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ESTHER SHABOT

En el escenario internacional las noticias acerca de la renuncia de Benedicto XVI al papado, el misterio sobre el estado de salud de Hugo Chávez y las decisiones financieras y de política migratoria del gobierno de Obama han hecho que en los medios de comunicación mexicanos se haya dejado de hablar acerca de muchos otros temas que sin ser tan cercanos a nosotros no son menos importantes o críticos.

El caso egipcio, por ejemplo, ha dejado de ser reportado casi por completo aún cuando ese país se desliza peligrosamente hacia una situación en la que asoman panoramas ominosos: tal vez una nueva rebelión por hambre, un golpe militar que sustituya al actual gobierno de Mursi y la Hermandad musulmana o un caos generalizado de naturaleza impredecible que escape a cualquiera de las previsiones que se han hecho respecto al curso que podrían tomar las cosas en el país del Nilo.

Y es que en efecto, los datos de la economía egipcia son de lo más sombrío. Todo indica que el país está al borde del colapso financiero debido a su peligroso déficit presupuestal, el derrumbe de los ingresos por turismo, la devaluación de la libra egipcia y el agotamiento de las reservas financieras nacionales, las cuales están ya por debajo de los 15 mil millones de dólares, suma insuficiente para cubrir el costo de las importaciones de los próximos tres meses. En el ámbito político la situación es igualmente crítica. Las tensiones populares siguen creciendo debido al descontento de los múltiples sectores opuestos al régimen de Mursi. Tanto quienes no se alinean con el modelo islamista que ha impuesto la Hermandad, como los más de diez millones de cristianos coptos segregados y violentados, ahora quizá más que durante la era Mubarak, que siguen protagonizando protestas contra las fuerzas gubernamentales. El general Abdel Fattah al-Sisi, ministro de defensa y comandante general de las fuerzas armadas egipcias declaró hace poco que el Estado podría colapsarse si la situación se sigue deteriorando y que en la medida en que el Ejército está comprometido con las fuerzas políticas del país, bien podría actuar a fin de proteger a la nación y su gente. De inmediato empezaron a circular en las redes sociales los rumores de un posible golpe de Estado militar, cuestión que derivó en especulaciones acerca de si un desenlace en ese sentido no provocaría que la Hermandad solicitara la intervención de naciones amigas para restaurar su dominio.

Así las cosas, no es sorprendente que estén circulando igualmente rumores de que el rico emirato de Qatar, en su afán de hacer buenos negocios aprovechando oportunidades, pretende comprar las pirámides a Egipto y no sólo eso. También se ha difundido que los qataríes han hecho una oferta a un destacado hombre de negocios que es diputado por la Hermandad musulmana, de comprarle al país nada más ni nada menos que el Canal de Suez. Suena extravagante y absurdo sin duda, pero esa información aparece ya en periódicos árabes como Asharq Alawsat, donde se detallan los pormenores de esta insólita propuesta. Más allá de la seriedad de esta información, todo esto es sin duda reflejo de la profundidad de la crisis por la que pasa Egipto, sobre todo cuando se percibe el inmenso desafío que constituye para cualquier fuerza alternativa que pudiera tomar las riendas del país, alimentar a una población de 80 millones de personas, cuyas condiciones de vida elementales se hallan cada día más deterioradas y cuyos desacuerdos ideológicos y religiosos se profundizan aceleradamente a medida que la incertidumbre y los rumores de todo tipo se apoderan de la cotidianidad de todos.

Fuente:excelsior.com.mx