Enlace Judío México – En todas las épocas y en todos los lugares los judíos hemos buscado a D-os. A veces a través del rezo, a veces a través del estudio y a veces simplemente actuando como es debido. Sin embargo, han habido momentos en los que el pueblo de Israel ha estado más cerca de D-os que nunca, ha tenido contacto directo con Él y ha escuchado Su voz sin dudas.

Ello sucedía cuando existía el Gran Templo de Jerusalén. Éste santuario representaba el epítome de la relación que existe entre D-os y el hombre, el lugar más sagrado para el judaísmo; la máxima expresión de la divinidad y su involucramiento con nuestro mundo. En él se hacían los sacrificios, se festejaban las celebraciones, se santificaba la luna y se reunía la Asamblea de Sabios, era el corazón de la observancia judía.

En este lugar se encontraba la Menorá, un candelabro de siete brazos que el Sumo Sacerdote prendía por órdenes divinas. Después de las Tablas de la Ley, era el objeto más sagrado que tenía el Templo. Estaba colocada frente al Kodesh Hakadoshim (Sanctasanctórum) una cámara donde descansaba el Arca de la Alianza (donde se encontraban las Tablas de la Ley), la cual era tan sagrada que únicamente podía entrar el Sumo Sacerdote y sólo lo hacía en Yom Kipur. A lado de la menorá se encontraba el lugar donde el pan de los cohanim (sacerdotes) era puesto.

Descripción

En hebreo la palabra “menorá” quiere decir candelabro y es precisamente lo que era. Un candelabro siete brazos que fue tallado de un sólo bloque de oro puro. Tenía un brazo en el central del cual se desprendía fuego divino inextinguible y tres brazos por cada costado que se dirigían hacia el centro. Era un poco menos alta que metro y medio, y en su base se encontraba un taburete de tres escalones.

Cada mañana las copas de la menorá se llenaban nuevamente de aceite, el cual se hacía de la forma más pura posible. Las aceitunas se presionaban gentilmente hasta que la primer gota surgiera. Después el resto del aceite que surgía de la fruta era usada en las comidas del templo. La menorá aceptaba únicamente las primeras gotas. Las mechas eran manufacturadas con la tela sobrante de los turbantes y mantos sacerdotales.

La menorá era limpiada todas las mañanas y preparada en las tardes para ser prendida. Las mechas laterales se encendían con el fuego del brazo central que jamás se extinguía. Aunque el encendido de la menorá podía hacerlo cualquier judío, la preparación del aceite debía hacerlo exclusivamente un cohén. Sin embargo, para ser prendida por un no-cohén la menorá debía salir del santuario, ya que sólo se le permitía a cohanim (sacerdotes) entrar a él.

Significado símbolico de la menorá

Cada uno de los aspectos de la menorá que la Torá y el Talmud describen no son gratuitos. Son parte de un simbolismo que tiene implicaciones sobre la espiritualidad del pueblo judío

La posición donde se encontraba no es un detalle sin importancia. Los dos elementos frente a la cámara sagrada que guarda las tablas de la Ley son los elementos a través de los cuales se materializa la Torá en este mundo. El pan de los cohanim representa el mundo material, el trabajo, los comerciantes, todo lo que sostiene este mundo físico. Mientras que la menorá representa el alma, el carácter espiritual del ser humano, los anhelos que tiene, la luz interna que brilla dentro de la persona.

Cada ser humano tiene una emanación de D-os que fue soplada dentro de su cuerpo, le da vida y le da un objetivo en este mundo. Esa es el alma. Así mismo, el pueblo judío tiene una sola alma que le da unidad y le da sentido a la existencia. La menorá fue hecha de una sola pieza de oro, representa la unidad del pueblo judío y la diversidad del mismo.

El brazo central representa la luz de D-os y su sabiduría siempre infinita. Los seis brazos son la sabiduría del hombre y los caminos que tenemos para acercarnos a Él. También representan las características del corazón que pueden ser perfeccionadas. Las copas invertidas sobre las cuales se ponía el aceite representan que la luz espiritual es interior, emana de adentro y no desde afuera.

Las ventanas en el santuario estaban construidas de cierta forma que expandieran la luz hacia el exterior. Esto es porque Israel recibe de la Torá el mandato de ser “una luz para las naciones”. Es decir, debe ser un ejemplo para el resto del mundo, su luz debe emanar hacia fuera. Tal como la luz de la menorá se proyectaba desde el interior del Santuario hacia afuera.

Las velas que prendemos en Janucá nos deben recordar este objeto sagrado. Finalmente el milagro de Janucá fue precisamente que los macabeos encontraron aceite suficiente para volver a prenderla. Representa que pudieron prender el corazón del pueblo judío nuevamente.