JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO

Antecedentes

La eventual creación de un Estado judío estuvo claramente presente desde el nacimiento mismo del Mandato británico de Palestina. No fue, como muchos piensan, una creación surgida de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto (Shoah), ni fue el procedente de un sentimiento de culpa. La creación del Estado de Israel representó la materialización de una intención previa, muy anterior a la Segunda Guerra Mundial, que respondía a criterios racionales acerca de cómo debía dividirse aquella región que antes fuera dominada por los turcos.

En el texto de la Liga de las Naciones por el que se creó el Mandato convenía que: “El Mandato asegurará el establecimiento de un hogar nacional judío, tal como se establece en el Preámbulo, y el desarrollo de instituciones de auto-gobierno, y también de protección de los derechos cívicos y religiosos de los habitantes de Palestina, independientemente de su raza o religión.”

El territorio palestino les fue confiado en 1922, y se esperaba de ellos una actitud menos humanitaria hacia los judíos, incluyendo la proclividad a crear un Estado -o cuasi-estado- nacional judío.

Aunque los británicos ocasionalmente traicionaron este mandato de la Liga de las Naciones, y llegaron a oponerse a la emigración a Palestina de los judíos perseguidos por el régimen nazi, fue el posterior cambio de actitud de Londres lo que desencadenó la lucha armada de militantes judíos contra los británicos en Palestina, que paradójicamente estuvieron entre los primeros enemigos del proto-Estado de Israel.

Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, esta beligerante situación impulsó a Gran Bretaña a delegar la cuestión palestina a la Organización de las Naciones Unidas. Como sabemos, ésta nombró una comisión el 15 de mayo de 1947 llamada UNSCOP, que incluía representantes de once Estados que debían hacer sus recomendaciones sobre Palestina. Intencionalmente se excluyó a las grandes potencias.

Después de tres meses de deliberaciones, en agosto de 1947, siete miembros de UNSCOP, entre ellos Guatemala y el Uruguay, se pronunciaron a favor de la creación de dos Estados independientes, uno judío y el otro árabe. La minoría de tres proponía la creación de un solo Estado federal.

En la Asamblea General de la ONU celebrada el 2 de abril de 1947, se aprobó la resolución 181, en la que se acordó la partición de Palestina en un Estado árabe y otro judío, mientras que Jerusalén pasaba a ser administrada por la ONU. Finalmente, Gran Bretaña anunció la retirada de sus tropas que se hizo real el 14 de mayo de 1948.

29 de noviembre de 1947

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas votó el establecimiento de dos Estados, uno judío y otro árabe en el territorio del Mandato Británico para Palestina.

La votación de que 33 países (58%) votaron a favor de la resolución 181 y fueron: Australia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, Costa Rica, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Nueva Zelandia, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Suecia, Sudáfrica, la Unión Soviética, Ucrania, Uruguay y Venezuela.

Los 13 países (23%) que votaron contra de la resolución 181 fueron: Afganistán, Arabia Saudita, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía y Yemen.

Los países que se abstuvieron fueron 10 (el 18%): Argentina, Colombia, Chile, China, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Reino Unido y Yugoslavia. Tailandia estuvo ausente en la sesión plenaria.
En ese tiempo 57 estados eran los miembros de las Organización de las Naciones Unidas. El mayor bloque lo constituían los 20 estados latinoamericanos (35% del total).

Los países árabes e islámicos eran diez. Los países de Europa Occidental eran ocho. Los países comunistas eran seis. Los 14 estados restantes los constituían los Estados Unidos, Canadá, China, Sudáfrica, Etiopía, entre otros.

La mayoría (13) de los 20 países latinoamericanos votó a favor de la partición. Seis países se abstuvieron, y sólo uno (Cuba, bajo la presidencia de Ramón Grau San Martín) votó en contra. Los diez países árabes o islámicos votaron unánimemente en contra y cinco estados comunistas votaron a favor de la partición, con la abstención de Yugoslavia.

México no consideró entonces que la partición de Palestina en un Estado judío y un Estado árabe y la internacionalización de Jerusalem fuera una medida adecuada, cabe destacar que su posición en los debates previos a la división de Palestina fue abstencionista. Por tal, podemos apreciar en este periodo la pasividad, alejamiento y la falta de interés como componentes característicos de la diplomacia mexicana. Cabe destacar, que los gobiernos de México e Israel establecieron relaciones diplomáticas el 1 de julio de 1952 siendo Gustavo Ortiz Hernán (31 jul. 1956 al 3 abr. 1959) el primer embajador de México para el Estado de Israel.

Reacciones al plan

La mayoría de los habitantes judíos celebraron el plan para la creación de un Estado judío, pero criticaron la falta de continuidad territorial del mismo, dividido en tres zonas separadas por vértices que lo hacían muy poco viable (y difícil de defender), al igual que el territorio asignado a los árabes. Los líderes árabes se opusieron al plan argumentando que violaba los derechos de la población árabe, la cual en ese momento representaba el 67% de la población total (1.237.000 habitantes), criticando además que la mayor parte de la tierra (el 54%, incluyendo el desierto del Negev, que suponía el 45% de la superficie de todo el país) se adjudicaba al Estado judío, que consistía en el 33% de la población.

Apenas dos semanas después de aprobarse la resolución de la ONU, en una reunión pública celebrada el 17 de diciembre, la Liga Árabe aprobó otra resolución que rechazaba frontalmente la de la ONU y en la que advertía que, para evitar la ejecución del plan de partición, emplearía todos los medios a su alcance incluyendo la intervención armada. La amenaza árabe, que finalmente cumplió, no tuvo ninguna respuesta por parte de Naciones Unidas.

El Reino Unido se negó a aplicar el plan de partición, argumentado que era inaceptable para las dos partes implicadas. Además rechazó compartir la administración de Palestina con las Naciones Unidas durante el periodo de transición recomendado por el plan, y abandonó Palestina el 15 de mayo de 1948, fecha en que expiraba el mandato británico y un día después de que Ben Gurión leyese la Declaración de Independencia en el museo de Tel Aviv (la declaración que se adelantó un día de la salida del alto comisario británico para que no coincidiese con el Shabat). En esa misma sesión del Consejo del Pueblo se aprovechó para derogar las leyes represivas y anti-inmigratorias del Mandato Británico.

Fuera de Palestina y del mundo árabe, el nacimiento del Estado judío encontró un apoyo universalmente favorable, tanto en Occidente como en el bloque del Este. La Liga Árabe, sin embargo, a través de su secretario general, Azzam Pachá, lanzó esta advertencia anunciando la inminente invasión árabe: «Será una guerra de exterminio, una terrible matanza, comparable a los estragos de los mongoles y a las Cruzadas.»

El futuro jefe de la resistencia palestina, Ahmed Chukeiry, afirmó que la invasión tiene como objetivo «la eliminación del Estado hebreo» y la universidad islámica de El Cairo proclama la guerra santa contra el sionismo. En la noche del 15 de mayo de 1948, los ejércitos de Egipto, Transjordania, Siria, Líbano e Irak cruzaron las fronteras y comenzaron la invasión del flamante Estado de Israel. La primera guerra árabe-israelí había comenzado. Los árabes dedicaron sus energías a intentar destruir el incipiente Estado judío, cuya creación fue obra de la legalidad internacional.

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