Esta semana tres árabes israelíes armados con cuchillos, una pistola y dos ametralladoras atentaron contra una unidad de las fuerzas de seguridad en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Mataron a dos policías. A su vez, los agentes de seguridad respondieron al ataque y abatieron a los tres terroristas. Por supuesto, habría mucho más que decir en torno a este atentado, pero, por desgracia, no se le ha prestado mucha atención.

RICARDO RUIZ DE LA SERNA

En realidad, los titulares en España se centraron en la muerte de los terroristas y no en la triste suerte de los dos policías a quienes mataron. Resultaba, al parecer, mucho más interesante subrayar que las fuerzas israelíes mataban a tres personas que el atentado terrorista que habían cometido. En algún caso, se habló de un tiroteo como si agresores y agredidos estuviesen en el mismo plano de igualdad, es decir, como si hubiese sido un duelo y no un acto de terrorismo

Este relato sobre la actualidad de Israel (el israelí como atacante y victimario y el terrorista como agredido y víctima haga lo que haga) revela una estructura más profunda que reaparece cada cierto tiempo con renovadas fuerzas en el discurso público europeo y, especialmente, en nuestro país: el judío como sospechoso habitual, como agresor constante, como asesino de indefensos. El nuevo antisemitismo ha tomado, así, una vieja estructura de la judeofobia medieval -podríamos rastrear sus orígenes hasta el Libelo de Sangre y las acusaciones de crimen ritual cometido contra una vida inocente- y lo ha aplicado al Israel y a los israelíes judíos, es decir, al Estado judío y a la mayoría de sus habitantes.

Así, se retrata al israelí como alguien que mata y se soslaya que lo hace en legítima defensa frente a un terrorista. De todos modos, incluso si esto se menciona, el estereotipo del asesino queda confirmado: sea por la razón que sea, el israelí aparece como alguien que mata. El remate viene cuando entra en juego la hipocresía de quien se limita a negar con la cabeza: “así no se hacen las cosas”, “hay que detenerlos y juzgarlos” y los demás tópicos que muchos repiten, pero nadie cree cuando tiene al terrorista enfrente.

Israel, nacido durante el comienzo de la Guerra Fría, viene padeciendo desde hace mucho tiempo la simplificación de la realidad como una lucha entre los “ricos” y los “pobres” o los “opresores” y los “oprimidos”. De nada sirve recordar que esos pretendidos pobres son, en realidad, manipulados desde Estados que financian el terrorismo con los ingresos de petróleo y que se cuentan entre los más ricos del planeta. Es inútil advertir que la pobreza de los palestinos no es ajena a la corrupción de sus líderes y a la utilización para el terrorismo de los fondos que deberían haber servido para el desarrollo social, económico y político tanto de Gaza como de Cisjordania desde hace décadas. Es en vano señalar que los palestinos han sido el instrumento que unos y otros regímenes islámicos desde Irán hasta las monarquías del Golfo han utilizado para sus propios fines. Los marcos de la información, que se remontan a la guerra Fría y los pretendidos “movimientos de liberación”, gozan de excelente salud cuando se trata de la actualidad de Oriente Medio. La falsedad intrínseca que los inspira no es óbice para que sigan vivos.

En 2004, la editorial Riopiedras publicó el célebre libro de Hadassa Ben-Itto “La mentira que no ha querido morir: Cien años de los Protocolos de los Sabios de Sión”. Hoy podríamos aplicar el título a algunos de los tópicos que se siguen repitiendo sobre Israel.

Estas mentiras que se resisten a morir no son una amenaza existencial para Israel, pero sí son una barrera para la paz y el fin del conflicto. Hay generaciones de jóvenes en los países árabes y en Europa que solo escuchan, leen y ven mensajes de odio contra Israel y ataques contra su legitimidad como Estado. El discurso de odio contra los judíos, que se extiende por Europa a través de las redes sociales y se alimenta desde los círculos islamistas y yihadistas del continente, se nutre de pretendidas informaciones sesgadas y manipuladas como éstas.

 

 

 

Fuente:hatzadhasheni.com