RUBÉN BRAVERMAN

Tengo 19 años, me gusta mucho escribir y leer. Estudié en el Colegio Israelita de México, soy miembro de Macabi Hatzair México y espero regresar a estudiar mercadotecnia después de la hajshará.

Estando sentado frente a un escenario donde se encuentran las mayores mentes brillantes del mundo actual a uno no le queda más que escuchar. Pero escuchar deja de ser suficiente al presenciar tantas ideas innovadoras,  que surgen de la información más básica y se convierten posteriormente en una propagación social que despierta la inspiración, reflexión y admiración de aquellas personas que están ahí sentados, escuchando…

Empezando con el cuestionamiento casi famoso: ¿De dónde venimos? Hasta su continuación a la que normalmente no se llega por no poder responder el primero: ¿Hacia dónde vamos? Toda la gama de preguntas infinitas que pueden surgir durante ese camino son expuestas como las preguntas más peligrosas; las que nadie se atreve a preguntar, o a responder. Pero, no sólo son las preguntas expuestas las que son válidas, sino que mientras se está sentado escuchando a los intelectuales expositores, uno se empieza a cuestionar sobre lo que van diciendo y al final, son infinitamente valiosas las preguntas del público.

Por primera vez en mi vida, fui a un congreso de mentes brillantes; un congreso donde las personas, en su merecido descanso intelectual (pues el agotamiento mental de recibir tanta información y tantas movidas en la mente vence a cualquier agotamiento físico que se pueda tener en ese congreso) en vez de descansar y despejar su mente, reflexionaban sobre lo que habían escuchado. Es decir que prácticamente los espectadores no se daban un descanso como tal, sino que tenían las ganas de despejar su mente pero había algo que no se los permitía y seguía la reflexión al igual que estando adentro de las conferencias; sólo que a diferencia de éstas, se hacían debates discusiones de éstas, se hacían debates y discusiones de una forma dinámica, no frontal.

Fueron tantas ideas las que me vinieron a la mente que es difícil plasmarlas en papel. Ideas de todos los géneros, de todos los tipos conocidos y tal vez de algunos inexistentes, pero hay una que sí logró salir:

Se le apuesta demasiado a la juventud; directo, tajante y sin rodeos.

Antes de apostarle a la juventud, se le tiene que enseñar el sentido de la responsabilidad, del respeto por el trabajo del otro; ese es el problema de la comunidad judía de México, simplemente la educación tanto formal, como informal o no formal.

Es odioso ver cómo los movimientos juveniles crean una mesa que los una y hacen lo que quieren con respecto a lo que la mesa hace o dice, a pesar de que fue creada por ellos; o es asqueroso ver cómo los mismos movimientos sólo se pelean por los janijim (niños que van a una Tnuá) y los espantan, en vez de unirse para atraer a los desinteresados.

Es terrible ver cómo las escuelas de la red judía cada vez bajan más de nivel, cada vez tratan a sus alumnos más como un número que como personas y cómo cada vez que les tratan de enseñar un valor o una actitud positiva, los mismos maestros o directores predican con el ejemplo, antagónico de lo antes “enseñado”.

Cómo se les invita a las escuelas a ser parte de proyectos sociales y, en vez de apoyar a los alumnos con horarios de clase, asesorías extracurriculares o cosas por el estilo, solamente se esmeran en resaltar que ellas no son “financieras” y simplemente dejan de apoyar bajo ese pretexto.

Si fuéramos a un psicólogo posiblemente nos diría que la motivación toma un papel esencial en lo antes dicho. Y sí, sí lo juega, pero no la hay. Entendamos todos que motivación no es un póster colorido o una persona famosa dirigiendo un evento. Motivación, para nada es igual al dinero, al contario: es enseñar a no pisotear al que no puede pagar, al que menos tiene, al que vemos inferiormente por “no ser de la comunidad”; en resumen, según la lógica podríamos decir que la motivación es igual al respeto, y sí, en una pequeña parte así lo es, pero no lo es todo.

Así que, como estoy seguro de que se ha propuesto en cada foro, debate, plática o junta; hay que hacerle un chequeo al sistema educativo de la red judía y darle un Twist, un ajuste que pasa a ser más que necesario para que funcione correctamente. El problema es que por alguna razón no se hace, a pesar de que se dice que sí; probablemente el problema radique en cumplir lo que se dice.

Se le apuesta demasiado a un sector de la comunidad que normalmente es apático o flojo, refiriéndose a las tareas que se espera que hagan porque, al final, no hay que olvidarnos que son jóvenes. Se piensa que, por alguna razón, los jóvenes pueden mandarse entre ellos cuando eventualmente necesitan un guía ya que no tienen toda la experiencia necesaria.

Así, el sector que puede hacer la diferencia dentro de la comunidad está en una actitud de huelga involuntaria y, derivados de esto surgen problemas dentro de las escuelas preparatorias, los movimientos juveniles, las actividades extracurriculares  y en fin, la comunidad.

Es momento de que las comunidades empiecen a ver por todos y no solamente por sus miembros, de que las escuelas unan fuerzas para no perder alumnos y de combatir la asimilación. Y es hora también de que exista una mesa que tenga el poder suficiente para regular el nivel educativo de las escuelas judías, el nivel de los valores contra los ejemplos enseñados; es hora de que se les empiece a dar apoyo a los movimientos juveniles y es hora también de que estos hagan lo que antes mencionado para las escuelas, pues no olvidaremos que se dedican a educar.

La comunidad judía de México tiene toda la infraestructura, todos los edificios y todos los recursos necesarios para hacer lo antes dicho; lo único que falta son ganas y valores tales como son el respeto y el compromiso.

En estos momentos de “apuesta a la juventud”, los líderes comunitarios no son exclusivamente los presidentes de las diferentes comunidades, los directores de las escuelas o los grandes donadores; también son los madrijim (jóvenes que enseñan a los niños mediante actividades en una Tnúa) y las haganot (jóvenes que se encargan del funcionamiento técnico de la Tnúa) de las tnuot (movimiento juvenil al que van jóvenes a educar de una manera no formal a niños de forma voluntaria), cujos janijim son los líderes potenciales; son los jóvenes que tocan en el Blowie Shine (festival de bandas musicales dentro de la comunidad judía mexicana) y los que actúan en el festival Habimá (festival de teatro dentro de la comunidad judía mexicana). Y cada vez la comunidad tiene más rubros en los cuales destacar pero, al parecer, mientras más rubros son creados, más descuidados son en general.

A la comunidad, en conclusión, le falta unión (como si este no fuera un tema de muchos años atrás), le falta atención, un profundo estudio sobre su nivel educativo y lo que se enseña en las escuelas, en las tnuot, etc; le falta menos competencia, le falta más compromiso, le faltan acciones…

Es el momento más adecuado para ponernos a reflexionar qué es lo que realmente se quiere de la comunidad y de los jóvenes y así, esperemos que en las diferentes ideologías comunitarias y personales, pueda haber un espacio donde exista la unión y que por medio de ésta podamos llegar a alcanzar más de lo que alguna vez nos atrevimos a soñar.