ESTHER ZYCHLINSKI
EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

A sus 90 años, con los achaques de la edad, todavía le brillan los ojos cuando habla de su vida, le sale una sonrisa fácil y sincera, lágrimas y una memoria privilegiada como lo demostró cuando recibió la medalla por su trayectoria en la docencia, la creación pero sobre todo en el mundo de los títeres.

El 16 de febrero, en el Teatro Orientación y Acompañada de Beatriz Campos, Raquel Bárcena, El Maestro José Solé y Hugo Hiriart, donde cada uno le dirigió palabras llenas de amor y reconocimiento.

El Maestro José Solé con su peculiar tono de voz, debido al aparato que usa para hablar, contó cómo a los ocho años tuvo un encuentro con los títeres y hasta la fecha sigue resolviendo situaciones con los mismos en sus puestas, así mismo platicó como conoció a Mireya en un baile.

Hugo Hiriart, de forma sincera y emotiva, contó lo dicho por Mireya en una entrevista que le habían hecho en la mañana en el Periódico Reforma.

Raquel Bárcena comentó cómo sus respectivas familias habían crecido juntas y de su cariño hacia ella, ya que durante la entrega la estuvo apoyando y abrazando.

Beatriz Campos amiga suya nos hizo nuestra de su experiencia, de su amistad, de cuándo entró a trabajar en la misma oficina de Mireya y cómo desde el primer día la hizo partícipe de un proyecto sobre Don Quijote.

Su trabajo forma parte de la historia y es digno de guardarse en cualquier parte donde se estudien no solo los títeres sino el teatro.

Dramaturga, escritora, titiritera y licenciada, todavía cuenta con una beca del CONACULTA. Ha impartido talleres sobre títeres, ha estado en programas de radio, y televisión, es creadora de programas para niños y así me podía seguir, nos habla con una convicción de haber cumplido.

Una mirada, una expresión de amor y alegría por la vida, con una memoria maravillosa, con un amor por los niños, defendiendo el derecho de ser tratados como seres inteligentes que captan todo, nos anima a seguir adelante.

Con un carácter donde nunca se ha dejado mangonear, independiente y leal a sus ideas, actualizada con lo qué ocurre, es un ejemplo de que la mujer puede darse su lugar sin caer en victimismos y superarse.

Desde que conozco a Mireya Cueto, cuando fui a las primeras conferencias del Festival Nacional de Títeres, no solo la respeto por su trabajo sino por su humanidad. Escucharla es embelesarse, aprender y gozarla, es amarla. Su sencillez y entrega la hacen “una mujer única.”

Espero que nos viva muchos años, nos siga contagiando su amor por la vida y el teatro, donde ese amor hace tanta falta en estos momentos.

La herencia que deja en las generaciones actuales, el amor por los títeres con una personalidad propia y su forma de decir: “aquí estoy”, es suficiente para decirle un simple “gracias.”

Alguien decía que a veces no se puede expresar con palabras algo muy bien hecho, el caso se repite “Mireya eres grandiosa.”