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SHIMSHON ZAMIR

Enlace Judío México|Esta semana he “acercado” al Blog la traduccion de un articulo escrito hace casi treinta años por quien era en vida considerado (con razon) uno de los pilares del Sionismo Laico, el Juez Haim Cohen.

¿Porque el articulo? Porque en muchas ocasiones, la “conversacion” en el Blog trata sobre el tema: ¿”Qué es el Judaismo? Religion? Nacionalidad?”.

Como veran, dentro mismo del Judaísmo hay discusiones al respecto. Pero no solamente sobre el. La verdadera pregunta que se hace Cohen es: ¿”Quien es Judio?”

ADVERTENCIA: El tema no es simple, y, para parte de los lectores, puede parecer como una conversación entre seres extraterrestres. Dado que Haim Cohen era juez, tampoco su idioma es simple.

…Cuando la Knesset (Parlamento Israeli S.Z.) modificó la Ley del Retorno y la Ley de los residentes, nos otorgó la definición de “Judío”. Ahora, sabemos que un Judío es una persona nacida de madre judía o convertida, y no tiene otra religión. El legislador otorga los poderes de ser “Judio” en virtud de la Ley del Retorno también al hijo y al nieto de un Judio, al cónyuge de un Judío y al cónyuge del hijo o nieto de un Judío, a excepción de una persona que era judío y se convirtió a otra religión en forma voluntaria y no importa si el tal Judío está vivo o no, o si emigró a Israel o no (la Ley del Retorno, Enmienda No. 2, 1970).

A mi parecer, la definición de la ley es insuficiente. Yo creo que un Judío es cualquier persona que declara de buena fe su judaísmo.

No sólo que la mía es una definición legal, sino que es apropiada a la tradición judía y a la realidad de nuestras vidas y de acuerdo con los conceptos modernos de la dignidad humana y los derechos fundamentales, y no existe una respuesta mas adecuada que esa.

La definición de la ley – y la enseñanza de base ortodoxa sobre la cual se apoya- parece incompleta. Si se trata de satisfacer los deseos de todos o la mayoría de los Judíos, se podría argumentar que la búsqueda de una definición diferente es innecesaria y puede complicar donde no hay complicación: Pero el hecho es que solamente la satisfacción de las personas, no es suficiente, ya que de acuerdo a los requisitos ortodoxos de los partidos religiosos, la ley es una apertura peligrosa ante los no “Judíos”, que no cumple con suficientes requisitos religiosos (conversión ortodoxa). El hecho de que en Israel ese tema siempre fue un monopolio del Rabinato, le permite a este último no reconocer las conversiones realizadas por las ramas no ortodoxas fuera de Israel.

Pero tampoco es suficiente la ley para los Judíos que no son religiosos, y que no pueden ver una prueba de Judaísmo en la conversión, porque incluso la conversión no ortodoxa es un acto religioso, y no convierten al Judaísmo a una persona a menos que acepte – o diga que acepta- en primer lugar la religión judía. y su judaísmo no puede ser resultado únicamente de obtener una prueba según la cual nació de una madre judía. La adhesión a este tipo de “pruebas” no puede ser digna de los creyentes en Dios, sin estar sujeta a la crítica, pero eso no quita el hecho de que la aversión a este tipo de “pruebas” es a la vez la reacción natural por lo que hicieron contra nosotros quienes nos odian. Por lo tanto, no somos libres de la búsqueda de una mejor definición consistente con nuestra visión moral.

Ya la cuestión de saber si una persona miente al decir que es Judío fue tratada en el Talmud. La respuesta dependerá a menudo del lugar donde es hecha la pregunta: si se trata de un lugar con mayoría judía, se puede creer a su declaración que es Judío. Si ocurre en un país donde la mayoría no son Judíos, no se le cree hasta que trae pruebas. La situación en Israel es la primera, es decir, la mayoría somos Judíos. Si se descubre que un no Judío está mintiendo – no hay motivos suficientes para creer que la gran mayoría de los que dicen que son Judíos mienten.

Es esta una clara referencia a la práctica que debe existir en el Estado de Israel. En el País, la mayoría son Judíos y sus leyes dan a los Judíos el derecho al Retorno y la gran mayoría de los inmigrantes bajo la Ley del Retorno son Judíos. Quien está diciendo “yo soy un Judío” y vino a vivir a Israel, e incluso si era antes un gentil y se ha convertido correctamente, su pertenencia no debe ser examinada, y debe reconocerse su ser Judío. Sólo en el estado judío debe ser obligatoriamente verdad cuando usted habla y afirma que es usted Judío. En las diversas Diásporas siempre hubo leyes diferentes y la separación entre los judíos de origen y los “nuevos” existe desde la destrucción del Primer Templo.

El hacerse pasar por Judío en Israel no es una declaración “inocente”, pero como es posible que, de alguna manera, nuestras leyes favorecen a los judíos y eso podría provocar la tentación de hacerse pasar por un Judío. En la situación de guerra en que estamos, puede imaginarse que alguien se haga pasar por Judío con fines de espionaje. Pero se trata de situaciones marginales, excepciones que justifican la regla de “recibir” su declaración como cierta.

Y el que viene y declara “Yo soy un Judío” debe ser aceptado con los brazos abiertos en Israel. También si se trata de una persona nacida de un padre judío y una madre que no es judía (o no fue convertida por ortodoxos) pero creció creyéndose Judío, es decir, declara su condición de judío de buena fe, y aunque la Biblia sea un libro no conocido por él.

Lo mismo es cierto para aquellos que se convirtieron al Judaísmo y proclaman su condición de “Judíos de buena fe”.
Pero la presunción de “buena fe” debe ser también para con todos aquellos que quieren en Israel ser identificados como Judíos, con la construcción del Estado y la restauración de la nación judía: la buena fe es demostrada con sus acciones. Cabe destacar, asimismo a los maridos y esposas no-judíos que fueron con los Judíos a los campos de concentración y muerte. La “buena fe” de todos esos héroes y heroínas que han aceptado voluntariamente la carga de sufrimiento y tormento de los Judíos, y han santificado el nombre del judaísmo, debe ser “sagrado” para nosotros. Y no hay diferencia si esos “voluntarios” se convierten o no, y si guardan los mandamientos de la religión judía o no: los hornos nazis no distinguían entre los Judíos observantes y seculares. No podemos renunciar al deber moral con quienes han demostrado solidaridad con los sufrimientos de nuestro pueblo.

El hecho es que la religión judía no puede servir como un denominador común a todos los Judíos, dado que la mayor parte de quienes viven en el Estado judío de Israel y tal vez la mayoría de los Judíos en la Diáspora hoy en día no son religiosos. Ellos no se consideran obligados a observar los mandamientos de la religión y la vieja ley, en cuanto a que es ser Judío, a pesar que el judaísmo es históricamente significativo para ellos y tiene un significado normativo.

Una persona nacida de padres judíos, se manifestará normalmente y se verá ante los demás, como Judío, y quien sólo uno de sus padres era judío, estará ante una elección. El hecho de que según la ley judía su madre es quien le “otorga” su condición Judía, no le exime a el de la elección: si decide seguir a su madre, la ley se cumple, y no hay duda legal.

Pero puede ocurrir, y su padre es el Judío, lo que lo “complica” con la ley , pero eso no significa que su Judaísmo no es válido. Después de todo, él no se ve atado por la ley, y tal vez no la conoce en absoluto: él decide ser un Judío como su padre, y como él se ve como un Judío, lo deben ven como Judío. Es, de hecho, aunque no en la teoría (en sentido estricto), un Judío por nacimiento y por elección.

La conversión, es como la compra de la religión judía, o el equivalente a él, la conversión de un Judío a otra religión. Una conversión aparentemente no es una violación de los derechos humanos: la solicitud de conversión es voluntaria al igual que la decisión de escoger por sí mismo ser “Judío”. La conversión es “correcta” en el sentido que refleja la voluntad de quien la hace. La dificultad es que la conversión – incluso la no – ortodoxa – es como dijimos la conversión a la religión judía, y no al Pueblo Judío. A quienes quieren ser Judíos y no ser Judíos religiosos la ley les niega la conversión. Convertirse por presión religiosa para poder ser “Judío” es una importante violación de los derechos humanos. Un número creciente de hombres y mujeres quieren ser judíos y no quieren ser religiosos.

Por lo mínimo, lo que la presión de conversión logra, es cometer un fraude contra Dios.

Conversiones de exclusión implican muchas dificultades. Hay quienes quieren dejar de ser Judíos y no quieren adoptar otra religión o creencia religiosa. Hay quien era Judío por nacimiento pero quiere adoptar otra fe religiosa. También la negación a permitir abandonar la religión Judía sin reemplazarla por otra, refleja una integración hermética entre el judaísmo y la religión judía – una combinación que ya no refleja la realidad actual. Mas aun, la voluntad del hombre de abandonar el judaísmo religioso no es una excusa suficiente para investigar oficialmente sus creencias y opiniones personales. Nadie debe explicar a las autoridades en que cree y en quien no cree, y si las conversiones religiosas deben ser notificadas al registro oficial, este debe anotar el cambio en el estado de la persona o su intento de hacerlo, nada más.

En ese sentido, la ley actual es menos clara que en el pasado. No hay lugar a todo tipo de castigos y no dejan de ser Judíos por convertirse a otra religión.

No un Judío de nacimiento, ni tampoco quien se convirtió al Judaísmo pueden ser obligados a adherirse a otra religión si abandonan el judaísmo. No existe una causa por la que se puede ser judío no religioso, pero no ser no Judío si no es religioso. Pero si quiere o no abandonar el judaísmo y seguir siendo un ateo, o si quiere aceptar otra religión. Es un hecho que en la mayoría de los casos, quienes abandonan su religión judía lo hacen para permitir su matrimonio ante otra autoridad religiosa. Pero estamos hablando del derecho a abandonar el judaísmo, sea cual sea el motivo o propósito, y este derecho no se debe negar a nadie.

Fuera de Israel es un fenómeno frecuente que Judíos dejan de verse a sí mismos como Judíos, y también dejan de ser considerados Judíos por el público. Esto no siempre y no necesariamente implican la conversión religiosa, pero cortan todo contacto con Judíos y con la comunidad judía y los lazos emocionales, religiosos, intelectuales con el judaísmo.

Muchos se enojan cuando les recuerdan su origen judío y niegan cualquier pertenencia judía – que contradice su identidad como estadounidenses o alemanes o franceses, etc. Existen aquellos Judíos por nacimiento y calificados como Judíos según la religión judía, pero manifiestan en su vida, hostilidad y odio a todo lo judío, y también existen quienes se han unido a la lucha de los enemigos de Israel y del Estado judío.

Todos ellos corresponden a la definición legal y religiosa de “Judío”: De hecho, no sólo que no son judíos y no merecen ser llamados Judíos, sino que su inclusión en la definición de “Judío” indica que esta definición no puede ser cierta hoy en día: la dignidad humana y el honor del judaísmo requiere no imponer el judaísmo a quien no lo quiere. Es necesario ver el título de “Judío” como un título “honorario”, de nobleza, que no debe ser otorgado(en forma automática!)a quien se une a los enemigos de Israel y del judaísmo.

Ni que decir que una previsión razonable del futuro del judaísmo no puede basarse en “Judíos” que lo son por origen biológico, pero se apartan por completo de la vida judía. No sólo eso, con el tiempo ellos se casaran y asimilaran, y ellos y sus descendientes van a vivir sus vidas sin una conexión con el interés judío y sin el conocimiento del judaísmo. Mientras Judíos viven fuera de Israel la asimilación es inevitable.

Por otro lado, hay muchos y buenos cuya identificación judía es sincera y honesta, y no hay justicia ni equidad en la negación de su judeidad, si son religiosos o no. La elección consciente de la identidad judía, permite aceptar la religión judía o no hacerlo, pero merece el mismo reconocimiento y respeto que se merecen quienes la asimilación total.

El fin de la existencia del estado judío no es sólo servir como un refugio para los perseguidos: El objetivo principal es poner fin a la persecución – mediante la recopilación de Judíos dispersos en un estado libre e independiente propio. No más asimilación entre las naciones, sino una identidad judía orgullosa de un pueblo libre en nuestro país, la realización del individuo y de todo el público a través de él, de ética de la vida, honestidad, respeto mutuo y el amor de la humanidad. De hecho, nuestros ojos no ven futuro para los Judíos y el judaísmo fuera de Israel. Los religiosos alegan contra nosotros que nuestra experiencia histórica demuestra que la religión judía, no exige la existencia del Estado de Israel para que los Judíos vivan en forma eterna. Pero el sionismo político no se conforma o contenta con la supervivencia de la religión del judaísmo y la existencia de los mártires: sus temas son los Judíos, dondequiera que se encuentren, religiosos y no religiosos, educados e ignorantes, blancos y negros, puros e impuros, sacerdotes y bastardos, rabinos y apóstatas. Y nadie tiene la autoridad o el derecho legal para desacreditar cualquier judío: todos ellos viven juntos en este país, con sus creencias y opiniones y todos son iguales ante la ley.

Es cierto que la independencia política no acredita por sí misma que el país es “judío”. Como estado judío deben existir en el los valores judíos y permitir la realización de los valores del judaísmo. Sin embargo, así como cada uno tiene el derecho, incluso la obligación de determinar por sí mismo qué es el judaísmo para el, así el Estado tiene que determinar en cada momento la naturaleza de su carácter judío, en la hora en la cual el carácter judío del Estado va a ser tema de discusión en la agenda de las autoridades. En este sentido la decisión también debe ser según la mayoría, tanto de acuerdo a los principios democráticos como a la tradición judía.

Por supuesto que, después de haber determinado una solución – de acuerdo con la opinión mayoritaria, esta no sera utilizada para limitar el derecho de cada individuo y del público de determinar por sí mismos la naturaleza del judaísmo. El propósito y el efecto de una decisión así está limitado a las necesidades de los funcionarios.

Personalmente, mi judaísmo está basado en tres bases, y las tres recibieron el sello de los grandes padres de la Torá de Israel: que todos los seres humanos somos iguales, que debemos amarnos unos a los otros, y que lo que tu odias que te lo hagan a ti, no lo hagas tu a los demás.

Fuente:periodistadigital.com