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CARMEN MARTÍNEZ/ELPERIODICOEXTREMADURA.COM

Una amiga me dijo una vez que ella se hizo de izquierdas porque esta defendía unos valores más morales y justos que la derecha. Supongo a mi amiga algo desilusionada pero sigo sin entender por qué tanta gente lista, honrada y buena consideró durante lustros a la izquierda mejor opción que la derecha sin más. Es histórica la ceguera de la progresía mundial frente a las barbaridades de Stalin o Mao.

Aún hoy quedan restos de su indulgencia con regímenes dictatoriales como el cubano. No hablo ya del seguidismo panfletario y bobo de ese estupendo actor que es Guillermo Toledo , sino del planteamiento de superioridad moral, autosuficiencia y prepotencia de intelectuales prestigiosos como Luis García Montero y otros progres consagrados que han pretendido obligar, por ejemplo, a Muñoz Molina a rechazar el premio Jerusalén, en nombre de la libertad.

En su entronización izquierdista se sienten tan poseedores de la razón como los inquisidores de infausta memoria y aunque no queman a los herejes, sí los marginan de su selecto círculo de detentadores de la única verdad, o sea Su Verdad. Recuerdo con horror el artículo de Almudena Grandes sobre la monja violada por los milicianos en la guerra civil española. Tan insigne feminista se permitió hacer befa de la pobre religiosa. Dejó muy claro que la violencia de género es una salvajada pero si se practica contra las monjas es divertida.

No es solo la izquierda española la que así actúa. Es en el orbe todo. Y ahí tenemos a la gauche universal tan encantada con Hollande , cuando todas las plazas del mundo bienpensante se colmaron de pacíficos izquierdistas bramando contra la guerra de Irak, mala como todas las guerras menos algunas y casualmente liderada por Bush .

Hoy Obama manda drones a acabar con los terroristas, decide sobre la vida y la muerte como gran dios de Occidente y nadie protesta, porque Obama mola, los drones matan terroristas a distancia y si hay algún daño colateral en forma de niñitos o mujeres pues no es lo mismo que aquellos que asesinó Bush. ¡Ay esa izquierda siempre tan divina!