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21 enero 2013.-A pesar de que el huracán Netanyahu y la fragmentación de la izquierda han acaparado gran parte de la campaña política en Israel, en las elecciones generales de este martes hay que destacar que se presentan 34 partidos, mientras que en 2009 sólo doce competían por el Parlamento.

Como en casi todas las democracias, muchos de estos partidos, nacidos al calor de las elecciones, desaparecerán en cuanto acabe la resaca electoral. Brit Olam (Pacto Eterno), el partido del electricista Ofer Lipschitz, parece destinado a ser uno de éstos, aunque su fundador dice estar tocado por la mano divina.

Lipschitz, de 45 años, asegura que tuvo una visión hace nueve años mientras arreglaba unos enchufes, en la que según él, Dios le reveló que era el salvador del mundo. Lipschitz, resuelto a cumplir el mandato divino, decidió crear hace unos meses el partido destinado a salvar al pueblo judío y prepararlo para la llegada del Mesías.

Aunque la agenda política del visionario es más bien exigua, si ganase las elecciones la educación y la sanidad serían públicas.

«Las medicinas son muy caras en este país», afirma Lipschitz por teléfono, quien además «eliminaría los intereses de los bancos, ya que poner intereses a los créditos está prohibido en la Torá».

Tiendas en la frontera

Otro partido cuya idea central sorprende es Ha Calcalá, el partido Financiero, de los hermanos Goldstein. Según estos empresarios convertidos en políticos, la solución al conflicto entre palestinos e Israelíes está en construir docenas de centros comerciales y recreativos a lo largo de la frontera entre Israel y Gaza.

«Esto hará que los dos lados se mezclen y, como además serán zonas libres de impuestos, estarán siempre a rebosar», comenta Benny Goldstein. «Tanto los palestinos de Cisjordania como los de Gaza conocerán a los israelíes y viceversa, y además se generará empleo en los dos lados, con lo que todo el mundo estará contento».

Goldstein afirma estar seguro de que la solución a este conflicto enquistado pasa por la economía. «Todo el mundo, sin importar de qué país o religión vengan, quiere poner comida en el plato al final del día. Si ayudamos a la economía palestina, esto al final redundará en nuestro beneficio», dice el empresario.
«Si fuésemos elegidos, abriríamos las fronteras y dejaríamos que los palestinos entrasen a trabajar, porque son buenos trabajadores y además cobran menos que los locales», apunta Goldstein.

El Partido Pirata israelí, no promete abrir las fronteras con los territorios palestinos, pero el transporte público gratuito y la legalización de la marihuana.

«Nuestro sistema, que pertenece a la red internacional de Partidos Piratas, ofrece además a los miembros un sistema de voto completamente transparente», dice su fundador, Ohad Shem-Tov. «Cada decisión en el Parlamento se consulta primero con los miembros del partido, y son ellos los que eligen. El parlamentario se convierte en un representante directo de los miembros y se elimina de esta forma la corrupción política, porque el parlamentario no puede tomar ninguna decisión propia».

Entrada en la UE

El Partido Pirata adelanta que, si es elegido, intentaría que Israel ingresase en la Unión Europea. «Varios políticos europeos nos han asegurado que apoyarían la entrada de Israel en la UE», afirma Shem-Tov, sin entrar en detalles sobre esos supuestos políticos.

Para Asma Aghbaria-Zahalka, del Partido de los Trabajadores DaŽam, lo más importante en estas elecciones es garantizar la paz entre israelíes y palestinos. Aghbaria-Zahalka es árabe-israelí, comunista y atea. Rechazó el islam por considerarlo opresivo, al igual que el capitalismo, y ahora quiere luchar en el Parlamento por los derechos de los trabajadores.

«¿Cómo se puede hablar de paz con los palestinos, si estamos siempre preocupados en cómo pagar las facturas y comprar comida? El cambio sólo llegará si los judíos y los palestinos están en mejor posición», aseguró Aghbaria-Zahalka a la prensa local la semana pasada.