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Según cifras oficiales de las asociaciones médicas, psicológicas y psiquiátricas, mencionadas por el Dr Luis Perelman (Presidente de Shalom Amigos), seis por ciento de la población mundial es gay. Esto significa que, a nivel mundial, una de cada cinco familias cuenta con un hijo que no es heterosexual.

Basándonos en este conteo, calculamos que nuestra Comunidad incluye a mil doscientos homosexuales mayores de edad, de los cuales sólo 150 se han comunicado a Shalom Amigos, el grupo judío que acoge a homosexuales, lesbianas, transexuales y transgénero. Una simple resta nos muestra que hay aproximadamente mil personas todavía “dentro del closet”.

Si tomamos en cuenta que la homosexualidad es una característica no adquirida sino inherente al ser humano, comprenderemos el sufrimiento y la frustración de este grupo de nuestra Comunidad que tiene que luchar contra sus deseos más primarios, enfrentándose al rechazo de una colectividad que no lo acepta y a la consternación de unos padres que ven anuladas sus expectativas, amén de lidiar con las distintas etapas del “luto” que significa aceptar un hijo “diferente”. Otro grupo con problema es el de gays que han sucumbido a las presiones de la sociedad y se han involucrado en matrimonios heterosexuales, luchando contra sus pulsiones y poniendo en riesgo lo más preciado que tienen: su familia.

Selma y Pepe Aronovich conocen bien estos dilemas. Hace unos años, descubrieron que su hijo, Alex, era gay. “Nos dejó pistas” explicó Selma “Por ejemplo, una revista en la cama cuya portada gritaba:”Cómo salir del closet y decírselo a tus padres”. Selma y Pepe lloraron mucho, se informaron, consultaron expertos, y luego decidieron qué hacer: “Abrazarlo”. Alex no está enfermo, es un joven normal y feliz; simplemente, dicen Selma y Pepe, requería de la comprensión de sus padres. En entrevista para enlacejudio.wpengine.com, la pareja Aronovich explica su cómo lidió con lo que parecía una terrible maldición, logrando salvar su cordura, su pareja, y conservar unida a su familia

Hoy, Selma y Pepe han decidido ser activistas comunitarios, para apoyar a padres en la misma situación. Asistir a grupos de apoyo especiales para padres es fundamental, explican. Estos grupos para padres existen en varias partes del mundo: el grupo estadounidense es liderado por un rabino, David Horovitz; y en México, “Familias por la diversidad” es dirigido por Irma Anhalt.

Éste es un extracto de la entrevista:

EJ: ¿Cuál es su historia?

SA: Nosotros tenemos tres hijos, el mayor que se llama Adam y dos gemelos un chico y una chica: Alex y Michele. Cuando Alex tenía 16 años salió del closet y nos enteramos de que era homosexual aunque su hermana Michelle ya sabía desde hace varios años. Desde entonces a la fecha, así en muy someras palabras, hemos recorrido un muy largo camino y entendemos que es un proceso difícil que conlleva muchas etapas y lo que quisiéramos es un poco contar nuestra historia para ayudar a otros padres realmente en el proceso y sobretodo el mensaje sería decirle a todas las personas que están todavía dentro del armario que es más bonito vivir en la luz y no en la obscuridad y que no están solos.

EJ: ¿Cómo fue el momento en el que salió Alex del closet?

SA: Es muy difícil primero porque uno, desde que nacen los hijos, tiene expectativas piensas que van a ser grandes, se van a casar, vas a tener nietos y de repente cuando te enfrentas con una realidad que no es la que esperabas, pues te descontrolas, hay mucho dolor; realmente lo que pasa es como un duelo de la expectativas . Es muy difícil porque la sociedad nos devuelve mensajes muy negativos en torno a la sexualidad o en general a diferentes inclinaciones sexuales y de principio uno se descoloca, no sabes muy bien cómo reaccionar y pasas una crisis no pequeña donde lo que yo creo que nos salvó fue que lo platicamos muchísimo y teníamos muy claro que lo primero que teníamos que hacer era hacerle sentir a nuestro hijo que no importa qué pase y no importa el proceso que tengamos que pasar todos, es un ser amado y que lo vamos a aceptar tal como es, pero sí conlleva mucho trabajo, muchas etapas.
EJ: ¿Cuáles son las etapas por las que pasaron ustedes?

SA: Yo creo que primero se pregunta uno qué ha hecho mal, estás como en shock, no sabes qué te cayó encima ¿no?
PA: Yo creo que hay una etapa previa, una etapa donde hay ciertas señales que uno no quiere ver, específicamente en nuestro caso: Alex siempre fue una persona muy sensible en la escuela cualquier cosa lo hacía llorar, no era deportista, había muchas señales que no queríamos ver. Así como hay niños que son futbolistas, hay niños que no lo son; entonces yo creo que es como la primera etapa donde uno tiene como un velo y no lo quiere ver, no lo ve o no le da importancia. Luego viene lo que tú dices donde comienza a haber señales que, entre paréntesis, las señales Alex nos las dio a nosotros, no fueron casuales sino que él decidió salir del closet y nos comenzó a dejar como pistas de que había algo.
SA: Sí, hasta que de plano no fue una pista sino que fue una señal muy clara. Nos dejó una revista sobre su cama, en inglés que decía: “¿Cómo salir del closet ante tus padres?” y ahí fue donde yo sentí que nos cayó un cubetazo de agua helada. Lo primero que hicimos fue nosotros dos sentarnos, lloramos muchísimo, nos preguntamos uno al otro ¿Cómo te sientes? ¿Qué crees que hicimos mal? ¿Por qué nos salió un hijo así? ¿Algo hicimos mal? ¿Por qué suceden estas cosas? Pero lo que sí teníamos muy muy claro los dos es que había que abrazar a este niño y asegurarlo de que tenía un amor incondicional y que no importaba porqué es homosexual. Nosotros al principio no entendíamos en realidad si él había elegido ser homosexual o había nacido así. Era un descontrol muy fuerte, pero teníamos muy claro que lo íbamos a acoger, a abrazar y hacerlo sentir que lo queremos incondicionalmente. Esa fue, creo, la primera etapa, la de descontrol. Después pues te entra mucha duda también porque te empiezas a observar como padre y a pensar ¿Qué hiciste mal? Sino fuiste un buen ejemplo como un ser sexual, sino supiste guiarlo. Empiezas a preguntarte muchas cosas que están en los estereotipos sociales, si hay que llevarlo a terapia, mil cosas…

PA: Si tiene cura (risa)
SA: Si tiene cura (risa). Afortunadamente Alex ya estaba muy muy aceptado, muy bien consigo mismo, muy seguro y nos guió. Él fue nuestra guía.

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