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Jerrold Kessel publica en el diario Haaretz, de Tel Aviv, una interesante entrevista al profesor emérito de Historia judía en la Universidad Hebrea, Ezra Mendelsohn, al que le pregunta que conforme el equipo con los mejores deportistas judíos de todos los tiempos.

El ‘Dream team’ de Mendelsohn incluye al tenista Rod Laver, un pequeño y simpático australiano, que, dice el artículo de Kessel, parece un empleado de banca, excepto en lo que hace a su brazo izquierdo; también menciona a su compatriota Kenny Rosewall, los cuales, dice, fueron gigantes en el tenis.

Mendelsohn también añade los nombres de Steve Nash, en baloncesto, y de dos grandes jugadores de baseball, Jackie Robinson y el conocidísimo Joe de Maggio y, finalmente, y centrando el resto de la entrevista, el de un gran jugador de tenis “un campeón limpio que tiene una mente centrada sólo en un tema, el tenis, pero que es humilde a la vez que el más feroz  de los jugadores que jamás haya visto: Rafael Nadal”.

“Algunos pensarán que Nadal no es judío”, añade el artículo, pero no, esto está completamente equivocado. El profesor explica que “creo que ya no es un secreto que Nadal es, de hecho, descendiente de una distinguida familia marrano, de la comunidad judía de Mallorca, equivocadamente identificada por Robert Graves como la rama muerta del árbol de Israel”.

El académico señala que hemos de “notar su primer nombre, hebreo, y el nombre de su padre, Sebastián, sin duda un seguidor secreto de Shabatai Tzvi, el Mesías místico, amado por los marranos”, en referencia a la rama a la que pertenecería el tenista que hasta ahora creíamos que era de Manacor. “Observen también -sigue diciendo el académico, para explicar que Nadal es más hebreo que nadie- que Rafa no lleva nunca una cruz ni, tras jugar un partido, jamás agradece a Jesús haber recibido la fortaleza para sobreponerse a sus rivales, con su astucia e inteligencia” que, añade el periódico, son típicamente judías.

Pero hay más pruebas que nuestro catedrático nos explica: todo el mundo sabe que Nadal suele tener problemas en sus rodillas y eso, explica, confirma que es judío porque es una herencia única, derivada de que “los marranos eran forzados a arrodillarse en las iglesias y -explica- de ahí se desarrollaron problemas en las rodillas que son hereditarios entre los varones”. (Lo cual, como vemos, fue cuidadosamente ocultado por Miguel Àngel Nadal durante sus años en el Mallorca y Barcelona.)

Usted, como yo, se estarán disponiendo a ver si podemos preguntarle al tenista sobre su origen marrano y su clara vinculación israelita, pero el artículo nos advierte de que no perdamos el tiempo: “Rafa -dice- puede ser el más grande atleta judío de todos los tiempos, pero está muy asustado por el poder de la iglesia española como para admitir esto”.

En Mallorca, al menos, no había constancia de que Nadal o Parera fueran de origen xueta o marrano, como también son conocidas las comunidades de vinculación judía. Pero, así lo dicen en Israel.