DANNY AYALON

Las últimas semanas y meses probaron, al final, la falacia de unas de las teorías más equivocadas sobre el progreso y la paz en Medio Oriente. Durante una cantidad de años, representantes extranjeros, expertos y comentaristas aseveraban que, si se resolvía el conflicto israelí-palestino, habría paz en Medio Oriente. Eso fue acuñado como “relación”.

Al ex presidente Jimmy Carter se le preguntó una vez, “¿Es correcta la política de la relación? Y contestó, “Pienso que no se trata de una política de relación, sino de un hecho de relación (…) Sin duda, el camino hacia la paz en Medio Oriente pasa por Jerusalén”. Otro entusiasta de la relación es el ex asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Zbigniew Brzezinski, quien dijo: “El conflicto israelí-palestino es la única cuestión inflamable y que actúa como un motor en el mundo árabe”.

Las revelaciones de WikiLeaks probaron que, entre los políticos y formadores de opinión árabes, el conflicto israelí-palestino figuraba en un sitio bastante debajo en la lista de prioridades urgentes en la región. Esas conversaciones privativas revelan que los líderes árabes están preocupados por la inminente amenaza de Irán y solo hacen declaraciones superficiales sobre la “cuestión palestina”, tal como un diplomático americano senior -quien pasó su carrera en Medio Oriente- contara recientemente al New York Times.

Esas revelaciones agitaron el argumento de la relación en cuanto a sus mismas bases, pero, los acontecimientos recientes en nuestra región, han dieron su golpe mortal.

El año pasado, el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas publicó su Informe de Desarrollo Humano para los estados árabes con la asistencia de académicos árabes e investigadores. Ese informe declaró que, al mundo árabe, le está faltando, en todas las áreas de desarrollo humano, libertad, otorgamiento de poder a mujeres y educación.

Además, cerca del 50 % del mundo árabe vive bajo la línea de la pobreza.

Para que el mundo árabe mantenga su actual posición, que está en el escalón más bajo del desarrollo, se necesita crear 51 millones de empleos en los próximos 10 años.

Inseguridad alimenticia, incremento de la desertificación y desaparición de los recursos de agua; todo contribuyó a colocar a partes del mundo árabe en un precipicio. El caos reciente en las calles de las capitales del mundo árabe demuestra su volatilidad. Más aun: el argumento de la relación permitió el abandono de responsabilidad por todo lo que ocurre fuera de los pocos kilómetros cuadrados de Israel, que es equivalente a menos de un 7 % (siete centésima parte) del mundo árabe. Incluso el término “conflicto de Medio Oriente” fue descuidado en lo que destaca como singularidad y unicidad de nuestro conflicto tal vez, incluso, uno de los menos sangrientos y destructivos, en una región que vio decenas de recientes y continuados conflictos.

De hecho, de los 11 millones de musulmanes asesinados en violentos conflictos desde mediados del siglo pasado, cuando fue creado el Estado de Israel, menos de una décima parte del 1 % de los musulmanes, fueron liquidados en el contexto del conflicto israelí-palestino o árabe-israelí. Sin embargo, más del 90 % de todos los musulmanes muertos en idéntico periodo de tiempo fueron asesinados a manos de sus compañeros musulmanes.

En tanto estoy seguro que, la mayoría de los residentes de Medio Oriente, incluyendo a israelíes, quisieran ver paz entre Israel y los palestinos, sobrecargar injustamente la presión para firmar un acuerdo de paz lo hace mucho más difícil.

Aquellos que sienten que existirá un Medio Oriente utópico luego que un líder israelí y palestino coloque su nombre en un trozo de papel, demuestra la falta de entendimiento de las cuestiones en juego y hace más difícil resolver el conflicto.

Desafortunadamente, elementos radicales en nuestra región permanecen mucho tiempo después que cualquier acuerdo se seque. Para aprovechar eso, solo necesitamos escuchar a los elementos radicales mismos. En 1996, al-Qaeda alcanzó prominencia con el pronunciamiento legal (fatwa) de Osama Bin Laden o la “declaración de guerra”. La intrincada y extensa fatwa tenía más de 11.000 palabras, que clamaba contra todo lo que era inaceptable para esta rama del Islam militante. El conflicto israelí-palestino aparecía, de manera escasa, y no había más que una nota al pie para todos los agraviados a nivel general, establecida por Bin Laden.

Mientras que los israelíes (incluyendo este gobierno israelí), desean un acuerdo de paz con todos nuestros vecinos, no puede ser a costa de nuestra existencia. Los acontecimientos recientes solo confirmaron que vivimos en un vecindario duro, con arenas constantemente cambiantes. Si Israel firma un acuerdo de paz, necesita saber que es permanente, estable y seguro y no sujeto a circunstancias temporales.

Israel, con una angosta franja de solo pocos kilómetros, puede permitirse asumir pocos riesgos respecto a la seguridad de su población, la mayoría de la cual reside a escasa distancia de la plataforma de lanzagranadas, más allá de la Línea Verde.

Aquellos que apoyan la relación ignoran la realidad, más allá de las fronteras de Israel. Los recientes eventos revelaron la verdadera naturaleza de los desafíos que enfrenta Medio Oriente respecto de la atención internacional. Permitamos esperar que esta visión más amplia, al menos pruebe ser constructiva para cumplir aquellos desafíos y, el conflicto israelí-palestino, pueda retornar a su perspectiva adecuada para mejorar la posibilidad de su resolución.

THE WASHINGTON POST