EL PAÍS

Aunque el Consejo de Seguridad de la ONU no haya aprobado sanciones contra el régimen sirio, Turquía, antiguo aliado de Siria, sí lo va a hacer por su cuenta. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, las anunciará el próximo fin de semana cuando visite en el este del país a los 7.000 refugiados sirios que Turquía acoge.

“Entonces haremos nuestra valoración de las sanciones y las anunciaremos paso a paso”, declaró Erdogan en Pretoria durante una rueda de prensa con el vicepresidente sudafricano, Kgalema Motlanthe. Bajo el Gobierno de Erdogan, Turquía ha adquirido un papel cada vez más relevante en la escena internacional, y sobre todo ante el mundo árabe.

Coincidiendo con este anuncio, el Estado Mayor turco informó en su web de que, a partir de hoy y hasta el 13 de octubre, llevará a cabo unas maniobras militares en la provincia de Hatay, fronteriza con Siria, donde se encuentran el grueso de los refugiados sirios. Aunque es modesto -solo moviliza a una brigada de infantería mecanizada y a 800 reservistas- este ejercicio se interpreta en círculos diplomáticos como una advertencia al régimen del presidente Bachar el Asad.

El veto de Rusia y China impidió que el máximo órgano de la ONU adoptase una resolución que preveía medidas contra un régimen cuya represión ha causado desde mayo, según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, unos 2.700 muertos. Líbano, Brasil, India y África del Sur se abstuvieron en la votación.

Mientras los promotores de la resolución (EE UU y los países europeos) lamentaban el resultado, Bouthaina Chaabane, consejera de Asad, se alegraba del veto “histórico”. En varias ciudades sirias se produjeron ayer manifestantes en las que los jóvenes esgrimían pancartas, en árabe y en inglés, en las que se podía leer: “Rusia no destruyas nuestro futuro”.

“Me ponen en apuros”, empezó contestando Erdogan a una pregunta sobre lo sucedido en el Consejo de Seguridad porque iba a poner de manifiestó sus discrepancias con Motlanthe. Acabó, no obstante, afirmando que le hubiera gustado que Sudáfrica “esté el lado del pueblo sirio y formule una rotunda advertencia al Gobierno sirio”. “Eso hubiese sido lo correcto porque miles de inocentes están siendo asesinados a sangre fría”.

“Este veto no nos va a impedir seguir adelante e imponer sanciones”, añadió. “Vamos a poner en práctica un paquete de sanciones”. “Mi corazón sigue estando al lado de los que luchan por la libertad”, concluyó.

Hace tan solo tres años Erdogan y su familia veranearon con los Asad, subrayando así la cordialidad de la relación. Esta se empezó a deteriorar cuando Damasco ignoró los llamamientos de Ankara para cesar la represión de los civiles.

Turquía ha impuesto ya un embargo armamentístico a su vecino, pero hasta ahora era reacia a sancionarle económicamente por temor a perjudicar los intereses comerciales de sus hombres de negocios.

El último emisario turco recibido por Asad fue, el 9 de agosto, el ministro turco de Asuntos Exteriores, Ahmed Davutoglu. Le instó a restringir el uso de la fuerza contra los manifestantes y a emprender reformas. Davutoglu estuvo reunido durante seis horas con el presidente sirio, que amenazó con provocar una conflagración regional si la OTAN intervenía en Siria como lo hizo en Libia.

Casi dos meses después, la agencia de prensa semioficial iraní FARS ha revelado parte del contenido de esta conversación, de la que Teherán fue informado.

“Si se toman medidas disparatadas contra Damasco, necesitaré menos de seis horas para transferir cientos de misiles a los Altos del Golán y dispararlos sobre Tel Aviv”, le anunció Asad a su huésped, omitiendo que la reacción israelí probablemente se lo impediría. También dejó claro que pediría a Hezbolá que ataque desde Líbano a Israel.

“Todos estos acontecimientos se producirán en las tres primeras horas, pero en las tres horas siguientes Irán atacará a los barcos de guerra de EE UU en el Golfo”, añadió. “Los intereses de EE UU y de los europeos estarán también en la diana”, concluyó.