Enviado especial a Israel/ La verdad es sólo mía

ELÍAS FASJA TAWIL

“Que de doler, me duele hasta el aliento…”
M. Hernández

¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
Empiezo con la última.

Enlace Judío México|En Israel. ¿Cuándo? Hace exactamente 1450 años desde la destrucciónón del Beth Hamikdash pero, a lo que a mí respecta, sobre todo estas últimas semanas. ¿Cómo? Con insultos e hipocresía. ¿Quién? Los mismos judíos. ¿Qué? “Sinat Jinam” (“odio gratuito”).

Permítame, estimado lector, compartir con ustedes el enorme dolor que me abruma. Cuando un judío llama a otro Amalek es creo yo, ya el principio del fin. Y lo peor, es que es un judío “religioso” con kipá negra, tziziot por fuera y para colmo, representante de un movimiento y partido político. El, un judío en eretz Israel y ante micrófonos, llama a los “otros” que también son judíos, aunque con kipá tejida y que también llevan tziziot por fuera y representan un movimiento y partido político, repito con tristeza y ya con nada de asombro, les dice que son Amalek.

Cuando se pierde la capacidad de asombro se da uno cuenta que ya se perdieron muchas cosas más. Ya no me asombre tanto. Sí (con mayúsculo acento) me indigne, sí me entristecí, sí me avergoncé pero ya no me sorprendí. El odio es tanto, que se siente en los aires que soplan en esta santa tierra. A dónde hemos llegado. No puede ser que porque el otro no piensa o actúa como yo le insulte y le odie y hasta le amenace. Es como el jaridí que por fin tomando la iniciativa está convencido de que una manera de servir al pueblo es enlistándose al ejército y los otros jaridím lo demonicen y hasta lo golpeen.

No hay una verdad absoluta. La verdad, se conforma de partes de verdades.

Cuentan que a un grupo de ciegos le pidieron que describieran a un elefante. Uno, tocando la pata dijo que un elefante es como un tronco. Otro, tocando la trompa lo describió como una manguera, otro, tocando la cola dijo que es como …en fin. ¿Quién tiene razón?.. Todos. ¿Quién está equivocado?.. Todos. Pero todos juntos, son la verdad.

Cada uno con su verdad y todas las verdades juntas hacen la verdad. Estoy hablando de la verdad de este mundo, en la tierra, porque repito, la verdad absoluta no existe aquí. Esa sólo existe allá a donde todos llegaremos algún día. Pero mientras eso pasa y para no acelerar las cosas, tenemos que caer en cuenta de lo que estamos haciendo. Nos estamos destruyendo entre nosotros mismos. Los religiosos odian a los laicos, los religiosos a los mismos religiosos que no son como ellos y viceversa, los asquenazim a los sefaradim y viceversa. Ojala se tratara solamente de no estar de acuerdo con el otro o se tratara de discusiones constructivas para llegar a un acuerdo. No, se trata de que dado que no están de acuerdo con el otro simplemente lo odian, “mamash”, odio gratuito. Se respira odio.

En lo que a mí respecta, el 9 de Av no sólo ayuno por la destrucción del Beth Hamikdash y todo el gran significado que eso conlleva, sobre todo lo hago porque no hemos escarmentado. No hemos tomado conciencia, no hemos aprendido ni hemos mejorado.

Ayuno porque nosotros no hemos logrado que se construya en nuestra época. Ayuno por lo que vemos hoy día en los medios de comunicación, leemos en los periódicos y escuchamos en la radio. Ayuno con la tristeza de sentir que estamos empeorando.

Muchas veces lo he dicho, este País es muy joven, este País apenas se está haciendo, se está formando. Se están aún legislando leyes básicas. Es un País bello, grandioso, maravilloso y estoy convencido que todos los que estamos aquí tenemos que poner aunque sea un granito de arena para colaborar en su formación. El mío, en este momento, así lo siento, es con humildad elevar mi voz lo más potente que pueda para denunciar este odio que amenaza nuestro futuro. Más que los peligros externos estamos nosotros mismos desarrollando un peligro mucho más grande.

A veces siento que estamos a las puertas de una guerra entre hermanos y no podemos permitir que eso pase. No podemos. No debemos. Recapacitemos. Cambiemos ese odio por simplemente desacuerdos, que al hablarlos son los que nos hacen crecer. Es válido que unos no estén de acuerdo con otros pero no por eso hay que sentir odio. La verdad del otro no es la única verdad. La verdad del otro no es absoluta. Tampoco la mía. Así lo aprendemos de Hillel y Shamay. Busquemos el entendimiento y la compaginación de verdades. Seamos tolerantes. Respetemos lo que el otro piensa.

El otro hace que yo exista, decía Ortega y Gasset. Quizá solo por eso ya merece respeto.

Elías Fasja Tawil: Nació en la ciudad de México, de profesión periodista, fue Director y Editor del semanario "Imagen de Israel". Actualmente escribe en varios periódicos latinoamericanos.