Artículo de junio de 2012

ENRIQUE PRESBURGER PARA ENLACE JUDÍO

Aprovechando que las elecciones serán tema de conversación durante todo el fin de semana, me gustaría escribir una pequeña reflexión de las mismas, aunque con un enfoque apolítico.

Este proceso electoral ha sido uno de los más interesantes en la historia de nuestro país. Esto no se ha dado sin embargo por la inteligencia de los candidatos, ni por la intensidad de los debates, y mucho menos por las propuestas e ideologías de los partidos. Curiosamente, quizá nos enfrentamos al proceso que ha tenido a los peores candidatos en muchas décadas, donde nos hemos encontrado a personajes sin credibilidad, ambiguos y sobre todo limitados en su capacidad a la hora de demostrar liderazgo y argumentar sobre la valía de sus propuestas.

No obstante, las próximas votaciones arrojan un dato digno de ser tomado en cuenta: Esta elección es presumiblemente la que tendrá mayor participación en toda la historia de México en las urnas.
¿Por qué? La respuesta es la sociedad civil; es decir nosotros. Aquí una pequeña reseña de lo que hemos vivido:

•Debates logran mayor rating que cualquier debate antes televisado: Así como lo leen, los debates presidenciales en México fueron vistos por millones de mexicanos como nunca antes. A pesar del futbol, de las propuestas vacías, de los discursos desgastados y los ataques anodinos de los candidatos; muchísima gente nos sentamos a escuchar ese día. Lo más interesante de esto, es que ni siquiera nos interesó profundizar en quien ganó cada debate, y poco eco tuvieron los comentarios de los analistas políticos a-posteriori. El punto importante fue notar que gente de todo el país y de todo nivel socioeconómico prendieron la tele dando un fuerte mensaje de fondo: Ya no somos indiferentes a quien gobierne este país, y queremos cuando menos escuchar y juzgar nosotros mismos, sin que nadie nos diga quién es el bueno o el malo.

•Movimiento #YoSoy132: Este movimiento genuinamente estudiantil y espontáneo, no debe ser minimizado de ninguna manera ni etiquetado con patrocinios falsos. Esta congregación nació por la valentía de estudiantes, que decidieron tener una participación activa ante los candidatos y no sentarse pasivamente en un auditorio de manera complaciente. Lo más importante de este movimiento no fue solamente que encararon a los candidatos de forma directa y sin intermediarios, sino que desafiaron a los medios de comunicación masiva, demostrándoles que su interpretación de las noticias es sesgada y parcial. Así, estos mismos medios que intentaron minimizar y politizar el movimiento, no tuvieron más remedio que dedicarle espacios a #YoSoy132 en varios de sus programas, y tragarse sus palabras para elogiar a los jóvenes con temor a ser blanco de sus manifestaciones. Y así fue: Estos jóvenes que lograron armar un debate presidencial con preguntas inteligentes sin necesitar de ninguna televisora ni del IFE. Este movimiento es fundamental, porque más allá de su continuidad en el tiempo, demostró que se puede tener una influencia enorme en un país sin requerir gente de renombre, presupuestos onerosos ni el cobijo de fuerzas mediáticas y políticas tradicionales. Esto puso a temblar a todos los políticos, y no va a parar después de las elecciones.

•La misteriosa indecisión: A diferencia de años anteriores donde mucha gente tenía muy claro por quién votar, este año no es un tema de conversación cómodo ni fácil. Aún en charlas casuales, la gente no dice fácilmente a quién dará su voto, y de hecho se prefiere amortiguar el tema hablando en general de la elección. Esto es una señal positiva de que el voto duro e irreflexivo se está terminando, y que el electorado moderno somos más conscientes y analíticos de nuestras decisiones, por lo cual en verdad estamos indecisos y analizando cuál es la mejor opción para nosotros y para México.

En fin, hubo muchas cosas negativas de este proceso electoral, pero sobre ellas remonta un aspecto positivo nunca antes visto que sí representa un cambio en el país: El despertar de la sociedad civil. Lo mejor de esto, es que apenas estamos viendo la punta del iceberg y, gane quien gane, tendrá que rendirnos cuentas, y por supuesto que no la tendrá fácil.