LEON OPALIN PARA ENLACE JUDÍO

Los medios de comunicación en el mundo generalmente expresan opiniones desfavorables de los judíos y del Estado de Israel. En Europa, en particular, aparecen frecuentemente notas periodistas calificando a Israel de llevar a cabo una política de apartheid hacia los palestinos y de la existencia de una conspiración judía para apoderarse del mundo. Resulta inaudito que en España, donde las juderías desaparecieron prácticamente después de su expulsión decretada por la Santa Inquisición, y hoy día su presencia en ese país es mínima, (50,000 personas) se observan actitudes antisemitas y antiisraelies en amplios sectores de la población.

No obstante, en este marco de hostilidad hacia los judíos, también existen voces disidentes que abogan por ellos como la del periodista español Sebastián Vivar Rodríguez SVR, premio internacional de literatura, quien en un lúcido artículo denominado ¿qué pensamos de los judíos y de los musulmanes?, hace una reflexión a favor de los judíos y señala a los musulmanes por su intolerancia y violencia.

Al inicio de su artículo, SVR condena a Europa mencionando que el Continente murió en el campo de concentración de Auschvitz; dice “nosotros asesinamos a seis millones para acabar importando 20 millones de musulmanes; en Auschvitz quemamos la cultura, la inteligencia y la capacidad de crear riqueza; quemamos al pueblo del mundo, el que se autoproclama el elegido por Dios”. El pueblo judío es el que ha proporcionado a la humanidad las mayores mentes capaces de cambiar el rumbo de la historia, y grandes momentos de progreso y bienestar”.

SVR critica vehementemente el “relajamiento” de fronteras llevado a cabo en el tiempo por gobiernos europeos, que bajo el pretexto del multiculturalismo y la tolerancia, han permitido la entrada de 20 millones de musulmanes, “a menudo analfabetas y fanáticos, y que en el peor de los casos preparan atentados como el de Manhattan o Madrid”. SVR reclama a Europa que “cambió la cultura por el fanatismo, a la capacidad de crear riqueza por la voluntad de destruirla, a la inteligencia por la superstición, el orgullo de sobrevivir por la obsesión fanática por morir”.

En este ámbito, cabe aclarar que en Europa viven en la actualidad alrededor de 55 millones de personas que practican la fe musulmana, cifra que incluye a la población que tradicionalmente ha tenido a Europa como lugar de residencia desde hace siglos, como es el caso de los musulmanes de la región de los Balcanes, con cerca de 10 millones, entre la que sobresale Albania con cuatro millones, Bosnia y Herszegobina con tres millones y Macedonia con 700,000. Se estima que del total de musulmanes en Europa, el 10.0% podrían calificarse de fundamentalistas, lo que no necesariamente los hace terroristas, sin embargo, estos últimos junto con los Imanes (sacerdotes) radicales y con el apoyo de gobiernos teocráticos del Medio Oriente, son los que tienen en jaque, no sólo a Europa, sino a todo el mundo; de aquí la llamada de atención de SVR a estos grupos que practican el lavado de cerebro de los niños en los campos de entrenamiento militar, enseñándoles a ser hombres bomba. En contraposición, señala que los judíos no secuestran aviones, ni matan atletas en las Olimpiadas.

Los judíos no tienen ideas que proclaman la Guerra Santa (IJAD) para dar muerte a los infieles. No hay un solo judío que haya destruido iglesias y el gobierno de Israel no prohíbe la construcción de las mismas en su territorio como lo hace el de Arabia Saudita. SVR hace un llamado a los musulmanes para que consideren invertir en la educación de sus pueblos y no acusen a los judíos por todos sus problemas; los musulmanes debieran preguntarse que podrían hacer por el mundo, antes de exigir que la humanidad los respete.

Los gobiernos europeos fueron demasiado laxos en sus leyes migratorias y la población del Continente está harta del colonialismo interno que están imponiendo los musulmanes con sus restricciones, lo cual está provocando la expansión de la violencia y como reacción una creciente islamofobia entre la ciudadanía europea; fenómenos que también se están reproduciendo en EUA y Canadá, principalmente, naciones en las que residen más de 5 millones y un millón de musulmanes, respectivamente.

En este marco, Japón es uno de los pocos países que han instrumentado severas medidas para frenar el radicalismo musulmán. En Japón con una población de 128 millones de habitantes únicamente viven entre 70,000 y 100,000 musulmanes; (básicamente empleados de compañías extranjeras) empero, las autoridades no les conceden la ciudadanía nipona; ni se les otorga la residencia permanente. Los musulmanes que viven en Japón deben hablar Japonés y practicar sus rituales en sus hogares y no se les permite la vigencia de la Saharia (Ley Islámica) y está prohibida la importación del Corán (Libro Sagrado) en lengua árabe; no se autoriza la construcción de mezquitas, ni escuelas religiosas. Japón no promueve las relaciones diplomáticas con el mundo musulmán, tiene un número reducido de embajadas en naciones musulmanas. En Japón consideran que la religión islámica tiene concepciones muy limitativas y hay que mantenerse a distancia de esa fe; asimismo el gobierno japonés piensa que los musulmanes son fundamentalistas y no van a cambiar sus leyes. El gobierno y el pueblo Japonés han sido considerados como racistas. Su actitud frente a los musulmanes lo confirma; empero, ante la experiencia de Europa, EUA e Israel, principalmente, frente al terrorismo del Islam; los japoneses “se curan en salud”.