NORMA I. RIVERA

El reconocimiento a la participación y liderazgo de las mujeres es esencial para el progreso, además de estar contemplado en el principio de los derechos humanos  a que todas y todos tenemos derecho. Cuando se aborda el tema de la participación política de las mujeres es indispensable hacer referencia a sus derechos ciudadanos.

El legítimo deseo de las mujeres de participar en todos los órdenes de gobierno, así como en la toma de decisiones es fundamental, tanto como el derecho de participar de manera real y efectiva en la asignación, administración y entrega de recursos, que garantice su acceso a bienes y servicios básicos como la tierra, el agua y una vivienda digna.

Las mujeres han desarrollado una experiencia para administrar recursos que solventen sus necesidades, misma que debe ser tomada en cuenta como elemento primordial en la planeación del presupuesto nacional que resuelvan las necesidades básicas a las que tienen derecho, como la seguridad social y los servicios de salud.

Si el objetivo es lograr que los derechos de las mujeres no continúen siendo mera retórica, es indispensable sensibilizar a los tomadores de decisiones para establecer una política incluyente.

La desigualdad a la que las mujeres han sido sometidas, no es privativa de nuestro país. En todo el mundo, la pobreza afecta a la población femenina de manera desproporcionada, sobre todo si se toma en cuenta que las mujeres constituyen más de la mitad de la población mundial pero sólo poseen uno por ciento de la riqueza mundial.

Setenta y cinco por ciento de las mujeres del mundo carecen de acceso a préstamos bancarios debido a la falta de empleo permanente y bienes que pueden servir de garantía. Por ello, los gobiernos, el sector privado y la sociedad entera deben reducir las desigualdades de género como una medida indispensable para reducir la pobreza.

A pesar de los avances logrados, seis de cada 10 personas, entre las más pobres del mundo, siguen siendo mujeres y niñas; sólo 16 por ciento de los parlamentarios del mundo son mujeres; y dos tercios de menores que no asisten a la escuela son niñas. Asimismo, en los periodos de conflictos armados, tanto como en el hogar, las mujeres son sistemáticamente sometidas a la violencia.

Mucho se ha hablado del empoderamiento de las mujeres como elemento esencial para asegurar la igualdad de género, pero éste no debe ser considerado solamente en términos económicos.

Aunque este aspecto es esencial, justo y merecido, el verdadero empoderamiento de las mujeres depende de su capacidad de realizar los derechos humanos en general y sus derechos económicos, sociales y culturales, en particular. La importancia del empoderamiento radica en aprovechar al máximo las  oportunidades que se presenten.

En otras palabras, no se trata solamente del acceso a una mejor posición económica y social,  sino a una mayor autonomía, dignidad y justicia, que les dé la oportunidad de realizarse como seres humanos.

La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son derechos humanos. También son la clave del desarrollo y del logro de los Objetivos del Milenio.