Enlace Judío México.-La retrospectiva de Robert Mitchum y Wonder Wheel, la película que cerró el 55 NYFF.

NEDDA G. DE ANHALT
(Desde Nueva York en exclusiva para Enlace Judío).

Néstor Almendros el gran cinematógrafo de Truffaut, Rohmer, Benton, Pialat y tantos más directores, fue de los primeros o tal vez el primero en postular la tesis de que el cine debe estudiarse desde el punto de vista de la obra de los actores y actrices y no solo la de los directores. Si viviera Almendros estaría de plácemes con la retrospectiva que el 55 NYFF le rindió a la carrera fílmica de Robert Mitchum (1917-1997). Ésta implica la proyección de 25 filmes que se exhibieron en el Elinor Bunin Munroe Film Center, que es un inmueble más pequeño que el Teatro Walter Reade con dos salas que tienen sus nombres pero que todos se refieren como la sala de la derecha y la de la izquierda. La cronista, que suele sentarse siempre en la primera fila, aquí elige siempre la tercera al centro. Este dato no es gratuito y más adelante se verá porqué.

Las películas que la cronista quería ver eran Macao dirigida por Josef von Sternberg y Nicholas Ray porque en medio de la filmación el productor Howard Hawks retiró a von Sternberg del proyecto. La otra era Nice Girls Don’t Stay for Breakfast de Bruce Weber quien logró hacerle una entrevista a Mitchum pero no se pudieron conseguir boletos así que ella vio lo que el destino le deparó y se pudo meter con calzador en el tiempo. Fueron cuatro filmes: The Friends of Eddie Coyle (EUA, 1953, 102m) de Peter Yates, Undercurrent (EUA, 1946, 116m) de Vincente Minnelli, Dead Man (EUA, 1995, 121m) de Jim Jarmusch y The Yacuza (EUA, 1974, 112m) de Sydney Pollack.

Se considera que en The Friends of Eddie Coyle, Mitchum ha dado la mejor interpretación de su carrera ya que debe “humanizar” a un criminal, ya viejo y cansado que para colmo de males ha fallado en un trabajo y desea a toda costa redimirse. Pero en el complejo juego de lealtades y traiciones el que falla, pierde y se convierte en un objeto de cambio. Bien mirado, el subtexto de esta historia que Yates ha mostrado es exhibir la colusión que existe entre la policía y los criminales. Fue en esta sala en donde la cronista perdió su gafete. Se sintió segura que alguien lo devolvería y fue varias veces a preguntar pero parece que se fue con la basura. De modo que la cronista se convirtió en una “no persona” por el resto del festival.
Dead Man de Jim Jarmusch es la sátira más irreverente y despiadada que se ha hecho sobre el género fílmico llamado western. Mitchum tiene un cameo rol, el de un mandamás colérico al que le matan a su hijo y jura vengarse del asesino.

The Yakuza de Sydney Pollack es una película lujosa, a colores y gran parte está hablada en japonés —con sus debidos subtítulos en inglés. En esta cinta también se maneja el juego de las traiciones y las lealtades. Pero con los gánsteres japoneses el código de ética es estricto; como si hubiera una honestidad dentro de la deshonestidad. Eso lo entiende a la perfección el personaje que interpreta Mitchum en este thriller ubicado en Tokio, cuando decida en un ritual de obediencia, acatar el código de honor de los yakuzas.

Undercurrent de Vincente Minnelli es otro thriller, pero no de acción y violencia como el anterior, sino uno sicológico entre dos hermanos Alan y Michael Garroway (Robert Taylor y Robert Mitchum). Éste último, una vez más en un cameo rol, interpreta al “hermano incómodo” en esta historia.

Alan conoce a Ann (Katharine Hepburn) y queda prendado de ella. Claro, cómo podría ser de otro modo si ésta encantadora virgen de 31 años es tan atípica; no le interesa la moda, es modesta y tímida. Ama a su padre y adora a su perrita que, por cierto, le ladra muy feo al pretendiente. Él la corteja y ella que por primera vez se siente visible se enamora, se casa con él y se convierte en la señora Garroway. La película se empieza a complicar, cuando de súbito se encienden en las paredes de la sala unos tubos de color rojo y, suena la alarma y por el altoparlante, en inglés, piden que abandonemos la sala porque hay un incendio. Lo que es el poder del cine y de una buena película, todos permanecen sentados haciendo caso omiso a la advertencia. El thriller, en efecto, está en su mejor momento porque se van a aclarar ciertas identidades y la alarma sigue sonando y la cronista lamenta no haberse sentado en la primera fila porque en la tercera y en el centro está atrapada y sin salida ya que todos han puesto en el piso sus bultos y es imposible salir. Y de repente se apaga la pantalla, se encienden las luces y por el altoparlante, una vez más, nos exigen la salida. La cual se hace y todos vamos a la calle, excepto algunos que, sin importarles el peligro, hacen fila para entrar al baño y entorpecen la entrada de los bomberos. Mientras tomábamos el aire fresco la cronista pensó que a su regreso al hogar buscaría el libro Arcadia todas las noches de Guillermo Cabrera Infante donde este escritor habla de cineastas favoritos. Entre ellos Vincente Minelli y se dijo que lo releería para ver si el autor decía algo sobre Undercurrent. Por fin entramos de nueva cuenta a la sala y vimos el final de la película y sí, la perrita de Ann fue la más sabia detective pues ella supo quién era quien.

La película que cerró el festival: Wonder Wheel (EUA, 2017, 101m) de Woody Allen. La escritora Grace Paley afirmó: “la gente piensa que la vida es una cosa tras otra, pero en realidad, la vida es la misma cosa y una vez y otra vez”. La cita le viene al calce para definir la obra de Woody Allen que siempre parece ser una vez y otra vez como una rueda de la fortuna que gira incesantemente con el mismo tema: la infidelidad del ser humano. En cierto modo, es la historia de su vida personal pero siempre ficcionalizada y, sin embargo, esta rueda de la fortuna aunque pueda ser la misma es de algún modo diferente. Wonder Wheel está más cercana al sentir de Ingmar Bergman un director que Allen siempre ha admirado. Esta vez nos seguiremos riendo pero ya no tanto porque desde el comienzo ha habido un cambio, ya los títulos no aparecen en clásico blanco y negro, sino ahora, el fondo es azul marino y después la pantalla se abre luminosa con los colores más brillantes para ofrecernos Coney Island en los años cincuenta. Actuada a la perfección por Justin Timberlake, Kate Winslet, James Belushi y Juno Temple fue la que clausuró este 55 NYFF y confirma una vez más la excelencia de la dirección de Woody Allen.

¿Qué sentimiento le ha dejado a la cronista este 55 aniversario? Uno de enorme frustración. En esta muestra es tal la cantidad de buenas películas exhibidas que es imposible verlas todas. Por ejemplo, en el programa de las revivals tenían dos filmes de Mizoguchi, uno de Godard, The Crime of Monsieur Lange de Jean Renoir, The Sacrifice de Tarkovsky y la maravillosa L’Atalante de Jean Vigo. Además, había conversaciones de directores con el público sin costo alguno. Si la cronista hubiera podido, le hubiese gustado ver la retrospectiva completa de Robert Mitchum y toda esa riqueza de material expuesto en este festival.