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Amor a los pobres. Historia jasídica

Cuando Leví Itzjack fue nombrado rabino de Beditschev, convino, con los dirigentes de la comunidad, en que no le invitarían a sus reuniones, salvo que quisieran introducir una innovación de importancia en las costumbres.

En la primera asamblea que lo llamaron preguntó, después de cambiados los saludos:

– ¿Qué innovación proponen ustedes?

– Queremos – explicáronle – que los pobres no tengan que pedir limosna en las puertas de las casas. Colgaremos en la sinagoga una alcancía, para que los hombres pudientes echen en ella sus óbolos, los que serán repartidos entre los necesitados.

– Hermanos míos – repuso el rabí – les he pedido no distraerme de mis estudios y no invitarme a las reuniones que ustedes celebran, a no ser por alguna innovación en los usos y costumbres de la comunidad.

– ¡Pero maestro, lo que aconsejamos hoy es una innovación!

– Ustedes se equivocan. Es una antigua, antiquísima costumbre de Sodoma y Gomorra. ¿Recuerdan lo que se cuenta acerca de la doncella de Sodoma, que entregó un pan a un mendigo? La desnudaron, untaron miel y entregaron por pasto a las abejas. ¿Quién sabe? Quizá tenían ellos también una alcancía en la sinagoga, para que los pudientes depositasen allí sus limosnas y no debiesen mirar a los pobres a los ojos.

Fuente: Raíces