Enlace Judío México.- El pasado 4 de noviembre el Gobierno de Arabia Saudita arrestó a 11 príncipes y decenas de Ministros y antiguos Secretarios de Estado en una operación anticorrupción sin precedentes en esa nación; entre las personas detenidas se encuentra el hermano del terrorista Bin Laden y el multimillonario Al Waleed bin Tala.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Hasta el momento más de 200 personas han sido capturadas; se han congelado cuentas bancarias de los acusados, requisadas como propiedad del Estado, las fuerzas de seguridad han inmovilizado aviones privados en el aeropuerto de Yeda, la segunda ciudad más grande del Reino de Arabia Saudita. Asimismo, fueron despedidos el Jefe de La Guardia Nacional y el de la Marina y el Ministro de Economía.

Los arrestos se producen después de que un Decreto Real estableciera una Comisión Anticorrupción encabezada por Mohamed bin Salman (MbS), príncipe heredero de 32 años que en un futuro próximo heredará el reinado de su padre Salman de 81 años. El objetivo de la Comisión “es preservar la riqueza estatal y castigar a la gente corrupta”, la operación anticorrupción ha puesto al descubierto fraudes por 100 mil millones de dólares y malversación de recursos a lo largo de varias décadas.

MbS realiza una purga para intentar consolidar su poder, cerrando el paso a disidentes y modernizar y diversificar su economía que en buena medida depende del petróleo; 80.0% de los ingresos gubernamentales y 90.0% de la exportación total, cuyos precios internacionales han caído sustancialmente y que habían superado 100 dólares por barril en el 2008. Por lo demás, pretende “suavizar” la versión rigorista del Islam Wahabbi que rige al país y que le impide integrarse al mundo globalizado; en este sentido, MbS anunció en un foro de 2,500 inversionistas en el marco de la Conferencia Económica de Riad (la capital de Arabia Saudita) al final de octubre pasado, que su país inició el proceso para acercarse “a un Islam más moderno y más abierto a las religiones”. MbS se proyecta como un reformador liberal en un Reino ultra conservador, donde priva el autoritarismo, el Rey es el poder supremo, Jefe del Gobierno y del Estado, su título es hereditario.

El monarca designa a un Consejo de Ministros que incluye a un gran número de miembros de la familia Real; el Consejo posee poder legislativo y ejecutivo sujeto a la aprobación del Rey. La población tiene muchas restricciones en su comportamiento cotidiano, incluso la vestimenta y la alimentación están sujetas a las disposiciones que aplica la Saharia (Ley religiosa), las funciones de teatro y cine están prohibidas.

La discriminación a las mujeres es prácticamente misógina; el marido es el único que puede solicitar el divorcio de manera unilateral. Debe existir una distancia física entre mujeres y hombres no relacionados en espacios públicos. Las mujeres que quieren trabajar deben presentar permiso del varón que las custodia; no hay leyes que las protejan del acoso sexual o de la discriminación laboral. Las mujeres no pueden manejar automóviles; disposición que ya no estará vigente a partir del 2018.

En Arabia Saudita no se respetan los derechos humanos, se detienen y condenan a los activistas de los mismos. Se aplican penas brutales a los transgresores de la Ley. Amnistía Internacional señaló que 158 personas fueron decapitadas en el 2015, aumentó de 76.0% respecto al 2014; obviamente el Gobierno no publica nada sobre estos hechos. Las decapitaciones se aplican a asesinos, blasfemos y homosexuales, principalmente. Otros delitos contra el Islam se castigan con la amputación de miembros y la flagelación.

La Monarquía Teocrática considera al Islam como la única religión oficial; la minoría islamita chií experimenta discriminación, vejaciones y limitaciones en su acceso a empleos y a los servicios públicos. Los no musulmanes no cuentan con una legislación que los proteja o respete; se considera delito de apostatia la conversión de los chiíes a cualquier otra religión y se establecen largas condenas de prisión para este delito; la Meca, ciudad sagrada del Islam, no es accesible para los no musulmanes. No se permite adquirir la nacionalidad saudí a los no musulmanes; la tarea de MbS para poder remover el mundo medieval en el que vive Arabia Saudita es colosal y de doble filo porque puede radicalizar a la población.

También los retos económicos que enfrenta Arabia Saudita no son menores, su situación geográfica en Asia Occidental la hacen vulnerable al convulsionado Medio Oriente, particularmente puede tener un enfrentamiento directo con Irán, que le disputa la hegemonía regional. De hecho Arabia Saudita rompió relaciones diplomáticas con Irán a principio del año, tras ejecutar al destacado clérigo Chií Sheikn Nimr al Nimr, manifestantes iraníes irrumpieron en la embajada de Arabia Saudita en Teherán y la incendiaron.

A lo largo de este año la coalición militar dirigida por Arabia Saudita que apoyaba al gobierno del Yemen, realizó bombardeos en las zonas controladas por los huzies (chiís) y sus aliados, matando e hiriendo a miles de civiles; el Ejército Saudí utilizó armamento suministrado por EUA y el Reino Unido, incluyendo bombas de racimo que a nivel internacional está prohibido su uso. A su vez, las fuerzas huzies y sus aliados han llevado a cabo repetidos ataques transfronterizos, bombardeando zonas civiles del sur de Arabia Saudita. En este contexto, el pasado 11 de noviembre se registró un fallido ataque al aeropuerto de Riad, reivindicado por los rebeldes huzies, respaldados por Irán, Arabia Saudita lo evaluó como una agresión directa.

La reducción de los precios de petróleo y el costoso financiamiento de la guerra en Yemen han influido en la reducción del gasto público de Arabia Saudita. En general el gasto en Defensa suma 60 millones de euros del presupuesto del gobierno. El menor flujo de recursos a la economía ha frenado el crecimiento económico de 4.1% en el 2015 a 1.4% en el 2016 y con un estimado de avance de solo 0.4% este año; el gobierno ha despedido a miles de personas, principalmente a migrantes del Sur de Asia; los migrantes suman alrededor de 10 millones de los 32.5 millones de habitantes de Arabia Saudita. La deuda pública se ha elevado a 14.3% del PIB que sumó 584,000 millones de euros en el 2016; se mantiene a un sostenible por las reservas internacionales que posee.

En septiembre pasado el gobierno redujo los sueldos de los Ministros del Gobierno y las bonificaciones otorgadas a los empleados públicos. También suspendieron las inversiones. Ante este entorno adverso se estableció un Plan de Transformación Nacional 2020 con el objetivo de elevar los ingresos no petroleros, aumentar el empleo, incrementando la participación de la mujer en el mercado laboral. Para el largo plazo el gobierno de Arabia Saudita elaboró un programa ambicioso de reformas económicas, Visión 2030, que incluye la privatización de empresas petroleras, Arabia Saudita es considerada la primera potencia económica del Medio Oriente y el país árabe más rico; el ingreso per cápita es de 20,000 dólares anuales. Esto ha sido posible gracias a una política de grandes obras públicas emprendidas por el gobierno, la inversión extranjera directa, la solidez de su sistema financiero.

El petróleo ha sido el sustento de este desarrollo; el país cuenta con las reservas petroleras más grandes del mundo y es el mayor productor y exportador de crudo. No obstante, no se prevé que las cotizaciones del petróleo regresen a los niveles máximos que alcanzó, hay más competidores y el petróleo tiende a ser sustituido por otros combustibles no contaminantes y más baratos; de aquí que las reformas política y económica son vitales para proseguir su avance. El mayor riesgo en este proceso es la posibilidad de enfrentar en el corto plazo un conflicto militar con Irán.

No se descarta un acuerdo para normalizar las relaciones entre Arabia Saudita e Israel ahora no oficiales; ambos países están interesados en neutralizar a su principal enemigo: Irán.