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“Estaba en casa con mi familia por la noche y las paredes y el suelo comenzaron a temblar. Pasamos mucho miedo, porque pensamos que era una bomba o algo así”. Han pasado once meses, pero Bryan Gerzicich aún se sobresalta cuando recuerda lo que sintió aquella madrugada en la que un terremoto le hizo creer que Kiryat Shmona, la ciudad en la que vive y juega al fútbol, sufría un ataque con misiles.

Su temor no es raro, porque la pequeña localidad del norte de Israel, de 23.000 habitantes, a la que llegó hace dos años este centrocampista defensivo que es pieza clave en el once que se medirá esta tarde al Athletic, está pegada al Líbano, lo que la convierte en una de las zonas más peligrosas del país hebreo. La mejor prueba es que la región es conocida como ‘Kiryat Katyusha’ en homenaje al tipo de proyectiles utilizados para atacar la ciudad. En 2006 fue alcanzada por más de 1.000 misiles procedentes del país vecino, lo que ha provocado que se tomen muchas medidas de seguridad hasta en las épocas en que se supone que no hay riesgo de ataques.

Bryan Paul Gerzicich nació en Los Ángeles el 20 de marzo de 1984, pero se crió en Argentina, ya que sus padres se quedaron sin trabajo tres meses después de su nacimiento y la familia se trasladó a Buenos Aires. Desde entonces no ha pisado de nuevo suelo estadounidense y a pesar de que habla muy poco inglés, se siente ‘yanki’: “Mis padres me han dicho muchas cosas buenas de allí y me encantaría ir y conocer el país donde nací”.
Inicios en Argentina

El primer equipo profesional de Gerzicich fue el argentino Arsenal de Sarandí, donde solo jugó seis partidos en 2006. Por eso, al ver que no estaba nada claro su futuro en el club se planteó probar suerte en el fútbol de Estados Unidos, aunque al final trabó amistad con un empresario israelí de visita en Argentina y terminó volando a Israel. En 2007 se integró en el Hapoel Haifa y tras un breve paso de una temporada por el Hapoel Acre, regresó al equipo de la ciudad en la que hoy jugará el equipo rojiblanco, donde ya se hizo un nombre en el campeonato hebreo.

Gerzicich aún recuerda aquellos primeros tiempos en el fútbol israelí: “Durante el primer par de meses fue muy duro, porque llegué solo y no sabía el idioma. Pero me empecé a adaptar, porque como siempre estaba jugando, solo tenía la cabeza en el juego”. Poco después pudo asentarse definitivamente cuando su novia argentina, Susana, se reunió con él. Se casaron y ahora tienen un hijo de cuatro años, Lionel, y una hija de un año, Macarena.

En 2010 le llegó la oferta de un club casi sin historia que fue fundado en 2000, el Hapoel Ironi Kiryat Shmona. Gerzicich aceptó la propuesta y formó parte de un grupo que acabó quinto en el campeonato y que la pasada campaña logró de forma sorprendente el título de Liga, lo que le permitió debutar en la Champions este pasado verano.

Gerzicich fue pieza importante para eliminar al Neftchi Baku de Azerbayán en una de las eliminatorias previas, pero sufrió una pequeña lesión en la rodilla que le obligó a pasar por el quirófano y a perderse la ronda en la que su equipo cayó eliminado ante el Bate Borisov y cayó a la Europa League. Ya recuperado, se ha vuelto a convertir en uno de los hombres fundamentales del equipo israelí en esta fase de grupos , tanto en la etapa de Gili Landau en el banquillo como en la del nuevo técnico, Barak Bakhar.

La única espina que le queda ahora clavada al argentino-estadounidense es jugar con la selección de su país natal, entrenada por el alemán Jurgen Klinsmann. No lo tiene fácil, porque en su puesto destacan futbolistas como Michael Bradley, Maurice Edu, Jermaine Jones y Stuart Holden, que juegan en Italia, Inglaterra y Alemania.

Precisamente, no jugar en una Liga tan importante es visto por Gerzicich como el motivo principal de que a sus 28 años no haya debutado aún con la camiseta estadounidense: “Tal vez hubiera tenido más oportunidades de jugar con el equipo nacional si hubiera crecido en EEUU y quizás jugando en un equipo más grande, en una Liga más importante, podría ser más reconocido”. Pese a todo, no pierde la esperanza.