El autor italiano presenta El cementerio de Praga, una reconstrucción del nacimiento documental del odio a los judíos.

POR ALBERTO OJEDA (EL CULTURAL.es)

No hay que desdeñar la influencia que los documentos falsos han tenido en la historia de la humanidad. Su curso en muchos casos se ha visto alterado tras la aparición de alguno de ellos. Así lo ha advertido Umberto Eco (Alessandria, Italia;1932) esta mañana en el Círculo de Bellas Artes, donde ha presentado al público español su nueva novela, El cementerio de Praga, en la que la falsificación de la realidad es el sustrato sobre el que se desarrolla la trama. Il professore turinés ha citado algunos ejemplos significativos: “La donación de Constantino, que ha determinado las relaciones entre Iglesia y Estado; los relatos de los viajes de Marco Polo, que impulsaron la exploracion por todo el continente asiático; los documentos de los servicios secretos estadounidense sobre las armas masivas de Irak, que justificaron el comienzo de la guerra…”.

Eco, sin embargo, repara en otro hito de la invención interesada de documentos: Los protocolos de los sabios de Sión, creados para dañar la imagen pública del pueblo judío. El protagonista de El cementerio de Praga), el odioso Simon Simonini, un ser amoral y camaleónico capaz de muñir todo tipo de intrigas, está detrás de su redacción. Estos textos sirvieron de fundamento recurrente para espolear el antisemitismo durante la primera mitad del siglo XX. Libros como el Mein Kampf de Hitler tuvieron en Los protocolos un argumento bibliográfico sobre el cual proyectar sus tesis racistas. Su papel en la génesis, desarrollo y culminación del Holocausto no fue ni mucho menos baladí.

“Llevo 20 años fascinado con este fenómeno, con la manera en que el antisemitismo se fue asentando en Europa. En el siglo XVIII a los judíos se les mataba en los pueblos a los que llegaban, acusados de ser los asesinos de Dios, y todos tan tranquilos. Pero en el XIX se fue complicando una poco más la situación. En esa época empezó a identificárseles con el capitalismo. El antisemitismo se convirtió entonces en una vertiente del socialismo”, ha explicado el autor de El nombre de la rosa. En su novela, que lleva varias semanas en el número uno de ventas en Italia (en el primer mes se vendieron 600.000 ejemplares), Eco reconstruye la forja intelectual (más bien habría que decir pseudointelectual) del antisemitismo, que tiene en Los protocolos su plasmación más sibilina y refinada. En este panfleto se detalla una reunión de los grandes líderes del judaísmo en un camposanto de la capital checa. Allí se conjuran para hacerse con el poder mundial.

La fuerza de la falsedad
El autor piamontés se había ocupado del panfleto ya en otras obras suyas, como en El péndulo de Focault o Seis paseos por los bosques narrativos, pero es en El cementerio de Praga cuando más ha profundizado en el estudio de su origen y de sus consecuencias. “Algunos periódicos como The Times y el Frankfurter Zeitung demostraron su falsedad. Sin embargo, eso les dio más fuerza. Tipos como Hitler consideraron que si periódicos liberales como estos denunciaban su falta de autenticidad, eso probaba todo lo contrario”, explica el escritor.

La principal aportación de Eco es su rastreo del folletín decimonónico en busca de las referencias literarias a partir las cuales tomaron forma Los protocolos. Él es un experto del género, un hombre que lo ha estudiado a fondo en algunos de sus ensayos. Por eso los resultados que afloran en El cementerio de Praga son tan llamativos. Eco encuentra en autores como Alejandro Dumas y Eugene Sue los mimbres con los que su protagonista, el misógino, impotente y glotón Simonini, urde el dañino panfleto. Y en tono folletinesco también narra la historia, en la que la que el lector debe estar siempre en guardia para poder fijar los límites entre realidad y falsificación.

El cementerio de Praga ha puesto el dedo en algunas llagas. La reacción de la Iglesia católica, a través del diario L’Osservatore Romano, ha sido bastante agresiva. Aparte de calificar la novela como “farragosa”, afirma que Eco ha practicado una especie de “voyeurismo del mal”. Il professore zanja el debate, muy tranquilo: “Sus críticas se deben al hecho de que la novela muestra el fuerte antisemitismo de los jesuitas”. Y añade: “Gracias a estos ataques la novela ha vendido varias decenas de miles de ejemplares más”. Algunos también señalan que a fuerza de reproducir los argumentos esgrimidos históricamente contra los judíos, la novela puede despertar pulsiones antisemitas. Eco se defiende: “Pensar así es muy ingenuo”.