Enlace Judío México.- Para contarles la historia de los primos Flatow nos tenemos que transportar mentalmente a 1896, año en que se celebran los primeros Juegos Olímpicos, mismos que cambiaron la historia de todos los eventos deportivos de nuestra época, dado a que en realidad se vuelven un parteaguas en la historia del deporte moderno y un ejemplo en la planeación de los magnos programas deportivos que podemos ver hoy en día.

ISAAC SHAMAH EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Para que nos demos una idea y veamos cómo han ido progresando los Juegos Olímpicos desde esa fecha hasta la actualidad, les voy a platicar algunos datos que nos harán darnos cuenta del desarrollo del primer evento, hasta el último que fue el año pasado en Rio de Janeiro.

En los primeros juegos, que tuvieron lugar en Atenas, Grecia, participaron 241 atletas (únicamente masculinos) de 14 países y sólo lo hicieron en 9 deportes distintos. En la última edición, participaron 11,551 atletas de ambos sexos, de 206 federaciones distintas y lo hicieron en 28 deportes diferentes. Impresionante el cambio ¿no?

Bueno, dejando el preámbulo atrás, les platico que entre los 241 atletas que participaron en aquellas Olimpiadas, se encontraban Alfred y Gustav Flatow, ambos eran judíos alemanes destacados en el mismo deporte: la Gimnasia Olímpica.

Desde niños, tanto Alfred como Gustav, eran unos maravillosos gimnastas y desde que se dio la noticia de que se organizaría un evento al que llamarían Olimpiadas en honor a los juegos que se llevaban a cabo en el Olimpo en la antigua Grecia, la federación alemana no dudó en inscribir y mandar a sus dos mejores gimnastas a competir para la que para esas épocas era una de las naciones más importantes del mundo.

En las Olimpiadas los Flatow se volvieron noticia, ya que los dos primos lograron hacer un excelente papel y dominaron las pruebas en las que participaron. Alfred ganó oro en barras paralelas por equipo, en barra fija por equipo y en barras paralelas en categoría individual, además de una plata en barra fija en categoría individual. Mientras que Gustav logró ganar el oro en barra fija y barras paralelas en equipo.

Al regresar a Alemania, los primos Flatow eran tendencia, estaban de moda y fueron aclamados como héroes; de hecho, por muchos años ambos estuvieron vinculados con la federación de gimnasia de Alemania e hicieron que ésta se volviera una potencia. Además de ayudar a la gimnasia y al deporte germano, los Flatow vieron por el deporte judío, ya que ambos fueron partícipes en la fundación de la primera organización deportiva judía en Europa, la cual se creó en 1903.

Después de varios años de servir al deporte alemán, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto no respetaron el currículo y los logros de los primos. El hecho de que habían sido célebres en su momento y de que eran considerados héroes, no sólo no ayudó para salvar sus vidas, sino que alertó al ejército Nazi, ya que éste sabía que ambos eran judíos.

Para 1936, los primos intentaron escapar de la que algún día fue su gloriosa Alemania; sin embargo, al intentarlo cayeron en las manos de los nazis y fueron transportados al campo de concentración de Theresienstadt en República Checa.

Para 1942, Alfred enfermó, su cuerpo no aguantó más y terminó muriendo en el mismo campo en el cual vivió sus últimos años. A pocos meses de culminar la Guerra, para 1945, Gustav fue asesinado en el mismo lugar donde murió su primo.

Para 1981, Alfred Flatow fue nombrado parte del Salón de la Fama del judaísmo en el deporte, mientras que en 1989, Gustav fue seleccionado para acompañarlo.

En 1997, la ciudad de Berlín honró la memoria de los primos, Gustav y Alfred Flatow al renombrar la calle del Complejo Deportivo Nacional como el Flatow Blvd.

Al año siguiente, el Servicio Postal Alemán emitió un conjunto de cuatro sellos conmemorativos del Centenario Olímpico. Uno de los sellos presenta a los primeros campeones de gimnasia olímpica de Alemania, los primos Flatow.