El nazismo y la “nueva” historia europea: Impresiones desde Estonia

GINA ZABLUDOVSKY

26 de agosto 2011- Escribo desde Tallinn, la capital de Estonia donde estoy de vacaciones en un viaje por los países escandinavos. Después de visitar la encantadora ciudad medieval ahora convertida en una gran atracción turística, tuve oportunidad de conocer  el pequeño  museo de las ocupaciones y asomarme, a través de este, a la forma en que se está narrando la historia y la identidad de un pueblo a partir de la caída del la cortina de hierro.

A diferencia de otros museos, más que una exposición, el visitante tiene la oportunidad de ver algunos documentales dedicados fundamentalmente a la  ocupación  soviética (1940-1991, con excepción del periodo de 1941 a 1944) y una narración de la ocupación nazi  (de 1941 a 1944) en términos que me parecieron mucho menos críticos.  Como no pude verlos en su totalidad debido al escaso tiempo con el que contaba, para solventar esta situación compré  la versión en inglés del libro  editado en el 2005 por al  por la Kistler-Ritso Estonian Foundation, y titulado “Estonia’s Occupations: Revisited Accounts of an Era”.

El texto  se compone por tres capítulos:  1) La destrucción del estado Estonia, 2) la persecución  y 3) la resistencia.  Al leer los contenidos de esta última parte,  pude comprobar que no sólo se trataba de una ausencia de sentido crítico frente a la ocupación nazi sino de una justificación de la misma debido a que las fuerzas de resistencia  al régimen soviético durante la Segunda Guerra Mundial estuvieron estrechamente ligadas s a la participación y alianza de muchos  habitantes de  Estonia con el régimen alemán.

El libro narra la bienvenida que los ciudadanos de este país  dieron a las fuerzas germanas en  1941 y cómo muchos hombres se  aliaron voluntariamente  a los grupos de la SS  actuando  bajo las órdenes  directas de Heinrich Himmler.  Posteriormente los estonios conformarían el   Batallón de Defensa  287   que  en 1941 y 1942 luchó  contra los partisanos  en  Bielorrusia y  en el perímetro del frente de Stalingrado.

En 1944 siguieron actuando  bajo las órdenes del gobierno alemán constituyendo el vigésimo comando de la SS  llamado precisamente el de “Los estonianos”  y al que pertenecían un grupo de hombres seleccionados por su  raza, edad  y otras características físicas.

Sin embargo lo preocupante de esta publicación no son los datos que muestra sino la forma en que lo narra otorgando  un sentido heroico  a la  participación de  Estonia dentro de las fuerzas alemanas  que lucharon contra los soviéticos. La reflexión me parece especialmente relevante porque el texto fue comprado en el museo del sitio y en ese sentido  vale la pena preguntarse hasta qué punto  se trata de la interpretación oficial de la historia  (de hecho los autores H  Ahonen y E Tarvel incluye un agradecimiento al Ministerio de Defensa de la República de Estonia).

Desde luego mis restricciones como turista me impiden sacar mayores conclusiones sin tener la oportunidad de profundizar en el caso y más aún basándome en una única  publicación y sin estar en posibilidades  de hacer un análisis de otras fuentes.

Sin embargo, a pesar de mis limitaciones me parece importante  encender una llamada de alerta sobre la interpretación sobre el tema en el libro citado. Después de la represión que vivieron estos  pequeño  países bajo la bota de la ex URSS,  la actual reelaboración de la historia les está dando un nuevo sentido de identidad y la forma en que la enseñen afectará inevitablemente a  las generaciones futuras de europeos(as).

La  comprensible  furia e indignación  frente a la asfixia provocada por el régimen soviético  durante tantos años, no debiera  justificar a  construcción de un mito nacional sobre  la resistencia permeado de simpatías con el  nazismo.  ¡Qué alejada  me pareció  esta narrativa de las nuevas visiones  asumidas por muchos alemanes- – específicamente me ha tocado vivirlo entre los habitantes de Berlín-  que en sus interpretaciones autocríticas de la historia, transmiten su  preocupado por el conocimiento y la condena  del pasado nazi con el fin de que las nuevas generaciones no lleguen a repetirlo!

Sin ánimo de generalizar, me  preocupa que las denuncias  justificadas al totalitarismo soviético, y la crítica  que los países subyugados no pudieron ejercer durante tanto tiempo, los lleve a presentar una visión de su pasado  en donde bajo las lógica de que los “enemigos de mis enemigos son mis amigos “se justifique  la participación con la fuerzas de Hitler.

Lo anterior resulta especialmente  relevante ahora que el que el neo-fascismo adquiere  una renovada  presencia en Europa. Basta señalar como ejemplo , el surgimientos de estos grupos en  Rusia (véase el número del 15 de agosto de la  de la revista Newsweek sobre el tema ) y  el execrable  asesinato masivo de adolescentes  llevados a cabo por un joven noruego  que  pretende justificar  su actitud  mostrando niveles de intolerancia y racismo que nos parecen  inconcebibles.

MÁS.  Por el lado positivo, aprovecho para  felicitar a los habitantes de Talllinn por la forma impecable que conservan esta hermosa  ciudad y por su excepcional museo de arte moderno KUMU que destaca por su diseño arquitectónico y por la importancia de pintores(as)  nativos  que desafortunadamente no han sido  suficientemente conocidos. Esperamos que la   difusión de su obra  pueda generar  una nueva apreciación de las contribuciones de esta nación a la historia de la cultura.

 

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