MUJER Y JUDAÍSMO

MyJ- Para comenzar me gustaría que te presentes brevemente para las lectoras y lectores de Mujer y Judaísmo. Algunas palabras sobre lo que haces actualmente y sobre tu trayectoria.

Raquel: Me llamo Raquel Mizrahi de Alfille. Soy mexicana de nacimiento y vivo en la Cd. De México. Casada y madre de 4 hijos. Mi formación fue dentro de un colegio hebreo, en donde se fortalecieron tanto mis raíces judías como mi amor por Israel.

Terminé mi carrera en el Seminar Hamorot (seminario de maestras) de México y he trabajado junto con mi esposo dentro de la empresa familiar, pero lo que realmente cautivó mi corazón fue el voluntariado. Siempre me involucré en el trabajo comunitario, enfocándome hacia causas nobles.

Desde adolescente, trabajé dentro de mi comunidad, dando preferencia a actividades donde se involucraban niños. Dirigí el Moadon Monte Sinaí de 1985 a 1988, lugar donde se reunían niños de todas las edades los viernes en la tarde teniendo el privilegio de dirigir a la niñez de nuestra comunidad en los festejos del 75 aniversario de la comunidad Monte Sinaí en 1987.

En el Centro Deportivo Israelita fui madrijá de diferentes grupos durante varios años y más adelante ahí mismo di clases de judaísmo para niños que no asistían a colegios hebreos.

Actualmente soy presidenta de WIZO de México, Organización Internacional de Mujeres Sionistas, con presencia en 50 países del mundo y 250000 socias, terminando mi gestión a fines de marzo.

Comencé a trabajar comunitariamente desde muy niña. Además de que en mi casa se llevaban todas las costumbres y tradiciones judías, tuvo un gran impacto para mi educación el haber estudiado en un colegio judío. Haber tenido el privilegio de aprender de morim de Israel, hizo la diferencia. El amor con el que se referían a Israel y el cariño con el que intentaban llegar a nuestros corazones, dejo una marca en el mío. Sentí la necesidad de retribuir de alguna forma la semilla sembrada en mí.

Personalmente me fue difícil terminar mis estudios, ya que la educación dentro de mi comunidad en esos tiempos no era para mujeres. Afortunadamente mi esposo comprendió mi necesidad por seguir estudiando y trabajando.

Comencé a trabajar a favor de la mujer casi sin darme cuenta. WIZO llenaba mis expectativas y aprendía mucho cada día. En WIZO descubrí la necesidad de actuar.

MyJ: En términos generales y a partir de tu rol en la comunidad ¿cómo ves la situación de la mujer en el ámbito del judaísmo en Latinoamérica?
Por supuesto no hay igualdad de género. Hemos recorrido un largo camino y vamos ganando terreno pero ha sido una lucha de muchos años, tomando en cuenta que en 1893 fue la primera vez que se dio el derecho al voto a la mujer en Nueva Zelanda, que Suiza lo logro hasta 1971 y que hoy, en muchos países, la mujer todavía no tiene el derecho fundamental al voto. En Latinoamérica vivimos en países puramente machistas y dentro de nuestras comunidades ha sido difícil que valoren nuestro trabajo más allá de mandar despensas o visitar enfermos, sin desmeritar el valor de esas acciones.

Hoy en día, con mucho esfuerzo, comienzan a verse mujeres que encabezan comités de tomas de decisiones y puestos adonde apenas hace unos años serían imposibles de pensar. El trabajo que realiza una mujer debe ser más del doble de lo que hace un hombre para que se le valore; y aun así, a veces se pone en tela de juicio. Pero es una realidad que vamos avanzando, lentamente, pero avanzando.

MyJ: Muchas mujeres se quejan que la mujer judía en las comunidades latinoamericanas no han ganado un lugar e relevancia, no ocupan puestos de liderazgo e incluso hay quienes sostienen que se alejan del marco comunitario. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Nos ha costado mucho trabajo pero se está logrando ser bien recibidas en mesas directivas con cargos de toma de decisiones.
No creo de ninguna manera que las mujeres se estén alejando del marco comunitario, pero si es verdad que despierta gran frustración no poder avanzar como se quisiera. La mujer debe comprender que mostrar desinterés o alejarse retrocedería todo el camino avanzado. Creo que es un lujo que hoy en día cualquier líder femenino sabe que no se puede dar.

MyJ: ¿En qué medida crees que la cuestión de la inserción de la mujer y las dificultades que ésta se encuentran derivan de la visión del judaísmo, o del entorno cultural latino, que es una cultura donde prevalece el “macho”?
El machismo latinoamericano es totalmente diferente a lo que nosotras vivimos. El machismo mexicano son hombres borrachos, irresponsables, que no valoran la familia, infieles y que creen tener derecho a todo y sobre todo. Eso no tiene nada que ver con el hombre judío ni con nuestra forma de pensar ni con el judaísmo.
Creo que nuestra religión valora a la mujer absolutamente, pero en algún momento el significado se perdió, se alejó del camino. En la oración judía famosa, “EshetJayil,” “Una mujer de valor” que se recita en los hogares judíos cada viernes por la noche vemos claramente los conceptos básicos de la mujer judía en el pasado. “Planea un campo y lo adquiere” por lo tanto con toda claridad que era una mujer de negocios. “Su palma extiende al pobre, y sus manos extiende al necesitado”, también era claramente un filántropo. Y “Hace un manto y lo vende, y entrega un cinto al mercader” de esto podemos deducir que los fabricantes eran mujeres judías. El concepto de la mujer ideal de la Biblia es cómo nos gustaría ver a la mujer ideal hoy, pero en algún momento las cosas se salieron del camino, se confundieron y nos encontramos luchando por recuperar esa visión de la mujer de la Biblia, para que los derechos que las mujeres disfrutaban vuelvan a ser parte nuestra.

MyJ: ¿Cuáles son a tu criterio los paradigmas de mujer judía que podrían ser recuperados hoy en la educación de las mujeres y hombres judíos del continente?
Creo que es importante para la mujer seguir comprendiendo que llevamos un legado milenario que no podemos perder y en el conlleva la crianza de nuestros hijos, su educación y la conducción del hogar llevando en nuestros hombros el bienestar de la familia. Y es ahí, dentro de la educación en nuestros hogares, donde debemos enseñar a nuestros hijos varones a que valoren a sus mujeres no solo en el ámbito del hogar, que las apoyen y comprendan la importancia de lo que hacen; y a nuestras hijas a que lleven un papel activo dentro del mundo en el que viven, que no se conformen con ser meras espectadoras, tanto en sus hogares como fuera de ellos; que estén dispuestas a luchar por ideales dignos de la mujer. Tenemos que darles la fuerza para seguir luchando por lo que consideramos una causa justa.

MyJ: Hay quienes hablan de la Revolución de la Mujer Judía y de feminismo judío, ¿crees que eso existe en América Latina?

Creo que absolutamente, sí existe.
La mujer judía se enfrenta ante una gran oportunidad que no se dio nunca antes: la comunicación a través de la tecnología, el saber que pasa en otros lugares del mundo y poder trabajar en conjunto sabiendo que cada día hay avances y mejoras y que por lo tanto lo que está haciendo vale la pena. Por otro lado hay muchas clases donde se estudia el judaísmo desde la visión femenina, cosa que también por sí misma es revolucionaria.
Debemos ver las cosas con optimismo.
Sacar el mayor provecho de lo que nos llega a las manos.
Conocemos la lucha de nuestras antecesoras. Podemos imaginar lo difícil que fue romper las barreras de la desigualdad de géneros, con que decisión y valentía comenzaron a cimentar y construir nuestro camino, impusieron sus ideas y las llevaron a la práctica por medio de acciones concretas.
Nos corresponde dejar claro porque luchamos por ese lugar y demostrar que es a favor de todos nosotros como judíos.
Creo también que cuanto más se escuche la voz femenina más normal se va ir haciendo y más necesidad va a haber de nuestra opinión y nuestra participación. Continuemos sin descanso.

MyJ: ¿Cuáles son los desafíos de la mujer judía de Latinoamérica hoy en día?
Latinoamérica siempre estuvo rezagada dando la impresión de que la mujer latina era mujer de casa, cocina y sociales.
Al tener gobiernos corruptos estamos acostumbradas a que las cosas son de un modo y no hay para que votar, opinar y mucho menos exigir, de todos modos las cosas siguen su curso. Las cosas han cambiado y el desafío más grande que tenemos como mujeres judías está en nosotras mismas: creer en nosotras como líderes comunitarias, buscar puestos de decisiones y demostrar de lo que somos capaces.
En cuanto a la educación tenemos el mismo reto que han tenido todas las madres del pueblo judío: la continuidad de nuestro pueblo y del judaísmo sembrándolo en nuestros hijos para que pase a la siguiente generación.