Enlace Judío México.- Parece que es momento de llevar una ofrenda, a modo de tregua, a los pies de la imagen de Tláloc afuera del Museo Nacional de Antropología. No sé si funcione, pero ante los estragos del último mes, estoy dispuesto a considerarlo.

LUIS WERTMAN ZASLAV

Tardaremos algún tiempo en olvidar esta temporada de lluvias, una de las más severas que recuerdo. Sin embargo, según la información oficial, cae la misma cantidad de agua, sólo que de manera focalizada, por periodos cortos y con mayor intensidad. Es probable que me equivoque, al no ser un experto.

No obstante, en medio de la tormenta del miércoles que abatió al sur de la capital, escuché una entrevista radiofónica con quien sí lo es desde hace años: el ingeniero Ramón Aguirre, titular del Sistema de Aguas de la Ciudad. Y los argumentos que dio al aire merecen ser retomados.

Primero, la inversión en el drenaje debe ser constante si queremos un mantenimiento correcto; en segundo lugar, éste es un plan de largo plazo (incluso mencionó que el Sistema tiene uno ¡a 36 años!) por lo que se trata de una política pública que, creo, no puede depender de la política a secas o de los intereses de quienes estén a cargo de la administración de la ciudad y, finalmente, que el año pasado hubo un recorte de 72% en los recursos federales que le corresponden a los capitalinos para este delicado tema.

Deduzco entonces que lo que falta no es un diagnóstico sólido, un plan a futuro y técnicos capaces para ejecutarlo, sino voluntad y compromiso legislativo, porque son obras que no tienen rentabilidad política aparente, a pesar de que son vitales para la capital del país y para cualquier otra ciudad que sufra precipitaciones similares.

Aunque el común denominador es la acumulación de basura que tapa coladeras, la grasa arrojada a las alcantarillas y el desgaste de la infraestructura hidráulica, la realidad es que no estábamos preparados como ciudadanos para lluvias de este tipo. Mucho menos para modificar nuestros hábitos con respecto a los aguaceros; ni para recuperar el agua de lluvia y prever estos momentos, justo cuando deberíamos, que es en tiempo de secas.

Prácticamente, ninguna delegación se ha salvado de las inundaciones esta temporada, lo que podría comprobar que a la lluvia (y tal vez, también a Tláloc) le tiene sin mucho cuidado de qué color es el partido o quién gobierna en la siguiente demarcación que será afectada.

Si es un problema general, una buena idea sería dotar al Sistema de Aguas, y a la ciudad misma, de los recursos necesarios para ejecutar este plan de seis sexenios, sin regateos y como una política hecha ley, similar a los derechos sociales que hoy se encuentran
vigentes en la capital.

Porque si en una ciudad el agua debe ser un derecho —y su cuidado una obligación— es en ésta. Sin ella, discutir cualquier asunto acerca de la capital se vuelve ocioso. Es el recurso que le da viabilidad a cualquier desarrollo humano, así de simple.

Inicia un nuevo periodo de sesiones en el Congreso federal y en el local, las propuestas de presupuesto están próximas a discutirse; pienso que las últimas lluvias seguirán cayendo para entonces, como un recordatorio de que la naturaleza actúa y se comporta de manera independiente a las decisiones humanas, lo que deja claro que somos nosotros quienes debemos adaptarnos a ella y no al contrario.

 

Twitter: @LuisWertman

 

 

Fuente:excelsior.com.mx