JOSÉ ABREU FELIPPE/EL NUEVO HERALD

Nedda G. de Anhalt es una escritora multidisciplinaria que se ha destacado en todas las vertientes en las que ha incursionado. Narradora, poeta, ensayista, entrevistadora, maestra, traductora, crítica literaria y cinematográfica, con más de una docena de libros publicados. Nació en La Habana, Cuba, pero desde 1967 es ciudadana mexicana. Realizó estudios de Derecho Civil, Diplomático y Administrativo en la Universidad de La Habana y de literatura en Sarah Lawrence College de Nueva York. Posee una maestría en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de las Américas de México, donde ha impartido cursos de Literatura Hispanoamericana. Sus cuentos, poemas y ensayos han sido traducidos a varios idiomas e incluidos en numerosas antologías.

En este exilio cubano de más de medio siglo, muchos de nuestros mayores, maestros de la creación, murieron sin el reconocimiento y el respaldo que se merecían. Con demasiada frecuencia son escasas las imágenes fílmicas y fotográficas, entrevistas o grabaciones que los muestran leyendo sus trabajos. Gran parte de lo que fueron en el plano humano, personal, se perderá del todo cuando a su vez desaparezcan aquellos familiares, amigos o admiradores, que los conocieron y los escucharon.

Sin embargo, gracias a Nedda G. de Anhalt, una parte significativa de su legado, no se perderá. Rojo y naranja sobre rojo (1991) y Dile que pienso en ella (1999), son dos libros de entrevistas –la autora de Cuentos inauditos les llama “conversaciones”– que recogen para la posteridad el pensamiento, la sabiduría, las vivencias, de 23 intelectuales, entre ellos Guillermo Cabrera Infante, Lydia Cabrera, Severo Sarduy, Eugenio Florit, Reinaldo Arenas, Gastón Baquero, Ángel Gaztelu y Leví Marrero.

Con esta talentosa mujer tuve el privilegio de conversar.

¿Conoció a Octavio Paz?

Sí, Octavio Paz, fue un ser de una cultura y sabiduría infinitas; un hombre montaña que sabía ver el futuro. Un día me dijo: “Nedda, el problema de Cuba no se va a resolver”. Me quedé fría. Cuando lo conocí, al darse cuenta de mi acento cubano, lo primero que me preguntó: “¿conociste a Juan Marinello?” Después, nos pusimos a comentar su ensayo incluido en el libro El amor en cuestión. Te podría contar tantas anécdotas… Hablar de Octavio es también hablar de su musa Marie José. Ambos conformaron una pareja excepcional.

¿Qué podría decirnos sobre Vuelta?

La revista Vuelta fue, para mí y para muchas personas, la mejor revista literaria de Hispanoamérica. Si la hojeas encontrarás un arca de tesoros, con ensayos, poemas y traducciones. Yo me estrené en el # 125, con la entrevista a Lydia Cabrera. Colaboré esporádicamente en algunos números, porque por esa época publicaba mis reseñas cinematográficas y literarias en unomásuno, y su suplemento sábado.

¿Cuándo comenzó a interesarse por la entrevista?

Cuando me percaté de que todo ese talento cubano en el exilio, regado por el mundo, se iría al olvido si alguien no se ocupaba de consignar algunas de sus voces más significativas. Fue lo que intenté hacer y no de modo sistemático. Ahora es cuando me percato de que me volví una especie de notaria del espíritu de mis entrevistados.

¿A cuál de las entrevistas le tiene más cariño?

A todos mis entrevistados los quiero por igual, tanto que cuando se murió el primero, que fue el más joven, Reinaldo Arenas, me produjo tal pesar que dejé de escribir una temporada. Regresábamos mi esposo y yo de Suecia donde fuimos a acompañar a Octavio Paz a recibir su Premio Nobel de Literatura. Después volamos de Suecia a Colorado, para encontrarnos con mi hijo y su familia. Estábamos en el colmo de la dicha. De lo más alto caí cuando escuché: “Mamá te tengo que dar una mala noticia” ¿Por qué la alegría se tiene que imbricar con la tristeza? Algo similar sucedió cuando acompañamos a Cabrera Infante a recibir su premio Cervantes. Eran las 9:30 de la mañana, en Madrid y, en México, las 3:00 a.m., entonces recibí llamada avisándonos la muerte de Octavio Paz. Todas las muertes que siguieron me duelen, porque siento a mis entrevistados tan cercanos como si fueran mi propia familia.

¿Cuál le resultó más difícil?

Fueron dos. La entrevista al escritor mexicano Juan García Ponce, que padecía Esclerosis Múltiple, pues su voz era difícil de captar, pero observando sus labios yo entendía todo. Más cuando escuché la grabación no entendía nada. Su ex esposa, Mercedes Oteyza, me ayudó a descifrar ciertas palabras. La otra fue la de la novelista y cineasta francesa, Catherine Breillat. En Nueva York cada periodista tenía asignada media hora. Llegué tarde, por confundir el West con el East. Como ambas íbamos a viajar a París, quedamos de vernos la semana siguiente ahí, pues se había agotado mi tiempo con ella y había colegas esperando. Nos dimos cita en un café. Cuando llegamos, la única mesa vacía estaba pegada a la máquina de hacer café. Cada descarga del expreso producía un ruido espantoso. Pensé: esto me va fregar la audición, y así fue. Felizmente me ayudó Paloma Porraz Fraser a recuperar las palabras perdidas en el ruido.

Estas dos entrevistas a autores no cubanos tal vez se incluyan en algún nuevo libro de entrevistas. ¿Ha pensado en uno nuevo?

Llevo años con esa idea en mi cabeza. Pensaba entrevistar a Luis de la Paz, Ángel Cuadra, Amelia del Castillo, Rosario Hiriart, Pedro Corzo, Rita Geada, José A. Albertini, Orlando González Esteva, Tere Vale, Armando de Armas, Zoé Valdés… Si Gladys Zaldívar y Concha Alzola vivieran también las hubiera incluido. Es un proyecto futuro, primero debo cerrar círculos.

¿En qué proyectos trabaja actualmente?

Estoy en el proceso de ordenar o seleccionar material que he acumulado durante 30 años al asistir ininterrumpidamente al New York Film Festival. A la vez, tengo tres libros en prensa. Al día siguiente reúne varios poemarios y saldrá en diciembre; el otro, es un colectivo de ensayos, sobre la escritora mexicana Rosario Castellanos; y, el tercero, Déjame que te cuente es mi obra cuentística reunida, más algunos cuentos inéditos que alterna imágenes de la obra artística de varios notables como: Basia Batorska, Rufino Tamayo, Jorge Camacho, Claudia Shapiro, Laura Cohen, Marie José Paz, entre otros. Este libro saldrá publicado por el Fondo de Cultura Económica.