BECKY RUBINSTEIN F. PARA ENLACE JUDÍO

Hay poetas imprescindibles, como Leonard Cohen. Juro no haberlo escuchado con antelación; juro jamás de los jamases haberlo leído. Juro, además, haberme embelesado con sus poemas.

El haber leído a quien se afirma como “el dulce cantante perdido” ha sido una de mis experiencias de vida.

Siempre hay un antes y un después. Antes de conocerlo, me habían contado acerca de sus logros,
de su música, de su poesía, de su alma atormentada, aunque vital.

¿Qué tal enterarse de la vida y obra de quien, sin empacho, le escribe, nada más ni nada menos, que a la Reina Victoria, a quien, familiarmente, dice: “Mi padre y todo su tabaco te amaban”; “Yo soy frío y lluvioso, no me siento alimentado por el amor moderno” ; “Reina Victoria : el siglo XX nos pertenece a ti y a mí.”

¿Qué tal enterarse que poetizó sobre Hitler en “Folk” -de Flores para Hitler- poema de gran sutileza y enorme ironía como podemos constatar?

“Flores para Hitler bostezaba el verano/ flores que recubren toda mi recién nacida hierba/ Y aquí hay una pequeña villa están pintándola para una fiesta/ Aquí hay una colonia.
Aquí hay unos perrillos haciendo el amor/ Las banderas resplandecen como coladas (ropa recién lavada) Flores para Hitler bostezaba el verano.”

Cohen, también hace referencia a Goebbels, ministro de propaganda e información del temible y terrible Hitler:

Leamos: “Goebbels abandona su novela y se afilia al partido/ Su último poema de amor se rompió en la bahía/donde rubios personajes blasfeman/ cargando chatarra en oxidados submarinos.”

Leerlo es llegar a la esencia de la vida, como en el siguiente canto a la libertad en medio de tanta culpa, de tanta retahíla, en apariencia repetitiva y hueca, es decir, vacía:

“Los diamante de la culpa/ Los papiros de la culpa/ Los pilares de la culpa
Los colores de la culpa/ Las banderas de la culpa/ Las gargantas de la culpa
Las espadas de la culpa/ Escuchad, dice, el alcalde/ Escuchad a las avecillas de los bosques
cantan como hombres encadenados.

Leonard Cohen nace en Montreal, Canadá, en 1934, o sea, casi llega a los ochenta años. Y, a pesar de su edad, sigue siendo noticia. Sus temas son constantes: el amor, el sexo, la religión.
Alguna vez, por casi diez años, se hizo monje Zen, y cuando sale de su destierro personal, retoma los quereres de su vida: la música y la poesía. En “Destino”, por ejemplo, le canta al amor, y a ese tú indispensable, en aparente distancia. El regodeo, el irse por las ramas, funciona: da en el blanco:

“Quiero que tu cálido cuerpo desaparezca/ educadamente y me deje solo en esta bañera/ ocioso, solo, sin lavar siquiera/ la intención de lavarme/ excepto en el último momento”.

Y le vuelve a cantar al amor, consuelo y fatalidad del mortal, casi una definición: “El amor es un fuego/ arde por todas partes/ Desfigura a todo el mundo/ Su excusa, la fealdad del mundo.”

De su primera obra, Let us compare Mythologies, ha pasado mucho tiempo. Su móvil, estar entre dos aguas, entre el judaísmo y el cristianismo. Víctima de la depresión escribe el ya mencionado Flores para Hitler .También escribe Parásito de parásitos, La energía de los esclavos, Monte baldío entre un gran etcétera.

La vida y obra del canadiense, aparece, para bien o para mal, en los diarios. Víctima de quien fuera su manager por quince años -y quien, según el poeta y cantante, le birló la friolera de 5 millones de dólares- dio pie a que su nombre se haya visto envuelto en tremendo escándalo. En el juicio, se ventiló que la Sra. Lynch acusaba al Premio Príncipe de Asturias 2011 de ser adicto a las drogas, cosa que L.C. niega contundentemente. “Por supuesto que no me gustaba-afirma Cohen- y yo sentía que mi reputación estaba siendo atacada y también la reputación de mi familia”.

Lynch, una mujer de 55 años, dejó grabada su voz y sus amenazas, testimonio de su acoso: “¿Sabes qué? -dijo- mi objetivo es destruirte por el resto de tu vida. ¿Quieres estudiar sobre el miedo y el asesinato? Vas a ir al infierno, te estoy hablando a ti, maldito”, dijo en 2008.

Lo impensable, lo increíble: “Lynch acusa a Cohen de robarle, lo califica de avaro alcohólico y drogadicto, y afirma, además, que él acosó sexualmente a su hija”.

De Cohen también se afirma que ha vuelto a los escenarios y con el éxito de siempre: “Por el momento, Leonard Cohen es dueño de una exitosa carrera y ha puesto de nueva cuenta en evidencia su prestigio como compositor”.

En 2012 presenta Old Ideas (Columbia) en un hotel de París, como preámbulo a la publicación mundial del próximo 31 de enero. “A estas alturas de su carrera, afirma Juan Carlos Hidalgo en El Ángel, suplemento cultural de Reforma, Leonard sabe que lo suyo es trabajar las letras, dar con ciertas melodías. En cuanto a la producción, se apoya en un equipo conformado por Patrick Leonard, Ed Sanders, Dino Soldo y su mujer, Anjani Thomas.

Con más de 14 libros y 12 discos, el admirador de García Lorca y de la música de Enrique Morente, se encarga personalmente del diseño de las portadas. Old ideas, su más reciente creación, agrega Hidalgo, “Es uno de los bálsamos maravillosos preparados por Leonard Cohen.

Infalibles para sanar el sufrimiento, mitigar la depresión existencial y sentir que el amor es algo realizable dejándose llevar por el erotismo que late en las cosas sencillas.”

¿En qué cree Leonard, quien rescata y recobra ideas antiguas, mas no caducas?

Escribe Hidalgo: “A su edad es un autor que sabe que lo mundano termina entreverándose con el espíritu.” “Creo –agrega L.C- en la perseverancia y en la transpiración, pero también creo en el estado de gracia y en la iluminación”.

Fruto de aquel estado de gracia iluminada es El libro del anhelo donde puede leerse: “No estaba previsto/que fuera famoso/ en el mercado actual…/ No descifres mis gritos/ son la carretera/ no la señal.”

Fuente: Juan Carlos Hidalgo, El Ángel, Suplemento Cultural de Reforma, domingo 5 de febrero de 2012.
Reforma, Gente, miércoles 11 de abril de 2012.
AFP, Función en Excélsior, 11 abril de 2012.