JULIO BOLTVINIK

Stefan Gandler (SG) es un joven académico nacido en Alemania y radicado en México. El libro que da título a esta entrega (Siglo XXI editores, 2009) y que se presentó ayer en la Librería Gandhi, es el segundo que publica en nuestro país. En el primero (Marxismo crítico en México, Fondo de Cultura Económica, 2007) analizó la obra de Adolfo Sánchez Vázquez y de Bolívar Echeverría, marxistas críticos que, como él, también marxista crítico, nacieron en otros países y se radicaron en México. En el segundo analiza escritos de algunos de los integrantes de la Escuela de Frankfurt o Teoría Crítica (TC), emigrantes, como Sánchez Vázquez, forzados. Leer sus dos libros me ha permitido aprender muchísimo disfrutando al mismo tiempo porque Stefan escribe muy bien y su profundidad no está revestida de pedantería que dificulte la comprensión. Su generosidad lo llevó a ceder el espacio que había sido reservado para la presentación de Fragmentos de Frankfurt, el 8 de junio de este año, para que se realizara un homenaje a Bolívar Echeverría, quien iba ser comentarista de este libro, pero falleció tres días antes.

El libro recoge cinco ensayos del autor precedidos de unas palabras liminares. Como parte de su visión de la Teoría Crítica (TC), Gandler ha enarbolado batallas formidables contra el eurocentrismo y el antisemitismo. Respecto al primero, señala en Marxismo crítico en México:

A contracorriente de lo que, aun en México mismo se piensa, estamos profundamente convencidos que el eurocentrismo ‘filosófico’ y general, es una de las razones principales del actual desastre que vive la humanidad a nivel mundial. Mientras no se supere la autolimitación existente en la llamada periferia en lo que concierne al derecho y, sobre todo, la obligación de criticar, analizar el mundo en su totalidad, y denunciar, así como atacar, directamente desde aquí los fatales errores del llamado centro, mientras esto no suceda, no hay razón alguna para tener esperanza” (p.22).

Al antisemitismo le dedica una parte importante de Fragmentos de Frankfurt. En otro texto (revista Desacatos N° 29: Sobre el impacto generacional de la película de Claude Lanzmann: Shoah), SG nos cuenta parte de su vida: de como pasaron (él y otros de su generación) de la minimización del Holocausto (Shoah), compartiendo la actitud predominante en la Alemania Occidental de posguerra, a su lucidez agudísima actual (mis calificativos) como resultado de la película de Lanzmann. A la Shoah los miembros de la Escuela de Frankfurt la calificaron como ruptura de la civilización y Gandler la califica en el libro que hoy comento “como este proceso único de una matanza completamente planeada, organizada y llevada a cabo usando los grandes descubrimientos de la ciencia y los métodos industriales más avanzados. Nunca antes y nunca después habría ‘fábricas de la muerte’, más perfectas y más racionalizadas en términos de la razón instrumental” (p.18). SG resalta la importancia de lo precedente, al punto de afirmar que (p.19):

“Ningún otro concepto de la Teoría Crítica se puede verdaderamente entender sin conocer a fondo –y no solamente de manera superficial– lo que fue este proceso casi completamente exitoso de convertir a Europa en ‘judenfrai’ (liberada o libre de judíos)”.

Y luego añade, refiriéndose a lo dicho por Theodor W. Adorno respecto a la desesperación frente a la cual habría que establecer una filosofía que pueda ser practicada responsablemente (pp. 19-20):

“Se refiere a la desesperación que provoca el conocimiento no superficial del mencionado hecho único en la historia –la Shoah– en cualquier ser humano no completamente cínico y mucho más todavía en los que apenas se salvaron del ‘destino’ que el movimiento popular nacionalsocialista les había previsto. Toda la Teoría Crítica debería haber perecido en las cámaras de gas si la historia hubiera ‘cumplido su destino lógico’ como después diría Horkheimer”. Pero la desesperación es también a nivel conceptual, teórico. Es ahí donde la Teoría Crítica tiene su principal ruptura con la izquierda clásica, el movimiento obrero y el marxismo tradicional. Es la ruptura con la creencia segura en el papel progresista-revolucionario del proletariado”.

Proletariado que, como dice después SG, participaría en alto grado en el proyecto barbárico del nazismo. La ruptura efectuada por la TC lo lleva a criticar a Marx por su ingenuidad o ignorancia sobre el grado de crueldad al cual puede llevar este sistema económico. Marx habría visto, según Gandler, sólo de una manera muy limitada “el sufrimiento indirecto que el capitalismo puede provocar, no directamente por la lógica económica capitalista, sino incluso en ocasiones en contra de esta lógica, pero como resultado de la psicología social o de masas que corresponde a este sistema de producción” (p.20). Marx, dice, no podía sospechar esta ruptura de la civilización” porque está fuera de su imaginación que:

“la maquinaria en sí se use en contra de los intereses de la humanidad, no porque se aplique de manera capitalista sino porque se vuelve todavía más destructiva como fábrica de la muerte. Marx no podía imaginar que los grandes capitalistas alemanes en el momento de ver ‘su’ forma de producción amenazada por un fuerte movimiento obrero comunista y socialista optarían por la vía de la destrucción generalizada, uniéndose y financiando a un movimiento sumamente anti-burgués y, de primera vista anticapitalista. Mucho menos todavía se podía imaginar en qué grado iba a participar una parte muy considerable del proletariado alemán y también europeo en esta afán autodestructivo del proyecto de la Ilustración. Nunca se hubiera imaginado que este sistema económico, para salvarse, provocase las dos guerras más grandes de la historia reciente y el genocidio más perfecto y rápido de la historia reciente, involucrando a gran parte de los (más) explotados y prácticamente a todos los estados del mundo2. (pp.20-22)

Por ello, señala el joven filósofo, la derecha rechazó la Teoría Crítica intuyendo que era más radical en su crítica de la sociedad existente que el mismo Marx y mucho más todavía que el marxismo ortodoxo. Así como Horkheimer consideraba al fascismo como inseparable del capitalismo, él y Adorno, relata SG al analizar las siete tesis de ambos autores sobre el antisemitismo (expresión de la intolerancia a la minoría, a lo diferente) lo conciben como una consecuencia lógica de la Ilustración, porque la verdad ilustrada es única, porque la Ilustración es totalitaria:

“El antisemitismo es resultado de la contradicción entre lo particular y lo universal en la que se encuentran los judíos en las sociedades modernas ilustradas; ellos son el objeto del odio a la felicidad sin poder que es para los engañados por el proyecto burgués-capitalista ‘intolerable’ porque sólo ella sería verdaderamente felicidad. A partir de su papel como pequeños comerciantes y prestamistas que por las leyes cristianas tienen en el momento de la llegada del capitalismo, se les da el papel de chivo expiatorio que se responsabiliza, en representación de la clase capitalista en general (en su mayoría formada por cristianos) por todas las crueldades que implica este sistema económico social”. (p.29)

1 Interrumpo temporalmente la Serie: Reformar la Reforma Social Neoliberal.

2 Gandler sustenta esta fuerte afirmación indicando, en nota al pie (p.22), que “antes de terminar la segunda guerra mundial, en el momento de máxima ‘productividad’ de las fábricas de la muerte –había días en el verano de 1944 en los cuales se mataban sólo en Auschwitz 20 mil personas diariamente en las cámaras de gas– todos (!) los países del mundo [incluido México] habían ya cerrado completamente sus fronteras para refugiados judíos y se hicieron así todos cómplices de la Alemania nacionalsocialista”.

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La Jornada