Enlace Judío México – Los partidos que forman la coalición de gobierno dominan las preferencias en las encuestas y se espera que Angela Merkel asuma su cuarto período consecutivo, pero todo se perfila para que la xenófoba, euroescéptica y nacionalista Alternativa para Alemania llegue al parlamento.

GERMÁN PADINGER

Desde la llegada al poder en 2005 de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, en alemán) con Angela Merkel a la cabeza, la política en Alemania pareció ofrecer pocas sorpresas, y las encuestas anticipan que esto seguirá así ante un inminente cuarto mandato de la canciller.

Pero los alemanes que acudan a las urnas este domingo en lo que muchos consideran “la elección más aburrida de la historia” se enfrentarán a una novedad que, si bien no parece tan grande como el cambio de gobierno, tiene un impacto simbólico mucho mayor: la entrada de la ultraderecha al Parlamento (Bundestag, en alemán) por primera vez desde la creación de la República Federal en 1949.

Según la última encuesta realizada el martes por la consultora Forsa y citada por el periódico Bild, Alternativa para Alemania (AfD, en alemán) se encontraba en el cuarto lugar en intención de voto con el 9%.

Mientras que un sondeo realizado por Emnid la semana pasada la ubicaba en el tercer puesto, con el 11%.

Ambas encuestas, y muchas otras, establecen en tanto la supremacía de la CDU de Merkel con el 36%, seguida por la Socialdemocracia (SPD), aliada en la Gran Coalición de gobierno, en torno al 22%, por lo que de cumplirse las expectativas volverán a estar en condiciones de mantener a la canciller en el poder.

De cualquiera manera AfD, con un discurso euroescéptico, xenófobo y ultraconservador, que al mismo tiempo pone en agenda problemas de pobreza y desigualdad en la cuarta economía del mundo y se opone a los rescates financieros de los países europeos que aún intentan salir de la crisis, se perfila para superar el umbral del 5% y acceder a la representación en el Bundestag, la primera vez para una fuerza de este estilo en la historia de la joven república.

“Los partidos reaccionaron muy pasivos a la comunicación agresiva del AfD. En vez de nombrar problemas y desafíos en la integración, han dejado estos temas para la operación de los ultraderechistas”, sostuvo Maria Befeldt, politóloga por la Freie Univesität Berlin.

“Sobre todo en las redes sociales, el AfD ha sabido conquistar los debates y comentarios, muchas veces distorsionando la verdad con Fake News y mensajes xenófobos”, agregó.

Por otro lado Franco Delle Donne, consultor en comunicación en el Parlamento de Berlín y doctorando en la Freie Universität Berlin, señaló que “va a ser un golpe simbólico muy fuerte para todos los partidos tradicionales, porque el discurso de AfD es el de la anti política. Especialmente si sale tercera porque se convertirá en la principal oposición al gobierno”.

Además de la novedad de tener a un partido de ultraderecha, si los resultados emulan a las encuestas el Bundestag albergará a seis partidos por primera vez desde sus inicios en 1949, lo que significa que la fuerza ganadora tendrá más dificultades para lograr una coalición de gobierno.

“AfD va a tener un escenario muy importante en el Bundestag y rompe el taboo de que ningún partido a la derecha de la CDU había logrado la legitimidad del parlamento”, consideró Delle Donne, autor junto a Andreu Jerez del libro Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania.

Fundado en 2013 como un partido con una agenda centrada en el euroescepticismo, que cuestiona la idea de que la Unión Europea es buena para Alemania, AfD logró un crecimiento notable en los últimos años, dejando su base en los estados de la ex República Democrática, los más pobres del país, y captando votantes decepcionados provenientes de todo el arco político y el territorio.

“Es una verdadera ruptura de todo el arco político, un fenómeno transversal que recibe votos de todas las fuerza”, dijo el analista, agregando que en cuatro años el partido logró ingresar en los parlamentos regionales de 13 de los 16 estados alemanes, y alcanzó su pico de popularidad en medio de la crisis de refugiados de 2015.

La asociación de AfD con corrientes xenófobas representadas por en parte por el grupo Pegida (Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente) e incluso con facciones neonazis disparó las alarmas en todo un país que en gran medida se define en relación al trágico y criminal legado del régimen totalitario de Adolf Hitler, entre 1933 y 1945.

Y si alcanza este domingo un lugar en el Bundestag, esta vertiente anti sistema obtendrá la legitimidad necesaria para convertirse en un actor de importancia y un par, al menos en teoría, para la CDU de Merkel.

La decisión estará en manos de las 61.5 millones de personas mayores de 18 años habilitadas para votar este domingo en el país más poblado de Europa y que ostenta el PBI más abultado. La participación en las últimas elecciones de 2013 fue del 71.5% del padrón, un número inusualmente alto entre los países desarrollados.

Los electores pasarán al cuarto oscuro para marcar dos preferencias: el candidato a parlamentario de su elección, según cada distrito, y el partido político que mejor los represente.

Los candidatos más votados de cada lista obtendrán un escaño, y luego también los partidos con más votos lograrán ingresar parlamentarios adicionales en representación de sus fuerzas, en un sistema único por el cual el número final de bancas puede cambiar con cada elección.

Terminado este proceso, el nuevo Bundestag (el número 19) elegirá tiempo después un nuevo canciller con la mayoría absoluta de sus miembros, situación que requiere, en base a porcentajes actuales e históricos, de la formación de coaliciones para llegar a esos votos.

Se espera que la gran ganadora vuelva a ser la canciller, encarando su cuarto mandato consecutivo que la tendrá como líder de Alemania por al menos 16 años, superando a los 14 de Konrad Adenauer, el ya mítico primer canciller de la República Federal, y alcanzando los 16 de Helmut Kohl, arquitecto de la reunificación alemana y mentor de Merkel.

Para ello los números actuales deberán mantenerse y la CDU tendrá que formar una coalición que acepte el cuarto término de Merkel, posiblemente y una vez más junto al SPD, aunque también se especulaba con una alianza con los partidos Verde y Democrático Libre, más pequeños.

Pero sin embargo su permanencia en el poder en constante alianza con la Socialdemocracia tiene sus peligros. “Otra Gran Coalición es negativa para la democracia, porque refuerza la ultraderecha antisistema y rechaza la posibilidad de que haya una alternativa sea real”, concluyó el analista.

Fuente: Infobae