Enlace Judío México.- Trinidad y Tobago están desempeñando un papel relevante y creciente en las rutas de tránsito para el contrabando de drogas desde el Caribe a Europa y los EE.UU.

GEORGE CHAYA

En consecuencia, la capacidad de EE.UU y de los países de Centro y Sudamérica para estar seguros dentro de sus propias fronteras, depende fundamentalmente de las medidas de seguridad y el monitoreo de esas actividades que incluso exceden al narcotráfico para extenderse al tráfico de armas y a las actividades terroristas.

Existen marcados contrastes y contradicciones sobre Trinidad y Tobago en las que una gran mayoría de la opinión pública internacional -incluido el público argentino- carece de información.

A pesar de su pequeño tamaño, Trinidad y Tobago es uno de los países más ricos y desarrollados económicamente de la región y cuenta con una gran diversidad étnica con poblaciones de ascendencia africana, india, libanesa, china y europea. Su diversidad se ve reforzada y complicada por sus fronteras relativamente abiertas y su tradición de ser una nación de inmigrantes a la que se debe sumar importantes comunidades recién llegadas desde Venezuela, China, Siria y África.

A pesar de su alto PIB per cápita, Trinidad y Tobago destaca por tener “el mayor registro de delitos violentos en el Caribe Oriental” con 463 homicidios en 2016, aproximadamente 35 cada 100.000 habitantes.

El país tiene un grave problema con bandas criminales involucradas en delitos de narcotráfico, secuestros y tráfico de armas, y fue objeto de un cruento intento de golpe de Estado en 1990 por el grupo islámico radical Jamaat al- Muslimin (JAM por sus siglas en castellano).

Sin embargo lo más preocupante para las democracias de Centro y Sudamérica, como para los EE.UU, es su historial de “ser el mayor contribuyente regional de combatientes islámicos a Irak y Siria“.

En Trinidad y Tobago, opera un grupo islámico muy violento que se autodenomina “Los Rebeldes de ISIS” (en alusión al Estado Islámico por sus siglas en Ingles), más de un centenar de jóvenes radicalizados han viajado desde Trinidad y Tobago para luchar en las filas de ISIS en Siria e Irak. Este es el mayor problema al que se enfrenta el gobierno local más allá de las pandillas, el tráfico de armas y drogas.

De hecho, en agosto de 2017, el primer ministro, Keith Rowley, reconoció que estos temas constituían el principal desafío que enfrenta la agenda de su gobierno al hablar sobre la interacción entre el Islam y las bandas de traficantes de armas y drogas que abrió el camino al mayor problema actual de Trinidad y Tobago: “la penetración islamista de musulmanes radicales que han estado llegando desde países africanos y de Siria”, y es allí donde el gobierno sitúa su gran preocupación de que pudiera repetirse el contexto del golpe de 1990 ejecutado por Jamaat al-Muslimin, la organización creció desde 1990 y ha ganado la adhesión de grandes sectores de jóvenes del país a través de conversiones al islam en muchos casos, y en otros, según Rowley “el problema de penetración islamista se vio potenciado por la migración de los países árabes musulmanes en conflicto y de cientos de inmigrantes ingresados desde Venezuela con pasaportes emitidos por Caracas, pero sobre los que pesan dudas, por los que se investiga la verdadera nacionalidad de origen de sus portadores y supuestos ciudadanos venezolanos”.

La población musulmana original de Trinidad y Tobago es originaria de India oriental y vivió siempre en armonía con todos los sectores de la población. El Jamaat al-Muslimin, por el contrario, tuvo sus orígenes en la juventud afro-trinitense de los barrios marginales como Laventille. Su líder, Lennox Philip, es un ex-policía despedido de la fuerza por inconducta, Philip se convirtió al islam, asumió el nombre de Yassin Abu-Bakr y construyó su movimiento sobre la radicalización de esos jóvenes y el discurso anti-corrupción que impregna al gobierno y la sociedad.

Tras el infructuoso intento de derrocar al estado en 1990 y la decisión del gobierno de perdonar a los líderes de JAM, el movimiento se desdobló en múltiples bandas de jóvenes afro-trinitenses conectados con el fundador de JAM, Yassin Abu-Bakr. Esos grupos no fueron desarticulados luego del intento de golpe y sobrevivieron políticamente, se potenciaron y hoy interactúan con varias bandas del narcotráfico en el corredor Este-Oeste desde el norte y hasta la costa Occidental.

A esas bandas pertenecen los 175 combatientes islamistas que han viajado de Trinidad para luchar por ISIS en Irak y Siria que han sido identificados por agencias de inteligencia occidentales. Aunque la mayoría de esos jóvenes no proceden directamente del JAM, ni asisten a su mezquita en el suburbio de St. James, en Puerto de España, y sus orígenes se relacionan con bandas afro-musulmanas (algunas separadas del JAM después de 1990), han sido influenciados y radicalizados por las mezquitas de Río Claro y Carapo.

No obstante, sigue habiendo una conexión entre el JAM y los combatientes que han ido a Siria e Irak en la medida en que los líderes de las mezquitas más radicales, entre ellos Nazim Mohammad de la mezquita de Río Claro (de la cual han salido el mayor numero de reclutas de ISIS) y Hassan Ali, Director de la mezquita de Carapo.

Evan Ellis, un analista experto y estudioso de asuntos de seguridad en América Latina y el Caribe explico recientemente que: “A pesar de la imagen de Trinidad y Tobago como una sociedad democrática y con libertad de expresión, el discurso de los imanes en mezquitas radicales durante el servicio de oración suele violar abiertamente la ley”. De manera similar, Ellis ha escrito que “al menos una de las mezquita del JAM esta sospechada de estar involucrada en entrenamiento paramilitar”. Sin embargo, el Estado ha tomado medidas cuando las actividades de las mezquitas han violado la ley. Un ejemplo de ello es el juicio de 2015 y la condena por asesinato a Rajee Alí, hijo del líder de la mezquita de Río Claro.

Con respecto a los combatientes extranjeros, muy pocos son conocidos por haber regresado, pero poco se sabe acerca del número final de los que han viajado a unirse a ISIS.

No sólo el movimiento de terroristas de Trinidad y Tobago a Oriente Medio es un grave problema en materia de yihadismo, el peligro del regreso de esos elementos radicales presenta riesgos muy altos de incidentes terroristas en Trinidad y Tobago y en la región de América Central y del Sur, la República Argentina no está exenta de esa amenaza.

A finales de 2015, la Policía de Trinidad y Tobago estimó que había 147 bandas, con 1.698 miembros, responsables de aproximadamente el 34% de los asesinatos en el país, el 80 % de ellos fueron sindicados como pertenecientes a organizaciones islamistas por las autoridades policiales locales. Para Trinidad y Tobago, para la región e incluso para los EE.UU, la presencia de bandas criminales es muy negativa, disminuye las áreas sobre las cuales los estados tiene control e indirectamente debilita la gobernabilidad deprimiendo la actividad económica y promoviendo una cultura de violencia, y en última instancia crea y favorece un espacio en que el narcotráfico y las redes terroristas se expanden.

Las bandas criminales están directamente vinculadas a la amenaza yihadista, por lo tanto, la lucha contra el terrorismo no es exclusiva de los EE.UU, todos los países de la región deben estar alertas, incluida la República Argentina.

 

 

 

Fuente:infobae.com