Enlace Judío México.- Los días de Sucot eran días de una alegría especial en el Bet haMiqdash (Templo de Jerusalem). Además del mandamiento bíblico de tomar las cuatro especies (ארבעת המינים), había otras dos Mitsvot que se cumplían en el Templo. Una de estas Mitsvot era nisuj hamayim, la ceremonia de verter agua sobre el altar. La otra era la Mitsvá de la ‘arabá.

RAB YOSEF BITTON

NISUJ HAMAYIM
Los rabinos describen la gran alegría de la ceremonia de la libación del agua:

“Quien no ha visto la celebración de la libación del agua nunca ha experimentado la verdadera alegría. Grandes lámparas de oro eran erigidas, con cuatro tazas de oro en la parte superior de cada lámpara. Cuatro jóvenes sacerdotes, subían a la cima, llevando grandes jarras de aceite con las que se llenaban las lámparas. Una vez encendidas, no había un patio en toda Jerusalem que no brillara con la luz que emanaba desde el Templo. Se construían unos palcos especiales para permitir a las mujeres de Israel ver a los Sabios del Sanhedrín mientras bailaban. La gente cantaba, los hombres justos y piadosos bailaban delante de ellos, mientras hacían malabarismos con antorchas encendidas. Los Levitas permanecían de pie en los quince escalones que descendían desde la corte de Israel hasta la corte de las mujeres, tocando música con liras, arpas, trompetas y muchos otros instrumentos. Dos sacerdotes se paraban en la parte superior de las escaleras, a cada lado de la entrada de la gran puerta de la Corte y hacían sonar las trompetas de plata [estas eran trompetas reales, no shofarot Y.B.]. Todo esto se hacía para honrar el mandamiento de la libación del agua. Al amanecer, la gente procedía con melodías y cantos hacia la fuente del Shiloaj, al pie de las murallas de Jerusalén. Un Cohé llevaba consigo una jarra de oro especial y la llenaba con el agua de ese manantial. Entonces la congregación ascendía de nuevo al Templo, encabezada por el sacerdote que llevaba el agua. Al llegar al Templo, el Cohén traía la vasija hasta el altar, y derramaba el agua en una vasija de plata, en una esquina del altar. (Tratado Sucá, Capítulo 5)

Esta ceremonia festiva, conocida en hebreo como bet haShoebá, estaba conectada obviamente a las plegarias por la lluvia y era acompañada por Tefilot y oraciones de alabanza, confiando que HaShem bendecirá con la lluvia a la tierra y a sus productos durante el año entrante.

MITSVAT ‘ARABÁ
La otra Mitsvá especial que se celebraba en el Bet haMiqdash era mitsvat ‘araba, “El mandamiento de las ramas de sauce”. Esta Mitsvá era independiente de la Mitsvá de las dos ramitas de sauce en las cuatro especies (ארבעת המינים), que están atadas junto al lulab y al hadas.

¿En qué consistía la Mitsvá de la ‘arabá en el Bet haMiqdash? La Mishná dice que había un lugar en las afueras de Jerusalem llamado Motsa (que existe hasta nuestros días y se encuentra a las orillas del río “Soreq”). Cada día de Sucot, la gente descendía a Motsa y cortaban grandes ramas de sauce, de aproximadamente 6 metros de altura. Estas ramas se colocaban a los pies del altar (mizbeaj), con la parte superior inclinada sobre el altar. El altar media 5 metros de alto, de manera que las ramas sobresalían un metro sobre la parte superior del altar, en sus cuatro costados.

Cada día de Sucot, los Cohanim (y según otras opiniones, también los ancianos de la ciudad) daban vuelta al altar una vez, marchando con sus lulabim en la mano, y rezando al Todopoderoso “Ana haShem hoshi’a na; Ana haShem hatzlijá na (Dios, sálvanos; Dios, haznos prosperar)”. En el séptimo y último día de Sucot, Hosha’na Rabbá, daban siete vueltas alrededor del altar.

En nuestros días tenemos la costumbre de dar la vuelta (haqafa) con nuestros lulabim y etroguim a la plataforma sobre la cual se coloca el Sefer Torá (bimá) todos los días de Sucot en recuerdo a la mitsvat ‘araba que se celebraba en el Bet haMiqdash. En Hosha’na Rabbá, este próximo miércoles por la mañana, rodearemos la bimá siete veces.

Hay un ritual adicional que pertenece a la Mitsvá de ‘arabá. Una tradición establecida por los últimos profetas de Israel, Jagai, Malají y Zejariá, después de la destrucción de nuestro primer Templo. Al final de la Tefilá de Hoshaná Rabbá tomamos unas cuantas ramitas de ‘araba—la tradición es tomar cinco ramitas, que no pueden ser las que utilizamos con el Lulab—y, sin recitar ninguna bendición, golpeamos estas ramas contra la tierra. Esta antiquísima tradición se llama jabatat (o jibut) ‘arabá.

¿Por qué tanto énfasis en la ‘araba?

Nuestros rabinos explican que hacia al final de Sucot, el Tribunal Celestial emite el veredicto sobre la lluvia que caerá durante el próximo año (bajag niddonim ‘al hamayim). Esta es la razón principal por la cual, siguiendo una costumbre cabalística, se acostumbra a permanecer despierto durante toda la noche de Hoshaná Rabá, este martes por la noche, estudiando Torá.

Aunque no nos demos cuenta, la lluvia es el elemento más crítico para nuestro sustento. La ‘araba viene también a recordarnos nuestra vulnerabilidad y nuestra dependencia de la lluvia que HaShem generosamente nos envía. Por otro lado, al golpear las ramas de ‘arabá contra el suelo y ver como la ‘arabá se va deshojando con cada golpe, nois damos cuenta de nuestra fragilidad y nuestra total dependencia de HaShem, no sólo para nuestro sustento y prosperidad sino también para nuestra supervivencia.