GIULIO MEOTTI/ ELDEROFSIYON/YNET

La UNESCO está participando activamente en la lucha contra Israel, e inclusive en contra de la cultura y la historia judía – sobre todo si los hechos históricos que han acontecido caen en el “lado equivocado” de la una imaginaria línea verde. Los árabes tienen dificultades a la hora de presentar de manera convincente a Israel como un usurpador de territorios siempre y cuando el mundo crea que hay una enorme relación entre la gente de la Biblia y la Tierra de la Biblia. La UNESCO contribuye en ese sentido al representar la historia judía en el Oriente Medio como nada más que una breve estancia insignificante, una breve estancia llevada a cabo por unos colonizadores arrogantes.

La UNESCO parece negar que el pueblo judío edificara sus raíces en Israel hace más de 4.000 años, o que 1.000 años antes de Cristo, el Rey David hizo de Jerusalem la ciudad judía por excelencia, nunca abandonada por completo, incluso en tiempos de persecución mortal.

La Ciudad de David en Jerusalem, el principal objetivo antijudío de la furia de la UNESCO, es actualmente la más “caliente” excavación arqueológica mundial, de donde se extraen objetos bíblicos y se hallan antiguos cementerios y sellos reales. Para ello, la UNESCO está utilizando la arqueología para atacar a Israel y presentar a los arqueólogos israelíes como ideólogos nacionalistas.

En los últimos años, la UNESCO ha estrechado su colaboración con la ISESCO, el organismo cultural de la Organización de la Conferencia Islámica. Según la propaganda de la ISESCO, la historia bíblica y los templos judíos son únicamente ficción, siendo realmente esos alegados “monumentos judíos tesoros islámicos robados por los sionistas e israelíes”, y los trabajos arqueológicos israelíes unos actos criminales contra los musulmanes.

La ideología que desliza la UNESCO describe a los judíos como nada más que unos invasores y colonizadores, mientras que los musulmanes que invadieron el país y lo devastaron en el siglo VII son, por algún salto inexplicable en el tiempo, los auténticos descendientes de los llamados “indígenas cananeos”. En el 2010, la UNESCO decidió que la Tumba de Raquel y la Cueva de los Patriarcas de Hebrón eran realmente “mezquitas”. Los países occidentales no formularon ninguna protesta ante esta conversión. La UNESCO nunca mencionó que además de la famosa Tumba de los Patriarcas bíblicos, Hebrón también contiene la tumba del primer juez (Otniel Ben Kenaz), la tumba de los generales y confidentes de Saúl y David, además de las tumbas de Ruth y Jesse, la abuela y padre de David, respectivamente.

Tampoco hay ninguna palabra por parte de la UNESCO sobre el hecho de que la tumba de Raquel sea unánimemente venerada como la tumba de una de las grandes mujeres de la Biblia, la esposa de Jacob, y una madre judía bendecida. Durante la segunda Intifada, la UNESCO condenó a Israel por la destrucción y los daños causados al patrimonio cultural situado en los territorios palestinos “como un crimen contra el patrimonio cultural común de la humanidad”. Sin embargo, esa misma UNESCO se mantuvo en silencio cuando una turba de palestinos destruyó la tumba de José, un importante santuario religioso judío, y construyó una mezquita en dicho lugar. Ya en los comienzos de la Segunda Intifada, los terroristas palestinos atacaron la tumba de Raquel, y durante 41 días se les impidió a los judíos visitar el recinto. La UNESCO nunca condenó estos hechos.

Recientemente, decenas de tumbas del cementerio del Monte de los Olivos en Jerusalem fueron objeto de actos de vandalismo, el último de una serie de ataques al cementerio más antiguo del judaísmo, donde los judíos han sido enterrados desde los tiempos bíblicos. Una vez más, la UNESCO permaneció muda. Pero esta parte del artículo me impresionó aún más: En una nota final de un reciente informe de la UNESCO sobre la ciencia, el médico y teólogo judío Maimónides es clasificado y considerado como un “musulmán” llamado Moussa ben Maimoun. Por lo tanto, Rambam – acrónimo del rabino Moshe Ben Maimón – se ha visto obligado a “convertirse” al Islam por mediación de los historiadores revisionistas de la ONU. Durante la Edad Media, la Inquisición francesa confiscó y quemó los libros de Maimónides. Hoy en día, y desde los elegantes bulevares parisinos, los nuevos inquisidores de la UNESCO están siguiendo la misma terrible solución de representar la historia y la Tierra Santa como “Judenrein”.

Le pregunté a Meotti por ese documento de la UNESCO donde se califica a Maimónides (Rambam) de sabio musulmán, y después de una breve búsqueda lo encontró. Procede de una versión francesa de un informe de la UNESCO de diciembre 2010 y con relación a la ciencia en el mundo árabe. El documento aparece como redactado por Adnan Badran: Una vez que Toledo fue recuperada a los moros por los cruzados en 1085, los sabios y eruditos europeos afluyeron allí para traducir los antiguos textos clásicos del griego (que Europa ya había olvidado) al árabe y hebreo, y después al latín, contribuyendo de esa manera a la primera parte de la Edad Media europea (1100-1543). Los nombres de algunos de esos sabios europeos aparecen en la literatura científica al lado de un gran número de eruditos y sabios musulmanes, entre los cuales Ibn Rushd (Averroes), Moussa ibn Maimoun (Maimónides), Tousie Ibn Nafis. Esta “islamización” de Maimónides contrasta ampliamente con la forma de trabajar de la UNESCO. En 1986, se organizó una mesa redonda para celebrar el 850 aniversario del nacimiento de Maimónides, dedicándole ese mismo año, junto a Averrores, un número especial de su revista cultural en la cual se destacaban sus raíces judías. En ese número especial se menciona que era conocido como Rambam y su nombre aparece como Moisés ben Maimun.

Esto parece que comenzó a cambiar a medida que la UNESCO comenzaba a restar importancia a su judaísmo. En su descripción de Córdoba, por ejemplo, se refieren a él como “Musa-ibn-Maymun”. Y ahora parece haberse dado el último paso, ya es musulmán.

Este no es el habitual antisionismo que nos toca esperar de la ONU. Este es un cuadro persistente de la negación de la historia y la cultura judía. En otras palabras, estos hechos ratifican el alegado antisemitismo de la ONU.