ARMANDO DE ARMAS / MARTINOTICIAS.COM

Una autora que pudiendo declarse ciudadana del mundo, como apunta lo políticamente corrrecto, opta en cambio por declarse ciudadana de tres países

Nedda G. de Anhalt es narradora, ensayista, entrevistadora, maestra, traductora, y  crítica literaria y cinematográfica, con más de una docena de libros publicados. Nació en La Habana, Cuba y, desde 1967, es ciudadana mexicana. Realizó estudios de Derecho Civil, Diplomático y Administrativo en la Universidad de La Habana y de Literatura en el Sarah Lawrence College de Nueva York, posee una maestría en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de las Américas, en México, donde ha impartido cursos de Literatura Hispanoamericana.

Por otro lado, sus cuentos, poemas y ensayos han sido traducidos a varios idiomas, entre ellos: alemán, esperanto, hebreo, inglés, italiano, portugués, turco y zapoteco, y han aparecido publicados en varias antologías en el extranjero.

Armando de Armas realizó la siguiente entrevista a Nedda G. de Anhalt para MartiNoticias.

MN. ¿Usted es una nacida en Cuba, de origen judío, residente en México, que cursó estudios en Nueva York y viaja por el mundo?

NGA. En efecto, nací en una isla bendecida por el sol, ilustre en la grandeza de sus mambises, poetas, escritores y artistas escuchando el crecimiento del mar, mirando en la plenitud de esa hojarasca henchida de los tonos más variados de verde danzar a las lagartijas hacia arriba y hacia abajo. Así crecí, atenta también a los huecos de la arena, donde aparecían y desaparecían cangrejos diminutos, escuchando los pregones callejeros y los boleros por la radio. Fue una niñez dichosa.

Lo que desconoces es un dato muy importante de mi hoja de vida: Fui fan, fanática almendarista. En aquel entonces mis héroes fueron Roberto Ortiz, Willy Miranda, Conrado Marredo, Agapito Mayor y Fermín Guerra. Y siguen siéndolo.

En Cuba estudié primaria, bachillerato y mis primeros años de Derecho Civil, Diplomático y Administrativo en la Universidad de La Habana. Pero mi vida dio un vuelco de 180° cuando fui a los Estados Unidos al Sarah Lawrence College como estudiante transferida. Descubrí ahí que mi verdadera vocación no radicaba sólo en las leyes sino en la literatura. Y en ese College tomé la decisión más importante de mi vida; me casaría con el hombre más bueno y bello que mi corazón pudo soñar.

Nos habíamos descubierto el verano previo en unas vacaciones en México. Y con él, que sería mi esposo por más de 50 años, padre de nuestro maravilloso hijo único, realizaría viajes por todos los rincones y encrucijadas del mundo: Camboya, Tailandia, Indonesia, Japón, China, Bermudas, Barbados, Haití, Italia, Francia, Inglaterra, Brasil, Jamaica, Guatemala, Venezuela, Portugal, España, Perú, Turquía, Marruecos, Uganda, Kenia, Tanzania, Etiopía, incluidos también itinerarios a estados mexicanos como Oaxaca, Chiapas (en especial Palenque), Campeche, Guerrero, Quintana Roo, Yucatán, Estado de México, Michoacán, Zacatecas, Guanajuato, hasta Zacatlán de las Manzanas, todos sitios bellos de mi nueva patria adoptiva. Aclaro que estas travesías no se dieron sino hasta mucho después de haberse cumplido el ciclo de las vacas flacas.

En cuanto a mi religión, no me queda la menor duda de que la estrella de seis picos alumbró mi camino, pues nací de madre y padre judíos, y elegí ser judía. Esto yo lo ficcionalicé en mi cuento “Sucedió en La Habana” (A buena hora mangos verdes, editado por Rosario Hiriart, Madrid, Ed. Cocodrilo Verde, 1998, 126 p.) y, recientemente, en un extenso ensayo “A presença hebraica em Cuba”, traducción del español al portugués de Fortuna Djmal (revista Morashá, San Paulo, Brasil, Año XVIII, Abril 2011, pp. 34-43). Desde que me solicitaron este último trabajo, es como si se hubiese abierto una llave de agua, pues de repente el sitio en la red Enlace judío va a publicarme la versión completa en español el próximo mes de agosto (2011) y una revista en Oaxaca hará lo propio. Además, un editor mexicano me pidió que aumentara aún más el texto, pero escrito en primera persona del singular, para su publicación. Y por último, Armando de Armas también se interesa en entrevistar a esta entrevistadora. Esto no significa que no me hayan hecho otras semblanzas, pero esas están ya sumergidas en un tiempo anterior. No sé, a veces, ciertos hechos se concatenan por el azar de modo inexplicable.

MN. ¿Considera que su periplo existencial la hace ciudadana del mundo o al menos habitante de eso que llaman aldea global?

NGA. Sí, pero no. Intentaré explicarme. Detrás del concepto “aldea global” que mencionas subyace una realidad de un “mundo” que sigue viviendo tiempos difíciles. Es decir, está igual de mal, pero ahora, de manera pasmosa, ha empeorado: se ha vuelto más peligroso, pues estamos ante naciones a punto de estallar por hartura de inhumanidad y totalitarismo. Los países que mantenían abiertos unos cuantos respiraderos para el espíritu democrático se andan desmoronando también. La memoria de ese espanto de millones de seres torturados y masacrados en el Holocausto han intentado evaporarla, y el antisemitismo, con su nuevo disfraz de anti-israelismo, ha resurgido triunfal; el horror del castrismo crónico sigue sin final; la violencia y la corrupción que se están viviendo en la actualidad en estas tierras aztecas deja perplejo hasta al más indiferente.

Observa que menciono etapas de dolor histórico sobre tres naciones, que son mis talones de Aquiles. Eso no significa que sea insensible al dolor de pueblos africanos, a los maremotos y terremotos en Indonesia y Haití, o la resiente tragedia por la que pasa Japón -un país que he visitado en cuatro ocasiones y donde cuento con amigos que no sé si aún viven, pues no han respondido a mis recientes mensajes-.

La exigencia extrema y absoluta de identificarme con el dolor ajeno y brindar ayuda forma parte del pensamiento típico judío. En ese sentido, lo ético, que ya entra en el dominio de lo meta ético, sí, obviamente, me hace sentir ciudadana de ese mundo global.

El problema para cualquier ciudadano de un país, de muchos y de todos, reside en saber combatir tanta desigualdad, hambre y falta de respeto por la vida humana. Y aunque una pueda ayudar de algún modo a suavizar esas problemáticas, nunca será suficiente.
Como dijo Virgilio Piñera en el prólogo a la poesía de Emilio Ballagas, “de vez en cuando conviene echar mano a los lugares comunes”. Recurro a uno: “yo no puedo batear todas las bolas”. Tengo que conformarme con lo que puedo hacer. Mi corazón y mi alma están al servicio de ese particular triángulo -que no es de Las Bermudas-, conformado por Cuba, México e Israel.

Quizá lo que mejor resuma mi sentir quedó plasmado en una colección de aforismos, Crítica apasionada (Mexicali, Baja California, México, Ediciones Los Domésticos, 1994, 52 p., p. 50):

Del Quel tel al ¿Qué tal?:
Curriculum vitae de la crítica ideal

Que haya nacido en la isla más hermosa que ojos humanos hayan visto.
Que viva, por elección, en un país que adore porque goza de una fama singular: la de no poseer un doble.

Que pertenezca a la raza de los elegidos: la que Dios escogió para el sufrimiento.
¿Qué más puedo pedir?

Un poeta colombiano rebautizó este título como Crítica Apasionedda.

MN. Usted ha cultivado los géneros del cuento, el ensayo, la crítica literaria y cinematográfica y, desde luego, la entrevista. ¿En cuál de ellos se mueve, escribe más eficaz y cómodamente?

NGA. Te aseguro que en todos esos géneros por ti mencionados y en otros más ejercidos también, como traducción, poesía, historia, crónica periodística, estoy muy lejos de sentirme cómoda o eficaz. Al revés, lo que he escrito y hecho, incluidos los cursos universitarios que impartí, lo he sentido siempre como desafíos a vencer. Los cuentos han sido mi pasión; algunos de ellos traen ecos felices de mi adolescencia. Comencé mi carrera literaria escribiendo cuentos. Tengo cuatro volúmenes de ellos publicados, y todos, incluidos los que parecen facilitos, me costaron trabajo, porque tanto el cuento como la poesía son géneros artísticos que exigen una tremenda capacidad de síntesis. Justamente este año (2011) -al menos esa fue la promesa del editor- mis cuentos van a ser reunidos en un volumen; si de esa casi centena de relatos se salvan diez, que ya es mucho pedir, me daría por bien servida. ¿Y sabes por qué diez? Porque serían los diez justos por los que Dios salvaría a la humanidad.

Admiradora que soy del séptimo arte, tengo más de 25 años de andar cubriendo los festivales de cine neoyorkinos. Pero cada vez que escribo la crónica del evento, que me da placer porque comparto información privilegiada sobre películas, conferencias de prensa y las entrevistas que hago a cineastas, créeme que sufro porque las revistas sólo te otorgan un espacio limitado, y entre las 28 películas que veo del programa oficial y las veinte y pico del programa paralelo, que siempre tiene alguna retrospectiva de algún director conocido o desconocido, más los programas de cine Avant Garde, siento que paso la vida tratando de meter el mar en una copa tequilera.

Las traducciones son otro boleto. He hecho pocas, pero siempre con entusiasmo. Pero, la verdad, la responsabilidad es enorme, porque se trata ya como de cuidar hijo ajeno. Tu cuento, tu poema puede estar cojo, manco, bizco y gago, pero es tuyo y así lo quieres. Pero traducir el texto de otro, ¡qué va!

No me siento ni eficaz ni eficiente ni cómoda ni satisfecha. Porque siempre estoy buscando cómo ampliar, cómo mejorar. Si lo fui, no es a mí a quien corresponde decirlo.

MN. ¿Ha pensado que su libro de entrevistas Dile que pienso en ella pudiera ser una suerte de país de letras que sustenta a unos espíritus desarraigados de su suelo por obra y desgracia de una dictadura marxista?

NGA. “País de letras”, ¡qué definición tan hermosa para Dile que pienso en ella! Engloba fragmentos esenciales de tristezas y angustias de las vidas de mis entrevistados. Gracias. No lo había pensado precisamente así. Tu interpretación vale para el conjunto de la obra. Pero, más allá de ser una hermosa etiqueta, suprime otras situaciones y entrecruzamientos de estas vidas. En general, a los seres humanos les molesta ser categorizados, pues todos queremos ser reconocidos y aceptados por lo que somos en nuestra riqueza y complejidad. Mas una vez dicho lo anterior, si tuviera la oportunidad de preguntarles a los entrevistados qué opinan al respecto, no tengo duda de que estarían en pleno acuerdo contigo. Ese fragmento llamado “exilio” finalizó por convertirse en el todo intensamente emocional de sus vidas. El exilio cubano ha sido uno tan prolongado, desgastante… En el camino muchos han visto transcurrir sus existencias como expatriados sin poder retornar nuevamente al hogar, mientras otros se han doblegado por causa de la sobrevivencia, sin faltar algunos que se han dejado seducir por el canto de las sirenas. Por eso admiro el temple moral de seres valiosos que no han quitado el dedo del renglón, que se mantienen vigilantes en la recuperación de la memoria histórica cubana: Leovigildo Ruiz, Juan Clark, Ángel Cuadra, Ernesto Díaz Martínez, Ángel de Fana, Luis de la Paz, José Abreu, J. A. Albertini, Pedro Corzo, y más que mantienen una continuidad con el pasado de Cuba tanto como con su presente y con su futuro.