JOSÉ KAMINER TAUBER

Breve historia de los judíos en el reino de  Inglaterra  del siglo XIII  hasta el siglo  XVIII.

Los judíos que vivían en Inglaterra durante la Edad Media fueron tratados como propiedad del Rey. Les fue permitido quedarse ahí sólo por razones financieras: negocios y préstamo de dinero, lo que era muy ventajoso para la corona, ya que ganaban mucho dinero y pagaban altos impuestos al rey. Finalmente, esto empobreció a la mayoría de los judíos de tal manera que ya no resultaron rentables; fue entonces cuando Eduardo I, echó a los Judíos de Inglaterra en 1290.

Después de su expulsión no existió  ninguna presencia judía en Inglaterra durante más de 360 años, pero dado que se imprimieron libros hebreos desde 1525, podemos intuir que de alguna manera no faltaron algunos judíos en el país.

Es a mediados del siglo XVII  cuando puede hablarse de una colonia conversa, de  rasgos criptojudíos. Por aquel entonces comenzaron a repercutir voces quesolicitaban  un cambio de actitud hacia los judíos, y abogaban por su regreso a la isla. Este proceder favorable a los judíos, se dio básicamente en círculos puritanos y milenaristas (sectas protestantes) para quienes el retorno de los judíos a Inglaterra formaba parte del plan mesiánico, según el cual la dispersión total de los judíos era un requisito importante para el restablecimiento del Reino de Israel.

Con el cese de la monarquía inglesa en  el tiempo de Cromwell y la instauración del régimen republicano crecieron las expectativas mesiánicas en los círculos puritanos más radicales y con ellas cobró vigor la actividad pro judía.

En 1649, se había presentado a Cromwell una Petición de los judíos de revocación de la Ley del Parlamento sobre su destierro de Inglaterra. Gestiones parecidas realizaron Roger Williams, Hugh Peters y otros miembros  de la facción de los Independientes. El rabino de Amsterdam,  Menashe Ben Israel, también decidió aprovechar para obtener un permiso oficial del gobierno inglés que permitiera restablecer la vida judía en aquel país. Ya en 1650 publicó con ese propósito su libro Esperanza de Israel que apareció simultáneamente en español y en latín (y fue traducido poco tiempo después al inglés), en el cual encaraba el tema mesiánico, ligando la proximidad del advenimiento del Mesías, con el descubrimiento de las diez tribus, perdidas, algunos de cuyos vestigios se habían hallado presuntamente en el continente americano.

Fue en 1654 cuando Menashe Ben Israel emprendió una acción firme y decidida para lograr el retorno de los judíos a Inglaterra.

El objetivo era negociar con Cromwell la formulación de un decreto que anulara el edicto de expulsión de 1290 y proclamara públicamente la admisión de los judíos en Inglaterra. A pesar de los múltiples esfuerzos invertidos, Menashe Ben Israel y sus camaradas no pudieron obtener su cometido. Los comerciantes de Londres se opusieron al establecimiento de los judíos que significaba para ellos un peligroso factor de competencia económica. La presión de estos comerciantes fue la que en última instancia provocó la decisión negativa de la Asamblea de que debía emitir su opinión respecto a la admisión de los judíos, en diciembre de 1655.

Cromwell, cuya postura pro-judía no era compartida por todos los miembros del Consejo de Estado, no pudo darles una respuesta oficial positiva, pero según parece llegó con ellos a un acuerdo tácito que les permitía ejercer su culto sin necesidad de esconderlo. Poco tiempo después Carvajal y Cáceres compraron un edificio para cementerio de la nueva comunidad, conocido con el nombre de “Cementerio Velho”.

Cuando en 1660 Carlos II restauró la monarquía en Inglaterra no sólo no derogó los derechos obtenidos por los judíos durante el período republicano, sino que después de poco tiempo reconoció oficialmente a la congregación ya establecida, pues es sobradamente conocida la ayuda que había recibido en el destierro de algunos judíos como Mendes da Costa y Agustina Coronel Chacón; además el monarca inglés estaba convencido de que la presencia de los comerciantes sefardíes le acarrearía grandes ventajas económicas. Por ello les concedió en 1664 las libertades y franquicias que en aquel mismo año negó a todas las sectas cristianas que actuaban fuera de la iglesia anglicana. Los judíos pudieron, desde entonces, ejercer públicamente su culto.

Durante el reinado de Jorge I (1714-1727) se produjeron las primeras naturalizaciones de judíos. En 1723 un tribunal falló que los judíos nacidos en el país eran automáticamente ciudadanos. El Parlamento votó una ley el mismo año según la cual los judíos podían ser admitidos como ciudadanos ingleses prescindiendo, incluso, del juramento “por la verdadera fe de cristianos”. En este itinerario ascendente, otra ley en 1740 admitía a los judíos a la ciudadanía británica si llevaban residiendo más de siete años en el país. La comunidad inglesa -ya no se trata sólo de Londres sino que empiezan a despuntar otros centros como Manchester y Liverpool- se convirtió en una de las más importantes de la diáspora sefardí occidental inmediatamente después de la de Amsterdam.

La  sinagoga de Bevis Marks, fundada por judíos españoles y portugueses llegados de Amsterdam, fue construida en 1701 y es la más antigua que existe en suelo británico. Además, Gran Bretaña es el único país de Europa que cuenta con una sinagoga donde los fieles continuaron celebrando sus ritos religiosos, sin interrupción, por más de 300 años.

Shakespeare y Shylock

Shakespeare, en su obra El Mercader de Venecia, interpretada por primera vez en 1596 o 1597, muestra los principales problemas sociales de su época, tales como el antisemitismo.  Para analizar debemos tomar en cuenta la situación de los judíos en la Inglaterra en la época de Shakespeare.

En 1594, Rodrigo López ,de origen español, uno de los pocos judíos en Inglaterra, fue acusado de traición y sin ninguna prueba fue condenado por conspiración de asesinato de la reina, lo que llevó a que lo ahorcaron por su supuesto crimen. El resultado de este juicio fue la aparición del odio contra los judíos en Inglaterra, un sentimiento que ha contribuido al éxito inicial de la obra.

Durante el autoritarismo escolástico vigente en esa época, la discriminación religiosa contra los judíos y musulmanes se había convertido en una característica de la época. El personaje judío de Shylock es representado como un ser cruel y vengativo, sin sentimientos, incapaz de mostrar compasión.

Además de ser agraviado por los cristianos, es el perdedor de la obra; esto me parece denigrante. Es un abuso por parte de Antonio tratar mal a Shylock, siendo que el judío solo estaba tratando de ganarse la vida con su negocio. No estoy justificando el hecho de que Shylock pidiera carne humana como pago, esto me parece absolutamente inconcebible, ya que la ley judía prohibe vertir sangre (mucho menos cortar carne).

Una influencia dramática sobre esta obra es sin duda la obra de Christopher Marlowe, otro escritor del renacimiento en Inglaterra. Su obra del año 1589, llamada El Judío de Malta.

Los siglos XIX y XX, hacia la modernidad

Al advenir la llamada “revolución industrial”, los judíos prosperaron económicamente y lograron mayor influencia en el mundo cultural y político de las naciones cristianas. Hacia 1848, con el pleno desarrollo del liberalismo, los líderes judíos intervenían directa y libremente en los asuntos vitales de los países de su nacimiento o actuación. Como ejemplo tenemos en Inglaterra a Benjamín Disraeli, estadista de actuación preponderante durante la época de la reina Victoria y de origen judío; también entonces, las limitaciones públicas que existían para los judíos fueron levantadas, y los ciudadanos de origen judío fueron puestos  en igualdad como los restantes súbditos de su Majestad.Durante el siglo XIX, la comunidad incrementó sus derechos, cuando en el año de 1855  Sir David Salomons fue nombrado primer Lord Mayor judío de Londres como también Sir Moisés Haim Montefiore (1784-1885,  banquero judeo-británico, filántropo, defensor firme de derechos humanos y alcalde de Londres)

La rama británica de los Rothschild, integrada en la vida nacional, asumió el liderazgo (hereditario) de los judíos ingleses, a los cuales proporcionó su primer representante en el Parlamento en el año de 1858, Lionel de Rothschild, fue un destacado zoólogo, fundador del Museo Rothschild de Historia Natural de Londres (al mismo tiempo que se ocupó del negocio bancario). Uno de los grandes defensores del sionismo. Era a él a quien se dirigía la carta de Lord Balfour en la que el gobierno británico se declaraba dispuesto a crear un «hogar nacional» para los judíos en Palestina (la Declaración Balfour de 1917, fundamento del posterior Estado de Israel).

Los Rothschild simpatizaron con la causa sionista y fueron los mayores protectores de los pioneros judíos que emigraron a Palestina para establecerse como colonos; destaca a ese respecto la labor de uno de los hijos de James, Edmond (1845-1934), que financió la creación de la segunda colonia judía de Israel, formada por emigrantes de Rusia, cuando Palestina estaba todavía bajo dominio turco: Rishon le-Tzion (1882).

La Declaración Balfour fue una carta escrita el de 2 de noviembre de 1917 por el Ministro de Relaciones Exteriores británico Arthur James Balfour dirigida a Lord Lionel Walter Rothschild, un líder de la comunidad judía británica, para su transmisión a la Federación Sionista.