LUÍS FOIX/LA VANGUARDIA.COM

La esencia de la política, lo dijo Macmillan hace muchos años, es el timing, el calendario o el hacer las cosas en el momento oportuno. Si la Constitución que se sometió a referéndum en Siria el domingo se hubiera redactado hace diez años, seguramente la suerte de la dinastía laica de los Asad habría perdurado más tiempo y el partido Baas seguiría cosechando buena parte de los votos de los sirios.

Ya no sirve. Es tarde. Más de seis mil sirios muertos como consecuencia de la represión del régimen no se borran o redimen con un referéndum constitucional. El presidente Asad, acompañado de su rubia y elegante esposa, una británica de origen sirio, no puede sonreír ante las cámaras en el momento de votar como si fueran unas elecciones en Birmingham o Marsella. Es indignante ver la sonrisa de un personaje que se resiste a quitarse de en medio y dar la voz a los ciudadanos.

El cinismo de organizar un referéndum constitucional mientras el ejército mata a los sirios que protestan contra el régimen es manchar con sangre una Constitución. Occidente observa el fenómeno con preocupación pero no sabe cómo actuar. La experiencia demuestra que las decisiones tomadas por Europa desde la descomposición del imperio Otomano en 1918 han sido precipitadas y arbitrarias. En el mismo trazado fronterizo repartiéndose las áreas de influencia en los protectorados de Francia y Gran Bretaña se encuentran muchos de los conflictos que se han vivido desde entonces en la región.

La creación del estado de Israel en 1948 con la aprobación de las Naciones Unidas añadió más complejidad a las relaciones entre los nuevos estados creados a partir de la Gran Guerra. Irán fue el gran aliado de Estados Unidos para convertirse en su más hostil enemigo.

Después del fiasco de las guerras en Iraq y Afganistán, Estados Unidos y la OTAN no pueden intervenir en Siria ni ayudar a los rebeldes sin saber quién controla este valiente movimiento de protesta. Tampoco pueden encabezar un ataque contra Irán para destruir sus incipientes instalaciones nucleares.

Barack Obama y Hillary Clinton no van a arriesgar militarmente por dos razones: porque los resultados son inciertos y porque estamos en año electoral. Van a coordinar la diplomacia, los boicots y las presiones económicas. Rusia y China están con el régimen. Como en la guerra fría.