en los Juegos, independientemente del género.

La artritis forzó a Rosenfeld a retirarse en 1933, pero se lo tomó con calma, pasando a entrenar y dirigir “Sports Reel”, una columna que escribió para el Globe and Mail de Toronto durante veinte años.

Las hazañas de Rosenfeld aún resuenan, casi cincuenta años después de su muerte. Fue una de las primeras personas que ingresaron al Salón de la Fama de Deportes de Canadá; y el año pasado fue seleccionada en una lista para aparecer en un billete de $10. No quedó finalista, pero en 1996, apareció en un sello postal.

Fuente: The Jewniverse – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico