GIULIO MEOTTI/ARUTZ SHEVA

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El título de Giulio Meotti nos parece excesivo, pero refleja la preocupación de muchos articulistas acerca del aumento del antisemitismo en Europa.

Mientras que la intelectualidad judía estadounidense discute la legitimidad de un ataque israelí contra Irán, el antisemitismo europeo levanta cabeza dejando en el suelo tres niños judíos y un rabino en Toulouse.

Durante el Holocausto los judíos fueron enviados a las cámaras de gas (en Francia la policía local hizo el “trabajo sucio”).

Setenta años después, en una moderna y democrática Europa que, presumiblemente, se había desembarazado del legado de esa época, los judíos son objeto de ataques una vez más. Los testigos de la matanza de Toulouse en la escuela judía hablan de la caza de estudiantes por parte del terrorista en el interior del edificio.

Lo mismo ocurrió hace cuarenta años en Maalot, cuando los terroristas árabes mataron a veinte estudiantes israelíes en una escuela local.

Hace un año, en Toulouse, que estuvo bajo el régimen pro-nazi de Vichy, las palabras “Israel nazi” y “sionistas nazis” volvieron a aparecer en los edificios judíos.
El terrorista pretendía matar niños judíos solamente porque eran judíos.

La escuela no tenía absolutamente nada que ver con “la ocupación”, pero tiene todo que ver con la cuestión judía.

El ataque se asemeja a la masacre de Itamar, cuando hace un año el padre, la madre y sus tres hijos fueron asesinados en sus camas por dos jóvenes árabes.

El ataque de Toulouse es la culminación de una larga campaña antisemita. Hace dos semanas el Ministerio del Interior de Francia publicó las estadísticas de la ola anti-judía: 389 ataques antisemitas – solamente – en 2011, por lo menos una cada día.

En 2006, Ilan Halimi fue secuestrado en París por un grupo de jóvenes musulmanes. Fue torturado durante cuatro semanas mientras algunos leían las páginas del Corán, y luego arrojado moribundo a un vertedero cubierto de heridas mortales.

Francia no es un caso aislado. El antisemitismo existente en Europa Occidental es “el peor desde la Segunda Guerra Mundial” de acuerdo con la Agencia Judía. Y sólo va a empeorar en el futuro.

Libros como Mein Kampf y Los Protocolos de los Sabios de Sión permanecen bien visibles y son los más vendidos en las tiendas musulmanas de Edgware Road, en el corazón de Londres.

En Suecia, un país descrito por The Guardian como “el mayor éxito que el mundo ha conocido”, los judíos están abandonando las grandes ciudades como Malmö debido a razones de seguridad y con el fin de escapar de los ataques antisemitas.

Los Países Bajos, que una vez fueron un refugio para los judíos españoles y portugueses que huyeron de la Inquisición de los siglos XV y XVI son ahora un reino del miedo, la intimidación y el sometimiento.

Los judíos también huyen de Amberes, la ciudad que una vez ostentó con orgullo el lema “la Jerusalén del Norte”.

La vida judía en Francia y en Europa no que esté bajo cuestión, es que puede ser historia.
Maalot, Itamar y Toulouse.. Siempre el mismo objetivo: el pueblo judío y el Estado de Israel, ese país al que el embajador francés Daniel Bernard calificó en Londres de “ce petit pays de merde”.
Tan cómoda como pudiera ser la vida en los distritos de París, es hora de que los judíos franceses consideren volver a casa. Antes de que sea demasiado tarde, deberían dirigirse a Israel. La situación en Europa sólo empeorará.

El antisemitismo es una erupción de barbarie en nuestra civilización y los judíos siempre han sido un barómetro de la tolerancia. Europa está viviendo su nueva pesadilla y el antisemitismo clásico se ha convertido en una mezcla potente y peligrosa en países con enormes poblaciones musulmanas.
No se sorprenden si un día, bajo la bandera de Eurabia, estos nuevos europeos tratan de expulsar a los descendientes del Holocausto de la tierra de Israel. Esta segunda Shoah se denominará “Paz y Justicia para Palestina”.