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13 de enero 2013.-Los tribunales egipcios dictan borrón y cuenta nueva en el ajuste de cuentas a Hosni Mubarak. La corte de Apelaciones ha ordenado este domingo repetir el juicio al dictador derrocado tras anular la sentencia a cadena perpetua contra el ex presidente dictada el pasado junio por su complicidad en el asesinato de manifestantes durante las revueltas de 2011.

Los abogados de Mubarak, el ex mandatario de 84 años que fue juzgado durante 10 meses en el conocido como “proceso del siglo”, han logrado tumbar un veredicto que el 2 de junio de 2012 enfureció a quienes pedían la pena de muerte -reclamada también por la Fiscalía- para el hombre que gobernó la tierra de los faraones durante casi tres décadas.

Ya entonces el Tribunal reconoció que no existían “pruebas técnicas definitivas” que avalaran que Mubarak fue quien ordenó abrir fuego contra los manifestantes durante los 18 días de revueltas que forzaron su renuncia. “El tribunal ha fallado aceptar la apelación presentada por los acusados y ordena la repetición del juicio”, ha declarado el juez Ahmed Ali Abdelrramán.

La sentencia, recurrida entonces y anulada ahora, sólo reprochaba al autócrata no haber evitado desde su posición política la muerte de las 850 personas caídas en el levantamiento popular. El Tribunal de Apelaciones ha aceptado además el recurso de su ministro de Interior, Habib el Adli, -condenado también a cadena perpetua- y las alegaciones de la Fiscalía contra el dictador, sus hijos Alaa y Gamal, seis responsables de los servicios de seguridad y el empresario hispano-egipcio Husein Salem, detenido en Madrid y al que la justicia española se niega a extraditar a Egipto.

Abuso de poder

El magnate, Mubarak y sus vástagos se enfrentan al cargo de exportar gas a Israel por debajo del precio del mercado y a abuso del poder presidencial. Tanto los hijos del ex presidente como los agentes de la seguridad fueron absueltos en el juicio. Las acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito que pesaban sobre Alaa y Gamal se consideraron prescritas.

Y en el caso de los agentes, el Tribunal arguyó que las grabaciones de audio y video “no podían determinar si quienes
estaban sentados en el banquillo eran realmente las personas que cometieron los crímenes”. En declaraciones al diario estatal ‘Al Ahram’, un juez en condición de anonimato ha señalado que la condena de junio fue en realidad una absolución. “La absolución de los seis altos cargos de la seguridad exculpa al ex presidente y Al Adli”, agregó.

El mediático juicio de Mubarak, que arrojó el poderoso fogonazo del primer líder juzgado por la Primavera Árabe, nunca fue un proceso sencillo. A la barahúnda de abogados enzarzados a menudo a garrotazos o zapatazos en plena sesión, se sumaron recusaciones, retrasos y la falta de colaboración del Ministerio del Interior y la Seguridad del Estado. Para muchos, el veredicto -que solo condenó a Mubarak y Al Adli- fue un fallo político deshecho ahora por la justicia.

Recibida con gritos como ‘Viva la justicia’ o ‘Te queremos, presidente’ por los acólitos del ‘rais’, la repetición del juicio se llevará a cabo ante otro tribunal en fecha aún por determinar. “El mundo entero está mirando con admiración. Los jueces de Egipto no tienen miedo a nada”, han cantado los partidarios del dictador en una alusión a la guerra que libra parte del poder judicial con el actual presidente, Mohamed Mursi.

Mientras llega el nuevo proceso, Mubarak -como el resto de acusados- permanecerá en la prisión de Tora, un complejo carcelario ubicado en el sur de El Cairo al que fue trasladado poco después del veredicto de junio y del que solo ha salido cuando se ha detectado algún empeoramiento de su estado de salud. Actualmente, Mubarak se encuentra en el Hospital de las Fuerzas Armadas de Maadi, un acomodado barrio del sur de El Cairo. El ‘rais’ depuesto fue trasladado el pasado 27 de diciembre desde la cárcel por las lesiones sufridas tras caerse del baño.

Mubarak tiene además otras cuentas pendientes. El sábado, por ejemplo, la Fiscalía Superior de Fondos Públicos añadió a sus imputaciones un nuevo caso de corrupción después de que el entonces presidente cobrara entre 2006 y 2011 una cuota anual de 7 millones de libras egipcias (un millón de dólares) del diario estatal Al Ahram a cambiar de hacer buena propaganda al rotativo.