Nadia Cattan Jafif para Enlace Judío México- La importancia del Rabino Kook en la historia judía es trascendental, pero para comprender en su justa dimensión a qué se debe esta importancia, es necesario ubicarlo en el contexto histórico que le tocó vivir.

Abraham Isaac Kook nació en 1865 en una región báltica de Rusia, proveniente de una familia ortodoxa, pasó su niñez en el “jeder”, (pequeña escuela a donde acudían los niños judíos) donde invertía largas horas de su vida estudiando el Talmud y la Torá.

Al cumplir 13 años emigró a otras ciudades y se convirtió en el alumno de grandes maestros, la filosofía y la cabalá comenzaron a ser parte importante de aquel joven estudiante. Los años de adolescencia pasaron y después de su matrimonio, se convirtió en guía espiritual de las kehilot, (comunidades) de su región. Sus primeras publicaciones no tardaron en llegar, una de ellas fue “Jabush Peer”, que trata sobre la mitzvah que significa el precepto de los tefilín, pero sin duda, la publicación que marcó un hito en su carrera fue “Teudat Israel Ulemiutó” (“La esencia de Israel y su nacionalidad”) en este escrito planteó las bases del sionismo religioso en contexto a lo que en aquellos años se estaba viviendo.

Su popularidad se incrementaba y ya para su edad adulta era conocido como un tzadik y como un Gaón, es decir, como un hombre justo y como un erudito, sus aptitudes de líder espiritual le comenzaban a atribuir un reconocimiento mundial.

Sin embargo, ser judío en Rusia a principios del siglo XX no era sencillo, las restricciones económicas y civiles dificultaban el bienestar en la comunidad judía, y en tiempos más violentos, masacres perpetradas contra los judíos, permitidas o provocadas por el Zar en turno, terminaron provocando que muchos miembros de la comunidad dirigieran su mirada a Palestina, lo que alguna vez tuvo el nombre de Eretz Israel, su tierra ancestral. Esto, aunado a la guerra Rusia – Japón, que junto con la primera revolución rusa, trajo violencia y caos social. En la comunidad judía rusa también hubo transformaciones ideológicas que dieron paso a movimientos socialistas, estos movimientos provocaron inmigraciones a Eretz Israel que más tarde se conocerían como la “segunda aliá”.

En 1904, el Rab Kook fue invitado a ser el líder religioso de la comunidad judía de Yafo, Palestina, a pesar de que la comunidad era pequeña y de escasos recursos el Rab accedió con entusiasmo, pues esta propuesta significaba no sólo alejarse de la inestabilidad de Rusia sino sumarse al proyecto sionista que tanto simbolismo representaba en su ideología.

Así pues, el Rab Kook emigró a Palestina, y ahí, se encontró con entusiastas y trabajadoras comunidades judías que instaladas en kibutzim, se dedicaban a trabajar la tierra luchando por lograr una prosperidad. Ante ello, el Rab Kook no se mantuvo ajeno, a pesar de que aquellos agricultores no tenían un ímpetu religioso, Kook encontró la manera de construir puentes de comunicación y conciliar el objetivo sionista con la religión.

Los que se contraponían no tardaron en manifestarse, pues bajo la perspectiva judía ortodoxa el sionismo político es una desobediencia, ya que el retorno de los judíos hacia Eretz Israel sólo debe de darse con la llegada del mesías. Sin embargo, el Rab Kook concilió estas ideas explicando que la llegada de los pioneros hacia la tierra prometida sería una herramienta, un catalizador para el cumplimiento de tan sagrado momento; es decir, el mesías llegaría y la redención divina finalmente sucedería, la inmigración de tantos judíos simplemente aceleraría el proceso.

En su apogeo curricular, el Rab Kook viajó a Europa para participar en el congreso mundial de Agudat Israel, pero el estallido de la Primer Guerra Mundial le impidió regresar a Palestina, por lo que tuvo que refugiarse en Suiza hasta 1917, ese mismo año fue nombrado Rabino de la Comunidad judía de Londres.

La Primera Guerra Mundial había terminado, pero para los judíos del mundo la guerra había dejado un evento histórico: Palestina ya no era parte del Imperio Otomano, sino una colonia inglesa, este hecho abría una nueva esperanza, una esperanza que se confirmó con la declaración Balfour de 1917, pues aquella declaración hablaba muy claramente sobre el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío.

El Rabino Kook se unió al proyecto y en 1921 se convirtió en el primer gran rabino Ashkenazi de la comunidad judía de Palestina, en 1924 creó la Yeshiva Merkaz Harav, pero la mayor aportación que hizo a su entorno, fue convencer a sus correligionarios que el sionismo político y el sionismo religioso no tienen porqué estar peleados, pues los judíos de regreso en Eretz Israel representan un eslabón de lo que más tarde será una divina redención.

Kook murió en 1935, sus ojos ya no vieron la tragedia que fue el Holocausto, ni el triunfo que significó el establecimiento del Estado de Israel, pero la semilla de su pensamiento ya estaba sembrada y la cosecha de su ideología sería determinante para tiempos clave en la historia judía, tiempos en los que, de manera oficial, los judíos volvieron a su tierra prometida.