BECKY RUBINSTEIN F.

Por fin la encontré: se llama Erika Jong, nada que ver con el  oriente lejano, más sí con el  cercano. Es judía, neoyorkina y escribe como los ángeles. Bueno, como deberían hacerlo los ángeles pluma en mano. Hablo de la estilográfica.

Adicta a las fotografías que hablan por sí solas, encontré una imagen de Erika Jong . En su lengua materna leo, al margen: ERICA JONG  at the  Lower East.

Side Tenement Museum, New-York City, april 16, 1997. ” Erica Jong , mi gurú, aparece frente a mí con santo y seña. Enfundada en un traje sastre, que adivino gris pizarra, y con una blusa ,que imagino de seda negra, seria muy seria,  y con la  mirada fija en un ventanal ,  arropado por una delicada cortina de encaje floreado,  adopta el papel de una mujer que dejó su vista en la máquina de coser, recreando vestidos salidos de folletines y revistas de la época. Para quien pudiera costearlos.

Tal vez se trataba de una joven judía o tal vez una matrona que arribó del shtetl, del terruño europeo,  quien al arribar a América en pos de un mejor futuro, para ganarse el  pan, suyo o de los suyos, sin haber  tenido entre sus dedos hilo y aguja, se hizo por cosas del destino,  costurera.

Erica Jong, autora del clásico Miedo de volar, su primer novela -publicada en 1973,de seguro más de una vez se metió en la piel de aquellas mujeres enroladas en fábricas adonde  dejaban su vida y muchas, sus pulmones. La necesidad  las orilló a volar, a atreverse, a cumplir con su destino fasto o nefasto. En la fotografía, tela de donde cortar, unas tijeras y en el cuarto tapizado con  femeninos y floridos medallones ,y tules para futuras novias.

Erica es buena moza y excelente escritora, poeta. Es rubia, sus facciones sonclásicas, la de una judía neoyorkina, probable protagonista de las cintas de Woody Allen.  Nacida en 1942,  es recordada por Inventing memory (1997) donde la escritora, de acuerdo a la crítica,  recrea una compleja, sabia e inspiradora saga de cuatro generaciones de mujeres judeo-americanas. “Tal vez fuimos elegidas-escribió en dicha obra- debido a nuestra exultante fuerza vital, nuestra  oposición a doblegarnos- y  tal vez esto sea motivo de celebración.”

Literatos  contemporáneos han opinado sobre Erica y su obra.  John Updike, Henry Millar y Lois Gould  dijeron sobre Miedo de volar:

Dijo el primero: “Pocas veces se ha explorado el alma de una mujer  con tanta hondura, con tal capacidad de combinar el humorismo y la tristeza. Erica Jong narra con desenvoltura sin precedente el conflicto de su heroína, una mujer arrebatada por el vértigo de la pasión y el sexo, y desgarrada por el conflicto entre la lealtad y la infidelidad. ‘Una franqueza sexual que pertenece, prolongándola, a la tradición de El cazador furtivo de Salinger y El lamento de Portnoy de Philip Roth. Esta es una obra del más alto nivel, brillante, mordaz”.

Dijo el segundo: “Es raro en estos días encontrar un libro escrito por una mujer que sea tan sugerente, desesperado y trágico a la vez, tan lleno de sabiduría acerca del eterno problema: el hombre y la mujer.”

Dijo el tercero: “Erica Jong puede llevar a sus lectores muy lejos del mundo de lo cotidiano: mucho más lejos de lo que alguien haya imaginado nunca, Y después de leerla, quizá sea imposible volver.”

En mis manos un poemario de Erica, un compendio poético, libro de cabecera, al que acudo de vez en vez, más que cualquiera.  Dicho poemario, un grueso volumen de poesía traducida magníficamente al español  por  Susana Constanteal , consta, a su vez, de tres poemarios: Frutas y verduras, Vidas a medias, Raíz de Amor de las que se afirma:

Frutas y verduras explora el misterio del cuerpo humano con talento, inteligencia y sensibilidad… ‘Coma este poema’, se nos dice en uno de ellos, y la obra es suficientemente buena como para hacernos sentir hambre de muchas cosas.” John Updike.

“Los poemas de Vidas a medias tratan del sexo, de la preparación para la vida y de la preparación para la muerte… Vale la pena leerlos.” Muriel Rukeyer.

“En  Raíz de Amor halamos la sensibilidad y la íntima audacia de sus obras anteriores.” Publishers Weekly.

Para muestra, un botón:

Un poeta en un mundo sin cebollas,

en un mundo sin manzanas

mira la tierra como un fruto grande.

 

Muy lejos, las galaxias resplandecen como grosellas.

Todo el universo comestible cae

en su boca jugosa…

Piensa en las generaciones de místicos que babean por la fruta de dios,

en los poetas que suspiran por habitar las manzanas,

en el mar, esa fruta oscura,

que cicatriza más rápida que una herida, en las innumerables galaxias de astrónomos,

a la espera de la madurez del universo

y de que sus ojos se transformen en lenguas…

 

(poema 6,  Frutas y verduras)

 

 

Fuentes. Krementz,  The jewish writer, New- York, Henry Holt and Company, 1998.

Jong, Erica, Poesías, Barcelona, ed. Grijalbo, 1978.

Jong, Erica, Miedo de volar, Buenos- Aires, ed. Sudamericana, 1975.