Enlace Judío México – “Rabotai, llegó el momento de agradecerle a Boré Olam por todo lo que nos dio este año que está por terminar. La época de reivindicación, de pedir perdón, de abrazar al prójimo y de rezarle a Hashem. Primeramente Dios Bashana Habaa Veyerushalaim” o algo parecido dice cada año el rabino de mi comunidad, antes de iniciar el rezo la noche de Rosh Hashaná.

LA OVEJA NEGRA EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Bienvenidos sean todos a las Fiestas Mayores, la época en la que comer es sólo un pretexto para convivir en familia y ver a todos esos parientes que durante el año brillaron por su ausencia, pero son los que mejores postres llevan a casa de la abuela en los eventos especiales.

La época en la que todas las niñas bien, señoritas de casa, escogen sus ropitas más hot para ir a buscar novio al templo y, aprovechando el viaje, rezar un poco. Primero para recibir el año y después para pedir perdón por todos sus pecados. A la época de familia, de hermanos, de abuelos, de padres, de primos y de tíos; muchos de estos incómodos, metiches y preguntones.

Y no me van a dejar mentir, todos tenemos a esos familiares que nunca vemos y que sólo nos saludan para preguntar, ¿para cuándo la novia, m’ijito? Y ¿cómo dejar pasar a las mamás intensas que en vez de decirte “Shaná Tová”, sus palabras más profundas son: “que te vea novia”. Eso estaba bien en 1960, cuando la mayor aspiración de vida era conocer a alguien, salir un par de veces, hacerse novios y, por default, casarse porque era el siguiente paso.

No soy nadie para juzgar esta conducta, pero lo que sí soy, es una mujer judía y soltera, tengo más de 25 años y pocas cosas me incomodan tanto como estas fechas. No tiene nada que ver con la fiesta, el rabino, el templo o la religión ni mucho menos con la comida, más bien, mi peor pesadilla es todo lo que implica la convivencia familiar.

Sin querer, terminas siendo el tema de conversación en la mesa y no les puede importar menos que estés sentada frente a ellos escuchando como, indirectamente, te conviertes en la “pobrecita” de la familia porque no sales con nadie, no tienes novio y no estás a punto de casarte.

Hace un par de semanas mi abuelita me llamó a su cuarto, traía una cara de preocupación que les juro pensé que alguien había muerto. Me senté en su cama, ella abrió el vestidor y sacó una servilleta que apretó con su mano; no tenía la menor idea de qué estaba sucediendo. Me dio la servilleta y dijo: “Necesito” –de necesidad, tipo, de vida o muerte- “que te comas esta rosca, me la dio una amiga en la boda de la semana pasada”.

Honestamente, al principio me molesté y le contesté de manera grosera que no necesitaba brujería para encontrar novio, porque si lo encontraba y no me hacía feliz, ella iba a ser la culpable. Tomé la rosca, me salí del cuarto y la tiré a la basura. Unos minutos después se disculpó y dijo que lo hacía por mi bien. Le pedí de favor y de la manera más amorosa que pude, que por el bien de nuestra relación familiar, no se metiera en mis asuntos. Después de un rato, lo superamos y ya todo como si nada hubiera pasado.

La tradición judía tiene dos bases muy sólidas: la comida y el matrimonio. De aquí se desprenden un montón de frases y actividades que las solteras y los solteros deben y no deben hacer en esta época y toda su vida, para encontrar al novio ideal o por lo menos a alguien que las acompañe a las comidas familiares a ver si dejan de presionar porque, fuera de broma, genera angustia y ansiedad:

Las 7 frases más famosas:

  1. ¿Y para cuando el novio, m’ijita chula?
  2. A ver si el próximo año ya traes a alguien.
  3. Mira a todos tus primos en pareja y tú, ¿para cuándo?
  4. Que te veamos novia
  5. Apúrate hijito, que me vas a agarrar cansada.
  6. Quiero ser bisabuela antes de morirme.
  7. Se te está yendo el tren.

Las 7 actividades más vergonzosas:

  1. Chupar el hueso de la mano de carnero en Pésaj debajo de las escaleras.
  2. Darles vueltas a la mesa con la charola de Pésaj mientras toda la familia te observa.
  3. Detener el recipiente en el que echan el vino de las plagas y luego tirarlo al excusado viendo a la luna.
  4. Comerse un pedazo de rosca tronado en la cabeza de una ‘futura novia’ el día de su Tevilá.
  5. Guardar un pedazo de carne de la keará de Pésaj en el saco de los hombres.
  6. Soplarle a la botella de vino una vez que se terminó.
  7. No sentarse en la esquina porque, o te casas con un divorciado, o tardas siete años en casarte, o de plano, te quedas soltera para siempre.

Me contaba ayer una amiga que leyendo un libro de la vida comunitaria judía en Cuba, encontró un dato insólito que quizá, pueda generar lo mismo que me provoca a mí la presión familiar por encontrar pareja. En 1928 se creó una “Casa de atención para jóvenes solteras para velar por preservación de su moral”. El nombre lo dice todo, les juro que no tienen que velar por la moral de nadie. Encontrar pareja y casarse es una decisión personal y no hay necesidad de involucrar a toda la familia en esta búsqueda. El hombre perfecto o la mujer ideal llegarán a nuestras vidas cuando Dios decida, no cuando nos comamos el ojo de pescado en la mesa de Rosh Hashaná.

Ahora, si sienten lo mismo, compartan este artículo y etiqueten a todas aquellas personas que sufren este mismo mal en cada reunión. Envíenla a todos los tíos, primos, hermanos, papás, abuelos y amigos de los abuelos, que los presionan como si la soltería fuera anormal y nos cuentan si, después de leerlo, los dejaron de molestar.

Shaná Tová Umetuká y Gmar Jatimá Tová, que nos escriban en el libro de la vida. Que tengamos salud, éxito, sonrisas, comida y felicidad y que el matrimonio sea la menor preocupación de nuestros familiares… en serio, se los deseo de corazón.


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