LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

La presencia de los árabes musulmanes en Europa no es reciente. Los moros de África del Norte desembarcaron en Gibraltar, al Sur de España, en el 711; moro es un término popular, con una connotación peyorativa para designar a los naturales del Magreb (todo el Oeste de África del Norte) y de forma genérica a cualquier musulmán independientemente de su origen. A los moros les tomó siete años para conquistar España, excepto algunos reinos cristianos del Norte, gobernaron España por 800 años, asentándose principalmente en el Sur, lo que se conoce hoy como Andalucía, Tierra de Moros; las comunidades moras, Morerías o Aljamas, estaban separadas jurídicamente de las cristianas y de las judías (las juderías).

 

Los moros que introdujeron el Islam en España, tuvieron junto con los judíos una gran influencia en la vida económica, política y cultural del país; fueron ocho Siglos de Oro de España. En este ámbito, los reinos cristianos del Norte, siempre buscaron recuperar al país de manos de los moros; sólo cuando en 1469 los reinos del Norte de Castilla y Aragón, a través de la boda de Isabel (reina de Castilla) y Fernando (rey de Aragón) unieron fuerzas, lograron expulsarlos de España en 1492 al igual que a los judíos. A través de la Santa Inquisición, establecida en 1478, se dio la opción a judíos y musulmanes de convertirse al catolicismo o que abandonaran España.

 

Desde que se estableció la Santa Inquisición hasta 1834, en que “finalmente se acabó”, fueron ejecutados miles de personas a las que la iglesia confiscó sus bienes. La expulsión de moros y judíos de España, el alma del comercio, las finanzas y de la cultura en esa nación, fue el preludio de la decadencia del Imperio Español. El éxodo de los musulmanes de España fue más sencillo que el de los judíos, en virtud de que tenían un hogar nacional a donde regresar; en cambio, los judíos doquiera que fueran en Europa los alcanzaba el brazo de la Santa Inquisición, incluso, hasta en el Nuevo Mundo, recién descubierto y conquistado.

 

La migración musulmana masiva a Europa y a otros continentes desde los sesentas del siglo pasado, y particularmente en las dos últimas décadas del mismo y en lo que va del siglo XXI, se da en un marco de profundas transformaciones económicas, políticas y sociales en el mundo, resultado del fenómeno de la globalización y enmarcadas también en el entorno del surgimiento del islamismo fundamentalista y la guerra contra el terrorismo. El telón de fondo de las migraciones musulmanes se vincula con el limitado crecimiento de sus economías de origen, que ha acentuado la perene pobreza y marginación de grandes núcleos de sus poblaciones, agravado por su rápido crecimiento demográfico.

 

Los Europeos con una sólida tradición democrática aceptaron convivir con los musulmanes en un entorno de multiculturalismo, además de que estos últimos habían representado una fuente de mano de obra barata. Sin embargo, la profunda crisis económica que vive Europa en el presente, ha convertido a los residentes musulmanes en el Continente en competidores de las plazas de trabajo y del estado de bienestar que otorgan los gobiernos.

 

Por otra parte, la creciente intolerancia de los grupos musulmanes radicales que quieren imponer en Europa la Saharia (Ley Islámica); su bajo nivel educativo, así como el alto nivel delincuencial existente en sus comunidades, entre otros múltiples factores, está provocando un creciente rechazo de las sociedades en donde radican; aunque a la vez se percibe una inevitable aceptación de estas a su falta de integración y de acatar las reglas de los países que los han acogido.

 

En este contexto, el periodista italiano Guilio Meotti, en un artículo publicado en el periódico Wall Street Journal al final de octubre indica que “la semana pasada el ministro de Educación de Italia, Francesco Profumo, propuso que el Islam sea materia de enseñanza en las escuelas públicas junto con la del catolicismo, al mismo tiempo que el Cardenal Mariano Crociata, Secretario General de la Conferencia Episcopal Italiana, anunció que el Vaticano está a favor de construir nuevas mezquitas en Italia”. Así mismo, “los Cardenales Europeos se entrevistaron con la Asociación Musulmana en Europa en la Ciudad de Turín para proclamar la necesidad de culturizar de manera progresiva el Islam en Europa”. Hechos que se consideran como “la miopía cultural y política en Europa que es peligrosa para el futuro del continente y allende”.